Estaba considerada por la LOGSE,
esa Ley que se nos impone por el PSOE a su llegada al
Gobierno, como una de las acciones de más significado en el
Proyecto de Reforma. “Los Profesores-maestros, especialmente
los tutores, han de conocer las aptitudes, intereses y
posibilidades de desarrollo de las capacidades de cada
alumno, para orientar a los equipos educativos en los
proyectos curriculares y las adaptaciones curriculares, así
como para orientar a los alumnos en su proceso de
aprendizaje. Otras funciones de la acción tutorial están
dirigidas a las relaciones escolares con la familia y del
alumno en el conjunto de la comunidad educativa, y también a
la atención de los alumnos con necesidades educativas
especiales. La acción tutorial se desarrolla en estrecha
relación con los departamentos de orientación.
Leído con atención el contenido del texto, llevar a cabo la
“acción tutorial” se presentaba como la panacea para evitar
el fracaso escolar, ya que de lo que se trataba era mejorar
el rendimiento escolar del alumno. Claro, que había que
matizar el significado de expresiones novedosas para el
profesorado: “Proyectos curriculares”, “alumnos con
necesidades educativas especiales” “enseñanza comprensiva”,
“nivel de concreción”… que en la propia Ley se
desarrollaban.
En aquellos momentos de implantación de la de ley, los
centros hicieron al pie de la letra, todo lo que se refería
a la Reforma, dejando atrás todo el contenido de la ley
anterior, que no era otra que la EGB, de grato recuerdo para
todos aquellos que nos vimos comprometidos con su
implantación y desarrollo. Siempre, movido por la nostalgia,
en mi caso, de haber realizado buena parte de mi trabajo en
la mencionada ley y, en especial, en los cursos de la
segunda etapa, donde al finalizarla, era un momento obligado
de decisión, tanto para el título de Graduado Escolar como
el Certificado de Escolaridad, que posibilitaban para
continuar, pero no obligar a un camino único, por lo que se
imponía una reflexión con ayuda de los padres, tutores,
especialistas, para llegar a una decisión personal y madura.
Para el Consejo Orientador la elección más indicada, según
las características de cada alumno, se realizaba un
seguimiento desde que el alumno accedía a la 2ª etapa, pero
la mayor actividad tutorial se llevaba a cabo en el último
curso, es decir, en el 8º Curso.
Para las aportaciones al Consejo Orientador, se elaboraba un
cuadernillo donde se recogían: factores biológicos, la
personalidad, las actitudes intelectuales y profesionales
estudio de la formación cultural, la inteligencia, donde se
aplicaba el test Factor “G” de Catell.
Conviene recordar que, al finalizar un alumno la EGB, podía
incorporarse a un centro de Enseñanza Media, donde podía
realizar el llamado Bachillerato Unificado Polivalente
(BUP), siempre que se obtuviera el Graduado Escolar, es
decir, la llamada “vía académica”, aunque no
obligatoriamente, ya que algunos, los menos, se incorporaban
a la Formación Profesional, a la que también podían acceder
aquellos que sólo obtuvieran el Certificado de Escolaridad
para realizar FP1 y FP2, la primera con dos cursos y la
segunda con tres.
Recuerdo el Consejo Escolar de un alumno de gran rendimiento
escolar, donde, lógicamente le aconsejábamos la “vía
académica” con la garantía de haber podido realizar un buen
Bachillerato. Por falta de recursos económicos, tuvo que
elegir la “via profesional”, donde, como no podía ser de
otra forma, superó con brillantez su Formación Profesional.
En la elaboración del test de inteligencia, en nuestro caso,
utilizábamos el “factor G de Catell” de alta fiabilidad.
Teníamos por sistema enviar a los padres, en sobre cerrado,
el C.I. obtenido por sus hijos. En algunos casos se
acercaban al centro para recibir explicaciones por parte del
tutor. En mi caso, en una ocasión, un padre me refirió que
no estaba de acuerdo con el resultado obtenido por su hijo,
ya que consideraba que su hijo tenía un C.I. más alto. Le
mostré el instrumento utilizado y la fiabilidad que tenía, y
se marchó todo disgustado, añadiendo que los test de
inteligencia no sirven para nada.
Todo el seguimiento que se hacía al alumnado para llegar a
la elaboración del Consejo Orientador, era labor de todo el
equipo docente, en su actividad de acción tutorial, con
realización de Técnicas Grupales de Orientación (Sociogramas);
Test de inteligencia; charla-coloquio sobre profesiones más
demandadas; reflexiones sobre el rendimiento escolar;
cuestionarios de intereses profesionales; encuestas a
padres…
En muchos casos se ha entendido la acción tutorial como una
actividad, incompleta por supuesto, limitada solo a recibir
a la familia para información sobre el comportamiento o
rendimiento del alumno, que si no era asunto de urgencia los
padres no aparecían, por lo que ni esta parcela se llevaba a
cabo. No sé cómo será en la actualidad aunque presiento que
nada ha cambiado, pero el 4º de la ESO, bien merecería una
atención muy especial.
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