Sabía que iba a recibir respuesta
a alguno de mis comentarios respecto a la corrida de toros
que, dicen, ya no se celebrará, pero de ahí a pensar que
cualquiera de mis escritos, como interpreta Mariam Mohamed,
menospreciaran o faltaran a los jóvenes, sólo una mente
calenturienta lo puede decir, pensar o interpretar a su
antojo y capricho.
Y bien saben los jóvenes, los que son ahora alumnos míos,
los que lo han sido y todos cuantos me conocen, incluso
desde antes de que naciera Mariam Mohamed, que estoy siempre
totalmente identificado con ellos, en lo principal, en
darles una formación y en mostrarles, cada día, que en la
educación no entra únicamente saber muchas Matemáticas,
Latín o Griego – yo soy catedrático de Griego, a lo que me
dedico por vocación y por profesión, no por afición - , sino
saber ser persona, respetando a los demás y haciendo, al
mismo tiempo, que los demás te respeten a ti. Sabiendo vivir
y sabiendo cómo puedes respetar la vida de los otros. Siendo
educado y sabiendo comprender lo que es la educación, en uno
mismo y en los demás. Con esto basta.
No voy a seguir en esta dirección porque sería escribir para
alguien que no iba a ver por donde queremos ir y, tal vez,
más tarde volviera a coger el rábano por las hojas, cosa que
no quiero.
He leído y releído los párrafos que Mariam Mohamed ha
entresacado de mis artículos, mediocres según ella, pero
también aquí se contradice, porque yo las mediocridades no
las leo, y ella, sin haber sido citada expresamente (yo no
sabía ni que existía), se da por aludida, y en esos párrafos
que ha entresacado considera ofensa, menosprecio o lo que
ella quiera añadir, a la juventud, porque yo digo, y es
verdad, que la juventud – toda generalización, es cierto,
acarrea inexactitudes – de Ceuta no sabe, porque no lo ha
vivido de cerca, lo que es una corrida de toros. Aquí no se
está faltando a nadie, aquí se está diciendo una realidad
palpable, como en su día hubiera, yo mismo, podido decir que
mi abuela que en paz descanse, por no haberse acercado nunca
a ningún lugar de la costa española, no sabría lo que
indicaba una buena playa o un gran paseo marítimo, por
ejemplo.
En cuanto a si come carne o no, me da lo mismo, lo que digo,
decía y diré es que el “paté de foie”, que puede haber
consumido, si ha querido, no tendría existencia si no se
hubieran sacrificado las ocas.
Y Mariam Mohamed sale a la palestra cuando yo estoy a favor
de los toros, con un No a los toros, pero un Si, a lo que le
conviene.
A los toros van aquellos que quieren pasar por taquilla, en
la fiesta de los toros aparece la democracia más palpable
que en los partidos políticos, cuando son los aficionados
los que logran con sus peticiones los trofeos para el
torero, cuando, en los casos que el toro lo merece, son
ellos los que piden el indulto del animal. Además, cosa que
Mariam Mohamed debe ignorar, hay unas reglas que marcan el
tiempo que debe durar una faena, marcan los lugares desde
donde se debe picar a los toros. Con esta y otras cosas más
posiblemente el desconocimiento de Maraiam Mohamed y otros
como ella verían que la crueldad que aducen está reducida.
De todas formas, si ella y otros como ella no van a los
toros, la fiesta va a seguir igual y los que queremos ir
iremos aquí o en otras partes donde la doble moral no se
muestre de una forma tan hipócrita. Con todo, ella,
presidenta del CJCE, con esa postura intransigente y lejos
del respeto a creencias de los otros, desde ese cargo flaco
favor está haciendo a Ceuta. Fin.
|