Son las 16.45 locales y les
escribo sobre la marcha, en un café frente a los Juzgados de
Uazzán. Acabamos de salir de la vista y la familia de
Abselám Hamed Larbi está tensa, con la conciencia tranquila
pero a la expectativa, esperando la sentencia que sabremos
en media hora. Estamos en la ciudad desde las 10 de la
mañana, recabando información con su abogado quien, a las
12.10, nos aseguraba que había un 90% de posibilidades de
que Abselám volviera a casa con los suyos. La soleada mañana
transcurrió lenta, parsimoniosa... Al pie del yebel Bouhlal,
Ouazzán bullía de vida mientras hacia el norte, en el
horizonte y tras los campos que empiezan a verdear, brillaba
la nieve en las cimas del Rif. También pudimos departir con
los dos agentes de la Gendarmería Real que participaron en
el “affaire” quienes, con un brillante y contundente
informe, demostraron la inocencia del taxista ceutí. De
hecho y en confianza estos hombres, avezados profesionales,
lo vieron claro desde el principio: Abselám no tenía, ni por
asomo, ningún perfil de delincuente. Por lo demás han
mostrado, en todo momento, una actitud humana y acogedora
con la familia, que excede desde luego a sus meras
obligaciones. En cuanto al enrevesado funcionamiento en el
“affaire” de Bab Sebta, en El Tarajal… lo dejaremos para
mejor ocasión. Lo importante ahora es que Abselám salga en
libertar, por la puerta grande y vuelva a casa. ¡Ya está
bien!.
La vista se hizo esperar. La sala, moderna y funcional, se
abrió casi con puntualidad inglesa, a las 14.10 y, tras
trece cansinas vistas orales, le llegó el turno a las 16.00
a Abselám: sereno y con porte, llevando un pantalón vaquero,
camisa a cuadros azul y blanca y una chaqueta oscura,
Abselám respondió diez minutos, con tranquilidad y la cabeza
alta, al interrogatorio del juez. Vino luego el turno del
abogado, Mohamed Ghoudane, quien durante veinte minutos se
batió el cobre delante del jurado: documentado, aportando
pruebas periciales e incluso lo publicado por la prensa en
Ceuta (este lunes el semanario tetuaní “Tamuda” dedica dos
artículos, en español y árabe, al asunto), modulando la voz,
gesticulando en ocasiones, susurrando acercándose al estrado
en otras, la verdad es que Ghoudane (cuya minuta fue al
final de mil euros) se empleó a fondo, emplazando de vez en
cuando al jurado con una muletilla: “¿Me oyen ustedes bien,
se dan cuanto de las pruebas irrefutables que aportamos
sobre la inocencia de Abselám Hamed Larbi?”. La tramoya de
“Bab Sebta” salió también a relucir... El Fiscal del Rey,
sentado en una esquina del estrado a la derecha del Juez
(con el que de cuando en vez intercambiaba significativas
miradas), tomaba notas no perdiendo una palabra del
brillante alegato del abogado Ghoudane, quien iba y venía
por la sala. Hago un paréntesis. Aun no sabemos nada, ¡pero
Abselám debe quedar ya libre!. Gendarmes y abogado
coincidían hace un rato: nadie entiende como Abselám, con
información solvente sobre la mesa, no fue puesto en
libertad a las 48 horas de haber sido detenido.
18.45 locales. Corremos hacia el Juzgado. Tras el ritual de
turno, el joven juez pronuncia la sentencia absolutoria. ¡La
Justicia marroquí ha funcionado!. Abselám recibe la noticia
asomado a una puerta, entre dos policías; Ouarda, su esposa,
a duras penas contiene la emoción. 19.20: una fresca brisa
peina el altozano sobre el que se encuentra la cárcel de
Uazzán, sobre la carretera de Fes-Mequinés. La familia se
apiña a la entrada. Son las 22.00 hora de Ceuta y Abselám no
tardará en salir por la puerta grande, absuelto y en
libertad. La pesadilla ha terminado.
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