Lleva muchos años convencido de
que Ceuta está gobernada por una derecha rancia,
tradicionalista y enemiga de los más necesitados. Y por más
esfuerzos que hace para digerir la aversión que siente por
el Partido Popular, le resulta imposible evitar los
trastornos que esa inquina le causa.
Tan grande malestar no le permite pensar bien. Lo cual es
una pena para él y sobre todo para quienes decidieron
corresponderle con largueza en las urnas. Porque Mohamed
Alí lleva ya casi nueve años dilapidando la fortuna en
votos que obtuvo al ganarse la voluntad de unos seguidores
que lo vieron como líder necesario e indiscutible en todos
los sentidos.
La irrupción de MA en la vida pública no pudo ser mejor: su
partido, Unión Demócrata Ceutí, se convirtió en un abrir y
cerrar de ojos en la mayor fuerza política en la oposición.
Un enorme logro, sin duda, conseguido por un hombre joven
que había despertado sumo interés entre los ciudadanos.
Le llovieron las felicitaciones y hasta los adversarios
políticos no dudaron en reconocerle cualidades más que
suficientes para convertirse, más pronto que tarde, en un
diputado con gran peso específico en la ciudad. Pero ni su
éxito ni los halagos recibidos pudieron evitarle la tremenda
amargura que le causó la mayoría absoluta obtenida por el
PP.
Una mayoría abrumadora, que no sólo acrecentó la tirria de
Alí por el partido ganador sino que, también, le hizo
comprender que frente a Juan Vivas no tenía nada que
hacer. Que mientras éste estuviera dispuesto a seguir
presentándose a unas elecciones él estaría siempre abocado a
ser un segundón. Y a partir de ahí nunca más supo apreciar
el valor de lo que había logrado.
El segundo golpe que recibió el líder de UDCE, por más que
lo niegue, fue cuando se vio privado de convertirse en
vicepresidente primero de la Mesa Rectora. Algo que encendió
sus ánimos y lo tuvo hecho un basilisco durante muchos
meses. Un hecho que le sigue impidiendo ver con buenos ojos
al presidente de la Ciudad. Me consta que no puede ver a
éste ni en pintura.
Todo ello, es decir, la mayoría absoluta conseguida por el
PP, el saber que Vivas es demasiado rival para él y, cómo
no, lo de privarle de sentarse en la Mesa, en su día, fueron
varias afrentas que jamás han permitido que Mohamed Alí se
tome el menor respiro cuando se trata de maquinar acerca de
cómo crear una coalición con lo que el llama fuerzas
progresistas de Ceuta, para tratar de acabar con la
hegemonía de los populares.
Así, dominado por los deseos de tomarse su desquite, y
pensando más con el corazón que con la cabeza, Mohamed Alí
ha venido dando camballadas políticas, que han servido para
mostrarnos sus grandes carencias cual negociador. Ya que
nunca ha sido capaz de cerrar acuerdos consistentes con
ningún partido. Pero el último paso dado por Alí, se me
antoja muy grave. Por haberse echado en los brazos de un
filibustero de la política. De un perdedor nato. De un
individuo sin tirón. De un partido sin representación. Y
uno, que no cree que haya nadie capaz de dar duros a cuatro
pesetas, se pregunta: ¿qué habrá detrás de ese entreguismo
de Alí al PSPC? Y pienso que harán de la bronca diaria el
modo de ayudar a Ceuta. Mas ello, con ser grave, es lo más
leve. Lo otro, lo que temo de verdad, es ya cuestión muy
sería y materia reservada.
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