Menudo fin de semana he pasado. En
Amposta (Delta del Ebro) hice lo que no debía hacer, con la
tensión por las nubes ya me dirán, y me empaché de
alcachofas cocinadas de mil y una maneras con guarniciones
de todos los colores, gustos y olores.
No es que las alcachofas colaboren con la subida de la
tensión arterial, es buena para ello y para el colesterol
(que no tengo), lo malo está en los ingredientes que las
acompañan. Desde butifarras, chipirones, gambas, morcillas,
y un largo etcétera, acompañadas por vinos de la zona y de
Gandesa.
De paso diré que me encontré a una familia que es de Ceuta y
que lleva años residiendo en Masdenverge, un pueblo agrícola
formado en el siglo XVIII, cercano a Amposta. En realidad
todos son catalanes pero se consideran caballas, realmente
sólo el abuelo y la abuela eran de Ceuta y ahora están
vagando por los cielos. Les aconsejé que se acercara por
Barcelona y allí fueran a la Casa de Ceuta donde
encontrarían muchos alicientes para su vida social. Es que
en Masdenverge nadan en el aburrimiento.
Había desdeñado la invitación que me cursó un amigo francés
para que acudiera a la “cité des artistes”, que no es otra
que Colliure, algo así como la Cadaqués del otro lado de los
Pirineos, donde las anchoas son las reinas del mundo
culinario.
La invitación era para participar en la conmemoración de la
muerte, en un exilio triste y frío, del poeta Antonio
Machado que está enterrado, junto con su madre Ana Ruiz (la
madre del poeta), en el pequeño cementerio de esa población
francesa que tiene aires más de catalán que de francés.
El motivo era simple, prefería hacer como Barak Obama
aconseja a sus ciudadanos: consumir productos propios. La
crisis no está paseando porque sí.
De vuelta a casa me empacho de las noticias del día. La
derrota del Barça me amarga un poco el pastel con el que
estoy desayunando y ello me lleva a visionar el vídeo que
había grabado del partido de manera concienzuda para
averiguar las causas del bache. El resultado era el
esperado, la actuación arbitral queda tan patente que no hay
otro remedio que creer que todos los árbitros son forofos
del “Madrí”. De paso felicito a nuestro equipo, el Ceuta,
para que siga esa senda de ganar todos los partidos y
esperar el derrumbe de los que están por encima.
Entremos de lleno en el apartado que define el título de
éste artículo de hoy, el de las dimisiones. No es que hayan
dimitido nadie que importe. Es que estoy saturado de que los
políticos peperos vayan pidiendo las dimisiones de políticos
socialistas cada hora.
No sólo es patente, lo de pedir dimisiones, de Mariano Rajoy.
Lo mismo pide todos los del PP con aspiraciones electorales,
tanto en Galicia como en Euzkadi.
La manifiesta chulería de esta gente queda patente por la
reclamación del líder pepero acerca de que es su mérito
exclusivo haber expulsado a la izquierda aberzale del circo
electoral vasco… ¿así se pretenden ganar las elecciones en
una democracia? ¿pidiendo dimisiones de unos y expulsando a
otros? Mala veo yo la cosa.
Estos políticos no saben como convencer al ciudadano.
Participar en mítines en los que incluyen palabras
estantiguas como para hacer creer a los electores que ellos
dicen la verdad, en vez de exponer los razonamientos de su
campaña como una producción de actos que mejore la
actualidad económica, laboral y social del país prefieren
portarse como simples chulos matones callejeros y amenazar a
diestro y siniestro con calumnias, acusaciones falsas y
demenciales peticiones de ceses (cuando aún no ha asumido
ningún cargo) de candidatos.
La palabra dimisión consta en el Real Diccionario de la
Academia por lo que resultaría imposible que los peperos la
patentara como uso exclusivo, si llegamos a creer lo que
dice el líder del PP acerca del mérito sobre los aberzales.
¿Qué pinta Bermejo en los mítines de candidatos a las
elecciones en las Comunidades Autónomas? Si los peperos
siempre tienen al ministro en la boca, como si esto fuera el
único motivo para que los ciudadanos les voten…
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