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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 25 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

José Fernández Chacón
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En abril, el mes más cruel, según el poeta T.S. Eliot, cumplirá un año como delegado del Gobierno en Ceuta. Así que ya ha transcurrido tiempo suficiente para tener una idea de cómo es la persona que ocupó el mismo cargo en Melilla y que terminó de Juan José Imbroda, presidente de la Ciudad, hasta los mismísimos. Y todo porque Imbroda parece ser que disfrutaba de lo lindo intentando hacerle pasar el equinoccio al hombre nacido en Utrera. Sin que éste, por supuesto, pusiera la otra mejilla.

Esos desencuentros continuos de Fernández Chacón e Imbroda, y el apasionamiento que ponía Jenaro García-Arreciado en sus enfrentamientos con los revolucionarios de salón en Ceuta -Radical chic lo llamaba el periodista italiano, Indro Montanelli-, hicieron posible que el actual delegado arribara a esta tierra. Y, desde luego, nadie podrá decir, hasta ahora, que no haya sido para bien.

No creo que se deba ser un lince para darse cuenta de que Fernández Chacón es persona discreta, afable, accesible, y que en las distancias cortas su cordialidad destaca sobremanera. Con lo cual, cuando se conversa con él, uno se percata rápidamente de que ese manifestarse de manera amistosa y franca es marca de la casa. Que no hay en su comportamiento el menor indicio de fingimiento.

Algo que pude comprobar cuando, en un ágape en el cual coincidimos, lo vi desplazarse sigilosamente entre los invitados por el salón donde se servía la copa de vino español, con su cigarro en una mano oculta detrás de la espalda, buscando una salida a un patio contiguo donde poder darle las cuatro caladas de verdad al pitillo.

Observé a cierta distancia la naturalidad con que se buscaba la vida como fumador y comprendí que estaba ante un tipo estupendo. Son detalles que pasan inadvertidos para la mayoría y que dicen mucho a favor del personaje.

Tampoco creo que a nadie se le haya pasado por alto lo bien que ha sabido conectar con Juan Vivas. Algo que no ha sucedido por arte de birlibirloque. Es decir, que esa simpatía y empatía que el delegado del Gobierno siente por el presidente de la Ciudad son debidas a que seguramente se había preocupado con anterioridad de estudiar la forma de ser del político popular.

Signo evidente, pues, de que su manera de actuar llana y carente de toda afectación no está reñida con su inteligencia. Y, por lo tanto, ha hecho posible que la cohabitación entre instituciones regidas por políticos de signos distintos, siempre tan expuesta a desencuentros, se haya convertido en una luna miel larga y fecunda para los intereses de esta tierra.

Podría, claro que sí, seguir enumerando felices actuaciones del delegado del Gobierno cuando aún no ha cumplido su año de mandato. Ya que a mí me importa un bledo y parte del otro que a los más que conocidos revolucionarios de salón de esta ciudad se les revuelvan las bilis por los ditirambos que le estoy dedicando a José Fernández Chacón.

Más merecidos aún si cabe por el enorme interés que ha mostrado en el caso de Abdeselam Ahmed, durante el tiempo en que éste ha estado encarcelado en Marruecos, por error. Así que el taxista, que ya está en libertad, debería reconocerle al delegado su gestión. De momento, lo hacemos aquí.
 

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