Esta noche, en el Siete Colinas,
se celebra el concurso de comparsas, chirigotas y cuartetos
de nuestros carnavales. Como cada año, desde que dije adiós
o mejor dicho me eliminaron de presentador de los mismos, el
mas inútil de los consejeros de Festejos que ha pasado por
esta tierra, me sentaré en mi sofá y me dedicaré a escuchar
a todos y cada uno de los participantes aunque, al día
siguiente, me cueste un enorme esfuerzo abrir los ojos al
mundo mundial.
Siempre tengo un deseo cuando se inicia el concurso, que
todos los que escuchen sepan y entiendan que esto es, simple
y llanamente, carnaval donde las letrillas irónicas y con
sorna, criticas por supuesto, son la salsa de los
carnavales. Sin esas letrillas y sin esas criticas, que
pueden sentar mejor o peor, según se tomen las mismas, los
carnavales no tienen razón de existir.
En los carnavales se han criticado al Rey, al Papa, a la
Semana Santa y a todo lo que las comparsas, chirigotas y
cuartetos han tenido a bien criticar, sin que nadie se haya
molestado lo más mínimo por esas criticas lanzadas por los
carnavaleros.
Por eso siempre he tenido ese deseo de que tengamos la
fiesta en paz y nadie, absolutamente nadie, se moleste o se
dé por ofendido por las criticas que puedan recibir de las
letrillas cantadas en el concurso de carnaval, porque son
letrillas de humor que no tratan de ofender a nada ni a
nadie y de las que nadie se acuerda en cuanto pasan quince
días que se acabó el carnaval.
Además hay un remedio infalible, para todos aquellos que
puedan o crean sentirse ofendidos por alguna de las
letrillas, con no ir a presenciar el concurso asunto
solucionado.
Todos tenemos que entender, de una vez por todas, que la
gracia o la salsa del carnaval está en lo que digan esas
letrillas capaces de criticar con fino humor, todo lo que
haya que criticar. Lo que no se puede hacer, es creerse más
papista que el Papa, reírse cuando se critique al Rey, al
Papa o la Semana Santa, y lanzarnos contra los carnavaleros
cuando esas críticas se realicen contra algo nuestro. No es
de recibo.
Como decía un amigo mío, miembro de “Los de Sevilla “ al que
le toca, le toca. Y eso es lo que hay. Y el que se moleste
“ajo y agua”. Los carnavales, son los carnavales.
No se si se me ha entendido con claridad, lo que he querido
decir en éste escrito, pero la cosa está más clara que el
agua de la playa en tiempo hace poniente, ese tiempo en que
los volaores están más secos que el bolsillo de un parado.
No es justo ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en
el suyo reírnos de las críticas realizadas hacia otros
cargos, personajes e incluso creencias, pero cuidadito con
tocar a los míos, que eso no se debe permitir. Una cosa es
que se metan con otros, pero no conmigo.
Las letrillas, criticas por supuesto, deben ser hechas con
toda la ironía del mundo, pero sin olvidar el buen gusto y
la elegancia al decir las cosas utilizando el doble sentido
de las mismas. Insistimos, para que no haya duda alguna, los
carnavales, son sólo eso, carnavales, Y al que no le guste
que no vaya.
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