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OPINIÓN - JUEVES, 26 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mohamed Alí siente aversión por el PP
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Lleva muchos años convencido de que Ceuta está gobernada por una derecha rancia, tradicionalista y enemiga de los más necesitados. Y por más esfuerzos que hace para digerir la aversión que siente por el Partido Popular, le resulta imposible evitar los trastornos que esa inquina le causa.

Tan grande malestar no le permite pensar bien. Lo cual es una pena para él y sobre todo para quienes decidieron corresponderle con largueza en las urnas. Porque Mohamed Alí lleva ya casi nueve años dilapidando la fortuna en votos que obtuvo al ganarse la voluntad de unos seguidores que lo vieron como líder necesario e indiscutible en todos los sentidos.

La irrupción de MA en la vida pública no pudo ser mejor: su partido, Unión Demócrata Ceutí, se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en la mayor fuerza política en la oposición. Un enorme logro, sin duda, conseguido por un hombre joven que había despertado sumo interés entre los ciudadanos.

Le llovieron las felicitaciones y hasta los adversarios políticos no dudaron en reconocerle cualidades más que suficientes para convertirse, más pronto que tarde, en un diputado con gran peso específico en la ciudad. Pero ni su éxito ni los halagos recibidos pudieron evitarle la tremenda amargura que le causó la mayoría absoluta obtenida por el PP.

Una mayoría abrumadora, que no sólo acrecentó la tirria de Alí por el partido ganador sino que, también, le hizo comprender que frente a Juan Vivas no tenía nada que hacer. Que mientras éste estuviera dispuesto a seguir presentándose a unas elecciones él estaría siempre abocado a ser un segundón. Y a partir de ahí nunca más supo apreciar el valor de lo que había logrado.

El segundo golpe que recibió el líder de UDCE, por más que lo niegue, fue cuando se vio privado de convertirse en vicepresidente primero de la Mesa Rectora. Algo que encendió sus ánimos y lo tuvo hecho un basilisco durante muchos meses. Un hecho que le sigue impidiendo ver con buenos ojos al presidente de la Ciudad. Me consta que no puede ver a éste ni en pintura.

Todo ello, es decir, la mayoría absoluta conseguida por el PP, el saber que Vivas es demasiado rival para él y, cómo no, lo de privarle de sentarse en la Mesa, en su día, fueron varias afrentas que jamás han permitido que Mohamed Alí se tome el menor respiro cuando se trata de maquinar acerca de cómo crear una coalición con lo que el llama fuerzas progresistas de Ceuta, para tratar de acabar con la hegemonía de los populares.

Así, dominado por los deseos de tomarse su desquite, y pensando más con el corazón que con la cabeza, Mohamed Alí ha venido dando camballadas políticas, que han servido para mostrarnos sus grandes carencias cual negociador. Ya que nunca ha sido capaz de cerrar acuerdos consistentes con ningún partido. Pero el último paso dado por Alí, se me antoja muy grave. Por haberse echado en los brazos de un filibustero de la política. De un perdedor nato. De un individuo sin tirón. De un partido sin representación. Y uno, que no cree que haya nadie capaz de dar duros a cuatro pesetas, se pregunta: ¿qué habrá detrás de ese entreguismo de Alí al PSPC? Y pienso que harán de la bronca diaria el modo de ayudar a Ceuta. Mas ello, con ser grave, es lo más leve. Lo otro, lo que temo de verdad, es ya cuestión muy sería y materia reservada.
 

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