Es tiempo de serpentina y papelillo, de críticas y libertad
de expresión, de risas y compás de tres por cuatro. Febrero
llega por todo lo alto, con el Carnaval a cuestas y tras
haber pasado un enero de crisis. Una crisis que los
antifaces no temen, que el disfraz no escatima, y los
comerciantes, no acreditan.
Diferentes establecimientos de la ciudad autónoma han visto
en la venta de disfraces, accesorios, maquillajes y
complementos, su particular agosto. Un agosto que comenzó
hace apenas un mes y que concluirá la semana próxima con la
quema del dios Momo. “En estos Carnavales no se ha notado la
crisis como en Navidades o el mes de enero. Con respecto a
otros años, las ventas son similares; se pica algo más que
en otros meses pero tampoco excesivamente”, explica Mina
Mehedi, comerciante de la calle Real.
A la hora de representar personajes cinematográficos,
ocultar la mirada o simular a un héroe o acontecimiento
histórico, la edad no tiene límites porque nunca se es lo
demasiado joven ni mayor para sacar del armario el disfraz.
“Vienen adultos y niños, algunos se llevan disfraz completo
y otros sólo accesorios para echarse encima. También se
suelen vender mucho para los mayores las pelucas, las
caretas y los sprays, muchas purpurinas y maquillajes de
fantasía”, añade Mehedi.
En cuanto a gustos y preferencias, no varían en exceso, de
manera contraria a las modas. Los disfraces estrellas o más
solicitados entre los pequeños, “el de pirata, bombero,
indio o princesa. Y los mayores, suelen comprar por grupos,
sobre todo la gente joven. Las chicas vienen para ver el
catálogo y suelen escoger tipos televisivos, de películas
que ven, incluso se los prueban y se echan fotos para ver
cómo les quedan”, aclaraba José María, de disfraces Currito.
Este establecimiento, dedicado a este sector específico de
venta, cuenta con una clientela fija y “no he notado la
crisis. La gente sigue viniendo y lo más gordo llegará la
semana que viene, el día antes, que todo el mundo buscará
algo para disfrazarse en el último momento”, apostillaba.
Sin embargo, no siempre llueve a gusto de todos. Otros
mercaderes sí que han notado la crisis y un descenso en las
ventas, buscando precios más económicos o simplemente algo
que llevar que simule el Carnaval. “Se vende menos, la gente
quiere disfraces de menor valor, baratos, como los de bruja,
diablo o fuera de lo común. Esperamos que la semana que
viene venga la gente a solicitar tanto tipos completos como
accesorios, pero no se está gastando mucho”, sintetizaba
Jorge, propietario del establecimiento Cutillas.
No hay tendencias ni modas nuevas pero lo que si han
acreditado los comerciantes de la ciudad es que los
antifaces, por lo menos, no entienden de crisis.
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Controles sanitarios en la venta de accesorios carnavalescos
Las devoluciones de disfraces,
como suele ocurrir con casi todos los productos del mercado,
también tienen sus indicaciones. Como explica el propietario
de disfraces Currito, “las pelucas y las pestañas no se
pueden abrir ni cambiar porque hay que seguir unas pautas
sanitarias. Las alergias o cualquier infección se pueden
traspasar a través de simples pelucas y cuando llega el
encargado de Sanidad, el que responde es el comerciante”. La
Asociación General de Consumidores (ASGECO) recuerda que los
disfraces y accesorios destinados a niños menores de 14 años
son considerados como juguetes y deben adecuarse a la
legislación específica en vigor (nombre, marca registrada y
dirección del fabricante, marca de seguridad CE,
instrucciones de uso en español y edad a la que se destina
el disfraz, condiciones de uso, etc.). Dicha asociación
aconseja no comprar disfraces, accesorios y sobre todo,
cosméticos en puestos callejeros ilegales, ya que estas
ventas se realizan al margen de cualquier control
administrativo y sanitario, por lo que no ofrecen ninguna
garantía. Además, aunque el precio bajo pueda hacer que el
producto nos parezca más atractivo, se deben extremar las
precauciones al comprar en los bazares orientales y tiendas
multiprecios
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