Acaba de terminar mi
participación, ayer, en una conferencia sobre Historia de
Catalunya Contemporánea y ya me encuentro leyendo con
fruición mi diario favorito.
No me gustó, de verdad, que Mariano Bermejo haya presentado
su dimisión como ministro de Justicia en una especie de
claudicación y dando satisfacción a quienes han utilizado la
caza, al por mayor, a lo largo de su vida política (léase
asunto Fraga y “Prestige”, que eso sí trajo perjuicios
enormes a la economía del país)… pero la cosa ya está hecha.
La Mafia de guante blanco sigue siendo tan poderosa que
continúa siendo capaz de “enfermar” hasta a un super-juez.
Vayamos a donde interesa. Las mentiras que se contaron, se
cuentan y se contarán sobre acciones, hechos y sucesos
políticos siempre salen de los voceras conservadores de
manera tan rotunda que me hacen remover la bilis hasta
límites intolerables.
Escribiremos sobre los razonamientos de alguien que ha osado
tergiversar, sin objetividad, la historia de una manera tan
vergonzante persiguiendo algún oscuro intento.
Antes que nada, antes de ponerse uno a analizar las cosas se
ha de tener en la cabeza, siempre, que la democracia y con
ella nuestra Constitución reside en el ciudadano y sus votos
son los únicos que sirven para elegir a sus representantes
políticos y con ellos al presidente del Gobierno de la
Nación.
Lo del golpe del 23 de febrero de 1981 -estuve presente
durante el desarrollo de todo el asunto ya que residía, por
entonces, en el Gobierno Militar de Barcelona- no puede ser
considerado, nunca, como un acto de salvación de la patria…
solamente de unos cuantos que se resistían a perder sus
privilegios porque los veían venir.
Los que escriben sobre el 23F actualmente, han sacado sus
conclusiones, al parecer, del visionado de una película que
se emitió hace poco por TVE. No son intérpretes serios de
aquellos hechos ni razonan justamente con equidad.
Ni España estaba dentro de una fuerte crisis económica
internacional, aunque si tenía una fuerte crisis pero de
otra índole, ni el desarrollo autonómico traería la
desgracia al país, todo lo contrario: muchas de las entonces
llamadas regiones vieron crecer su bienestar general con las
autonomías y… a pesar de ser contrarios a la idea
autonómica, los que más se enriquecieron con ese nuevo
estado político fueron precisamente todos los conservadores.
Sacaron tajada de la democracia como antes la sacaban en la
Dictadura aunque con distintas armas.
El golpe del 23F era simple y llanamente un intento de
derrocar la democracia para volver al antiguo régimen en el
que se agrupaban cuatro elementos que desencadenaron el
mismo. La crisis económica a la que era imposible hacer
frente por parte de Adolfo Suárez; las dificultades que
habían entonces para articular el Estado de las Autonomías
como una nueva organización territorial del Estado; las
acciones terroristas protagonizadas por ETA y LA RESISTENCIA
DE CIERTOS SECTORES DEL EJÉRCITO A ACEPTAR UN SISTEMA
DEMOCRÁTICO.
Un precedente de ello fue el intento denominado “Operación
Galaxia” en el que muestra el malestar del Ejército al ser
legalizado el PCE el 9 de abril de 1977, con la
participación del mismo Antonio Tejero.
Es, afirmo, una voluntad golpista de sectores del ejército y
de la extrema derecha, aprovechando la dimisión de Suárez,
cada vez más solo en su propio partido; la publicación del
colectivo “Almendros” de un artículo claramente golpista en
“El Alcázar”; la visita de los Reyes a Euzkadi, el 2 de
febrero de 1981, con el abucheo por parte de la izquierda
aberzale en la Casa de Juntas de Guernica; el secuestro y
posterior asesinato del ingeniero de la central nuclear de
Lemóniz, José María Ryan mientras se sigue la huella de otro
secuestrado, Luís Suñer…
Muchas cortinas de humo se pretendió extender acerca de los
verdaderos motivos de ese tristemente famoso golpe cuyo
responsable, pese a las muchas citaciones de nombres, es
alguien sobradamente conocido pero nunca nombrado.
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