Orgulloso de ser español y con su nacionalidad por bandera.
“Entré en la prisión siendo español y salí como español”,
confesó ayer Abdeselam Ahmed ante los medios de
comunicación. El taxista ceutí detenido por error en
Marruecos afirmó que ha sido una experiencia dura pero que
en todo momento tenía presente su “inocencia”.
Después del susto han llegado los primeros momentos de
alegría para Abdeselam Ahmed. Este recibió ayer el calor de
sus compañeros y su familia en una rueda de prensa donde
relató la experiencia vivida en el último mes.
“Ahora estoy bien. Estoy de vuelta, que es lo más
importante”, afirmó. La experiencia carcelaria no ha sido
nada buena para este, pero tampoco cree que le vaya a dejar
huella: “He tenido buenos momentos y muchos malos pero
siempre con la ilusión de poder salir. Sabía que había gente
que me estaba apoyando y que yo no había hecho nada”.
Por supuesto, las dudas que albergaban los informadores
acerca de los detalles del suceso quedaron resueltas por el
propio interesado. La primera pregunta fue en el sentido de
si las autoridades marroquíes conocían su nacionalidad.
Abdeselam explicó que cuando fue detenido facilitó su
pasaporte español. Luego, tras pasar por la comisaría de
Ouazzane su mujer se quedó con toda la documentación. “Al
meterme en la cárcel me pidieron el pasaporte y
evidentemente no tenía nada. Por mi fisonomía y mi nombre
pensaron que era uno más de allí”, aclaró.
Otra explicación, la de la tardanza por parte de las
autoridades españolas por conocer el caso se debe a que en
primera instancia la familia acudió al consulado de Tetuán,
que no tenía jurisdicción sobre Ouazzane. Abdeselam, desde
la cárcel pensaba que se estaban ocupando del caso pero con
el paso de los días la familia decidió intentar las
gestiones a través de otro consulado, el de Rabat. Fue
entonces cuando, con la colaboración de un periodista de EL
PUEBLO, se sacó a la luz este asunto. Cierto es que, como
dijo el delegado, tanto Abdeselam como sus allegados
pensaron en primera instancia que el error iba a
solucionarse sin tener que acudir a la diplomacia.
Los días en la penitenciaría se hacían largos y monótonos.
Había que levantarse temprano y luego todo quedaba reducido
a paseos por el patio y conversaciones con el resto de
presos. “En la cárcel el trato ha sido bueno, todo hay que
decirlo”, apuntó.
Días antes del juicio el detenido era puro nerviosismo: “No
veía el final. Hasta que no escuché el veredicto del juez no
pude tranquilizarme”. Después, una ajetreada vuelta a su
casa, Ceuta. “Esperamos que esta experiencia sirva para que
esto no vuelva a pasar”, apuntó el hermano.
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