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OPINIÓN - VIERNES, 20 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / SNIPER

Rabat y Madrid, bajo las aguas
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

No se alarmen, pero de alguna manera tenía que llamar su atención. Ni ha llovido un diluvio repentino, ni un brusquísimo y puntual cambio climático ha sumergido a las dos capitales bajo el agua. Nada de eso. Intento animarles a ponerse unas gafas de buceo y darse un zambullido por las oscuras aguas de las relaciones hispano-marroquíes, particularmente en la peculiar laguna transfronteriza a un lado y otro del arroyo de El Tarajal. Porque España y Marruecos, países vecinos por imperativo geográfico, despliegan en la región del Estrecho buena parte del peculiar juego que se traen entre manos: España, en general, a la defensiva intentando parar goles; Marruecos, generalmente, a la ofensiva buscando alcanzar el fondo de la red.

A estas horas ya debe de estar en la Península el abogado tetuaní Hajji, invitado estrella al congreso de la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en España, ATIME, importante organización que a estas alturas alinearía con los intereses expresos de Rabat. ATIME fue fundada por el histórico Abdel Hamid Beyuki, huido el pobre en aquellos tiempos heroicos a España como refugiado político y desde hace unos cuantos años vuelto a la generosa Patria como próspero empresario y progresista político en las filas de la USFP. Beyuki es autor de un interesante libro sobre “La transición en Marruecos”, editado en Madrid en enero de 2000 prologado ni más ni menos que por Diego López Garrido. Algo conocí ATIME en sus primeros tiempos, llegando incluso hasta alojar en verano, en las colonias de vacaciones que entonces dirigía, a algunas adolescentes marroquíes residentes en España para que pudieran disfrutar de unas vacaciones dignas. ¡Lo que es el río de la vida!. No podía imaginar que iba a residir luego en la villa natal de Beyuki, Río Martín (Martil para nuestros vecinos) donde nuestro hombre, reconciliado con la “evolución” del Régimen alauí (que no “transición”, Abdel Hamid), ha encontrado en los últimos años una confortable sinecura. El control de la emigración marroquí en su país de acogida, España, como eventual fuerza de maniobra y no solo por legítimos motivos de seguridad hispano-marroquíes es uno de los principales objetivos, bajo las aguas, de la DGED.

Otra diana en inmersión, además de los tradicionales movimientos sobre Ceuta y Melilla, es la erosión de la imagen y legitimidad de España: bien hostigando directamente y con cualquier fútil motivo la emblemática legación diplomática del Consulado General en Tetuán, bien intoxicando a la opinión pública marroquí con medias verdades, como hacía el otro día una cobarde y mercenaria firma anónima en el diario “Assabahya” utilizando con demagogia el triste caso de la niña Rania Cheij. Por cierto, a finales de mes y primeros de marzo se celebrará, en Cabila, el primer acto de un estudiado movimiento en profundidad en forma de congreso organizado por el “Centro para la Memoria Común y el Porvenir”, relativo a la participación de miles de marroquíes en la Guerra Civil de 1936 al que asistirán destacados profesionales marroquíes y españoles y al que habría confirmado su asistencia el juez Garzón. No se preocupen: este escribiente, que también tendrá sus minutos aportando una modesta comunicación, les mantendrá al día columna a columna. Y cuando puedan, ya saben, hagan prácticas de submarinismo, porque en la superficie apenas verán nada. También debo comentarles otro día la interesante iniciativa de “Tamuda” y su proyecto de páginas en español dedicadas a Ceuta.
 

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