Me he visto, tengo que
reconocerlo, los carnavales de Cádiz y de mi tierra, y a
decir vedad, no ha existido es gran diferencia que dicen que
existen entre los carnavales de ambas ciudades, llevándose,
siempre, toda la gloria los carnavales gaditanos.
Por principio, me costaba un enorme trabajo saber que era lo
que decían las letras de las comparsas gaditanas, mientras
las de Ceuta, se entendían perfectamente. Pero desde mi
personal e intransferible punto de vista al carnaval, de
ambas ciudades, les ha faltado esa chispa creativa donde la
doble intención y la ironía han brillado por su ausencia.
¿Qué está pasando?.
La pregunta tiene una fácil contestación, en cuanto los
carnavales, por las razones que sean, se dejan arrastrar por
la política, los autores de las letras, escriben lo más
fácil para ellos , no meterse a fondo con nadie y sólo, de
vez en cuando, soltar una chispa que no perjudiquen , no se
vayan a enfadar determinados personajes. Y no será porque no
había motivos para escribir letrillas criticando las cosas
que están sucediendo. De seguir de esa forma las cosas, le
van a tener que decir adiós a los carnavales.
No hablamos de hacer sólo críticas demoledoras contra todos
y contra todo. No, sencillamente, hacer algo inteligente
donde se siga demostrando que son y para qué se hacen los
carnavales.
En este año, le pese a quien le pese, la dimensión crítica
de los Carnavales de Cádiz está sobrevalorada. Las letrillas
empleadas en estos últimos carnavales han buscado el aplauso
fácil, dedicándoles pasodobles a los asesinos de niñas, a
los maltratadores o a los violadores, no faltando, por
cierto, algo tan manido como dedicarle uno de ellos a la
alcaldesa gaditana. Vamos, igual que ocurre en nuestros
carnavales, donde lo más socorrido es cantarle algo a Juan
Vivas. ¿Dónde ha quedado el ingenio de los autores?. ¿En qué
rincón del alma del autor, quedan escondidas todas esas
letrillas críticas e irónicas que ellos son capaces de crear
con la gracia y el salero de Andalucía?. ¿Dónde han dejado
escondidos el doble sentido de sus letrillas?. Quizás las
han dejado en ese rincón del alma, donde se acumulan cosas,
a la espera de un mejor momento para hacerlas salir.
Uno de los más reconocidos autores, Quiñones, después de
quejarse de que ya no hay valientes, de que “los valientes
escribieron en la dictadura”, va su comparsa y canta a una
niña negra adoptada. Eso es valor, eso es crítica de la
buena y lo demás es cuento chino.
Si se piensa, por parte de los autores, que los contratos
que vienen después de los carnavales, se pueden ver rotos
por haberse metido con tal o cual político, lo mejor que
pueden hacer es decirle adiós a los carnavales, porque sin
esas críticas, sin esas letrillas llenas de ironía y sin ese
doble sentido dado a las letrillas, los carnavales han
muerto. Así de fácil, así de sencillo.
Está visto y comprobado, que el talento de los autores, se
refleja con más fuerzas, cuando se les impide decir ciertas
cosas, por el momento político en el que se vive, pero
callarse sin hacer crítica alguna en plena democracia, es un
acto impropio de quienes se dedican a escribir esas
letrillas de carnaval.
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