No se alarmen, pero de alguna
manera tenía que llamar su atención. Ni ha llovido un
diluvio repentino, ni un brusquísimo y puntual cambio
climático ha sumergido a las dos capitales bajo el agua.
Nada de eso. Intento animarles a ponerse unas gafas de buceo
y darse un zambullido por las oscuras aguas de las
relaciones hispano-marroquíes, particularmente en la
peculiar laguna transfronteriza a un lado y otro del arroyo
de El Tarajal. Porque España y Marruecos, países vecinos por
imperativo geográfico, despliegan en la región del Estrecho
buena parte del peculiar juego que se traen entre manos:
España, en general, a la defensiva intentando parar goles;
Marruecos, generalmente, a la ofensiva buscando alcanzar el
fondo de la red.
A estas horas ya debe de estar en la Península el abogado
tetuaní Hajji, invitado estrella al congreso de la
Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en
España, ATIME, importante organización que a estas alturas
alinearía con los intereses expresos de Rabat. ATIME fue
fundada por el histórico Abdel Hamid Beyuki, huido el pobre
en aquellos tiempos heroicos a España como refugiado
político y desde hace unos cuantos años vuelto a la generosa
Patria como próspero empresario y progresista político en
las filas de la USFP. Beyuki es autor de un interesante
libro sobre “La transición en Marruecos”, editado en Madrid
en enero de 2000 prologado ni más ni menos que por Diego
López Garrido. Algo conocí ATIME en sus primeros tiempos,
llegando incluso hasta alojar en verano, en las colonias de
vacaciones que entonces dirigía, a algunas adolescentes
marroquíes residentes en España para que pudieran disfrutar
de unas vacaciones dignas. ¡Lo que es el río de la vida!. No
podía imaginar que iba a residir luego en la villa natal de
Beyuki, Río Martín (Martil para nuestros vecinos) donde
nuestro hombre, reconciliado con la “evolución” del Régimen
alauí (que no “transición”, Abdel Hamid), ha encontrado en
los últimos años una confortable sinecura. El control de la
emigración marroquí en su país de acogida, España, como
eventual fuerza de maniobra y no solo por legítimos motivos
de seguridad hispano-marroquíes es uno de los principales
objetivos, bajo las aguas, de la DGED.
Otra diana en inmersión, además de los tradicionales
movimientos sobre Ceuta y Melilla, es la erosión de la
imagen y legitimidad de España: bien hostigando directamente
y con cualquier fútil motivo la emblemática legación
diplomática del Consulado General en Tetuán, bien
intoxicando a la opinión pública marroquí con medias
verdades, como hacía el otro día una cobarde y mercenaria
firma anónima en el diario “Assabahya” utilizando con
demagogia el triste caso de la niña Rania Cheij. Por cierto,
a finales de mes y primeros de marzo se celebrará, en Cabila,
el primer acto de un estudiado movimiento en profundidad en
forma de congreso organizado por el “Centro para la Memoria
Común y el Porvenir”, relativo a la participación de miles
de marroquíes en la Guerra Civil de 1936 al que asistirán
destacados profesionales marroquíes y españoles y al que
habría confirmado su asistencia el juez Garzón. No se
preocupen: este escribiente, que también tendrá sus minutos
aportando una modesta comunicación, les mantendrá al día
columna a columna. Y cuando puedan, ya saben, hagan
prácticas de submarinismo, porque en la superficie apenas
verán nada. También debo comentarles otro día la interesante
iniciativa de “Tamuda” y su proyecto de páginas en español
dedicadas a Ceuta.
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