La Viceconsejería de Festejos es consciente de que el
Auditorio de la Marina no está siendo el mejor sitio para
albergar la Mejilloná. Algunos autores consultados
consideran que la climatología y la falta de avituallamiento
desluce mucho un acto que pretende dar la bienvenida al
concurso de agrupaciones que se celebra una semana después
en el Siete Colinas. El Poblado podría volver a acoger esta
cita.
El día de viento que se vivió el domingo 15 de febrero en
toda Ceuta se palpó de manera significativa en el Auditorio
de la Marina. Los componentes de las agrupaciones notaron
como el viento cantaba más fuerte que ellos y los micrófonos
instalados recogían mejor su soplido que el de los versos de
las agrupaciones. Además, el frío se hizo notar al ser éste
un lugar más amplio y sin resguardo.
Por este motivo, algunos autores y directores de
agrupaciones han mostrado sus quejas en los corrillos del
mundo carnavalero. Consultada la Viceconsejería de Festejos,
Francisco Luis Jiménez aseguró que el organismo que él
dirige se está planteando regresar al Poblado Marinero tres
años después. Fue en febrero de 2006 la última vez que este
recinto acogió la Mejilloná. Años atrás, incluso la Gran Vía
albergó la jornada carnavalera. El traslado del acto del
Poblado al Auditorio de la Marina se creyó conveniente en su
momento, por ser éste un lugar más espacioso, con un
escenario más amplio y que cuenta con un graderío. Pero el
paso de los años ha dejado al descubierto algunas carencias.
“No tiene un sitio cercano donde comprarle al niño un
bocadillo”, aseguó Payto, director de ‘Los reyes del
tatachán’. Por su parte, Josemi Romero, autor de dos
comparsas y una chirigota no dudó en proponer el Poblado
como un lugar “más recogido” y con bares donde tomar un
refrigerio. Desde el Chiricoro se apunta a la falta de
organización. Uno de sus componentes, que prefiere mantener
oculto su nombre, aseguró que hubo incluso músicos que
tuvieron que hacer cola para entrar al recinto, o que
algunos asistentes tuvieron que dejar en la puerta de
entrada la bebida.
Sí fue constatable la ausencia de cerveza al poco tiempo de
abrirse la barra y la falta de un ambigú para comprar
comida. Y tampoco fue posible ver a gente abrir el ‘táper’
con una tortilla de patatas o con un filete empanado.
Uno de los motivos fundamentales por los que Festejo
trasladó al Auditorio la Mejilloná fue no disponer de un
local para envasar los más de 1.000 kilos de mejillones, una
tarea que difícilmente puede llevarse a cabo al aire libre.
Festejos tendrá que buscar un lugar donde volver a llevar a
cabo esta tarea en caso de que finalmente decida regresar al
Poblado. Al no haber ningún representante legal de las
agrupaciones, la Viceconsejería no ha recibido quejas
formales. Otros autores creen que la Marina está bien y que
cualquier sitio descubierto conlleva los mismos riesgos.
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