La consecuencia más dramática de
la recesión que sufre nuestra economía es, sin lugar a
dudas, el espectacular incremento del desempleo que esta
alcanzando cifras inimaginables incluso, para quienes
basaron su campaña electoral en la frase “por el pleno
empleo” y ahora, justifican su incapacidad con insólitos
argumentos cimentados en la demagogia más rancia por tanto,
indigna escuchar a nuestro Presidente del Gobierno afirmar
ante una nutrida representación ciudadana, en un conocido
programa de la televisión que, jamás se habían planteado el
pleno empleo como objetivo de la Legislatura, el eslogan
utilizado tan solo recogía una intención de futuro.
La cifras ofrecidas por el Instituto Nacional de Empleo en
los últimos días confirman los presagios más negativos
ofrecidos por destacados economistas durante la última
campaña electoral celebrada desmentidos rotundamente por los
líderes socialistas. Un año más tarde, el número de parados
registrados en este organismo traspasó en enero la cota de
los 3,3 millones de desempleados, convirtiéndose en la mayor
subida en un mes de toda la serie histórica que arranca en
1996 desencadenando las declaraciones del histórico
dirigente socialista, Joaquín Almunia, comisario europeo de
Asuntos Económicos y Monetarios en las que expresa su
desolación.
Reflexionar sobre estas cifras de desempleo que afectan en
mayor medida a nuestro país por encima de otros estados
miembros de la Unión Europea es hacerlo en relación al
incremento de la población activa que se incorpora por
primera vez para buscar un trabajo, circunstancia
relacionada directamente con las políticas de inmigración
propiciadas por los Ejecutivos socialistas de José Luis
Rodríguez Zapatero entre otras problemáticas.
Por tanto, resulta evidente que las organizaciones
sindicales deberían concienciarse del incremento
espectacular que ha experimentado el desempleo en los
últimos meses en nuestro país actuando en consecuencia. Los
intereses de todos los trabajadores españoles deben
valorarse en mayor medida que los intereses políticos de las
diferentes centrales sindicales cercanas a los intereses del
Ejecutivo socialista. En definitiva, es momento de convocar
importantes movilizaciones populares que hagan recapacitar a
unos políticos adormecidos incapaces de adoptar las medidas
conducentes a subsanar nuestra precaria situación.
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