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OPINIÓN - MARTES, 24 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Alegría por la desgracia ajena
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Desengáñese usted, De la Torre, la desgracia ajena abre más el apetito que la felicidad. Sí, créame que, por muy dura que sea esta cita, no hace más que enfrentarnos a una realidad con la que nos hemos acostumbrado a vivir como si tal cosa.

Fíjese, si no, lo que ha ocurrido con Pedro Gordillo. Fechas atrás se sintió indispuesto y acudió presto al servicio de urgencias convencido de que su malestar no era más que un achaque de poca monta. Puro alifafe que sería tratado con tanta celeridad como para regresar a su domicilio en un santiamén.

Pero no fue así. Y de nada le valió resistirse. Pues los médicos le dijeron que debía quedarse internado los días que ellos creyeran convenientes. Y a partir de ese momento amigos y enemigos se pusieron a elucubrar a expensas del rumbo que pudiera tomar el padecimiento del presidente del Partido Popular.

En tertulias y corrillos se hacían cábalas sobre el estado físico del vicepresidente de la Ciudad y consejero de la presidencia. Y le puedo asegurar, sin ningún tipo de exageración, que algunos contertulios parecían plenamente satisfechos de cuanto estaba aconteciendo. Y la felicidad irradiada por sus semblantes me hacía estar aún más de acuerdo con la cita reseñada al principio.

-Lo que usted me está diciendo ni es nuevo ni a mí me sorprende. Lo cual no significa que oyéndole no me haya dado cierto repelús.

Lo sé. Por ello, y porque creo conocerle algo, le estoy contando lo que le estoy contando y si tiene a bien perder unos minutos más conmigo, le haré alguna otra confidencia. Mire usted: cuando se supo que la subida de tensión de PG se había estabilizado y que todo transcurría por cauces normales y que después de varios días de reposo podría incorporarse a su despacho en el Ayuntamiento, fui testigo de una conversación donde se decía, con la mayor naturalidad, que había que provocarle a cada paso porque era el momento adecuado para intentar que su conocido emocionalismo le perjudicara ostensiblemente.

-¿Está usted insinuando que ese lío que todos sabemos y que tanto daño le está haciendo a la Ciudad es...?

Lo único que le puedo decir es que alguien conocía ya que el Defensor del Pueblo estaba preparando una denuncia contra otros Centros de Menores y... traicionado por la impaciencia salió en tromba a denunciar unos hechos locales, sin contar con pruebas. Pero la actitud del fiscal obligó al sujeto a dar marcha atrás y plantear una nueva denuncia de manera que él no se viera comprometido. Aunque es bien cierto que el denunciante ya había logrado lo fundamental: poner a prueba a un Gordillo todavía convaleciente de algo más que un arrechucho.

De acuerdo. Lo que usted diga... Pero hay algo que no acabo de entender y, por tanto, me va a permitir que le pregunte: ¿con el poder que tiene Gordillo, según dicen, acaso esperaban que todos los medios se pusieran en contra de él?

Sí; claro que sí. Y es que hubo quien se encargó de propalar que la actitud adoptada por Gordillo en el caso de los menores estaba mal vista y que había licencia para jugar con él como el viento lo hace con la flor del vilano. Y... chasco al canto: pues Gordillo, amén de recuperado físicamente, no ha perdido un ápice de poder.
 

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