Estamos en Carnaval y como tal
debemos aprovechar estos días para divertirnos lo mejor que
podamos. Yo he decidido viajar a Amposta, una población
ribereña del Ebro, muy cerca de su desembocadura en el Delta
del mismo nombre que el río, donde se celebra un carnaval
comiendo a porrillo alcachofas, carxofes en catalán.
El viernes, como ya me viene siendo habitual cada dos
viernes al mes, he acudido al Colegio de Periodistas de
Catalunya para asistir al debate con el subdirector de los
Mossos d’Esquadra, la policía catalana, con la sala de
prensa completamente llena.
El segundo jefe de los mossos ha expuesto la historia del
cuerpo, lo que hace y hará, sobresaliendo el tema dedicado
al tráfico con algunas puesta en escena mediante fotos
animadas de tremendos accidentes.
Habló largo y tendido sobre la delincuencia organizada,
sobre el trabajo que hace la policía catalana en todo el
territorio de su incumbencia; puso en pantalla las
estadísticas sobre el crimen; el número de personas que
detienen; las acciones que se ven obligados a realizar
contra manifestantes y huelguistas…, en fin, habló de todo
lo concerniente al cuerpo policial catalán.
Mi intervención estaba prevista con numerosas preguntas pero
se vio reducida a solamente un tema debido a que el
moderador, mi gran amigo y excelente periodista e
investigador Guillem Carles, me rogó que apurara porque el
tiempo apremiaba.
De los muchos temas decidí escoger el de las manifestaciones
y huelgas. Pregunté que quién ordena sacar la artillería
contra manifestantes cuando éstos son trabajadores o
estudiantes y nunca contra los manifestantes de escalas
superiores. Le hice una pregunta algo retorcida de la que
esperaba pudiera responderme como responsable de un cuerpo
policial en la democracia (recordemos que Catalunya tiene su
propio cuerpo de policía gracias a la democracia ¿no?)
Bien, la pregunta era si en el hipotético caso de que los
jueces hicieran una huelga o manifestación de la misma
manera que los trabajadores y estudiantes… ¿la policía
cargaría contra los jueces con igual contundencia?... huelga
la respuesta.
Pese a que no es político, el subdirector de los mossos,
tenía que responder a cualquier cuestión que se le
formulara, sino no habría merecido la pena que se presentara
al debate. No podía responder con responsabilidad implícita
porque no era lo suyo, pero tenía que haber previsto esas
contingencias que dan de lleno al cuerpo policial cuando la
prensa sólo destaca la mala imagen del mismo.
No quería comprometerle con preguntas más incisivas porque
éstas las debería responder el Conseller (Consejero)
responsable del cuerpo. Una de las preguntas que quería
formularle, pero que no la hice, se refería al tema de los
inhibidores de radares. Quería preguntarle en base a qué ley
prohíben que los conductores lleven ese aparato incluido en
los GPS y en cambio controlan hasta las pulgas a través del
susodicho aparato.
Otra de las preguntas que quería formularle era acerca de la
última directiva sobre los modulares (teléfonos móviles) que
obliga a todo portador del mismo, los de tarjeta prepago, a
declararse e identificarse so pena de cortarle la
comunicación indefinidamente.
Diríase que estamos en un Estado policial donde todos los
ciudadanos son controlados (radares fotográficos, cámaras en
las calles, “Spyware” en Internet, etc.) como si
estuviéramos en el futuro y cada uno de nosotros lleváramos
un chip injertado en nuestro cerebro con el que controlarnos
cada movimiento y cuando cometiéramos un hecho, que la ley
de los ricos considera delictivo,… ¡pum! A volar hecho
pedazos por mandato del comisario responsable de apretar los
botones detonadores a distancia.
Le quería hacer saber que estamos en un curioso país en el
que unas copas de más resulta ser un atenuante para un
agresor racista y por el contrario es un agravante para un
conductor de vehículos motorizados…
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