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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Hay que ayudar a Abdeselam Hamed
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Creo haber escrito ya en varias ocasiones sobre los taxistas. Con el fin de hacerle el artículo a un gremio cuyos componentes propician comentarios para todos los gustos. Debido a que unos pocos, de comportamientos desordenados, como los hay en todas las profesiones, suelen hacerle un flaco favor a esa mayoría de conductores espléndidos en todos los sentidos.

A mí me han merecido siempre mucho respeto los taxistas. Tal vez porque he sido cliente de ellos desde muy joven, costumbre que no he perdido, y reconozco que pegando la hebra con ellos he aprendido muchísimo y he podido estar al cabo de la calle de lo que pensaba la gente acerca de cualquier problema considerado de interés general. De manera que ni siquiera las encuestas podían in formarme mejor de ese sentir.

De los taxistas admiro, cómo no, el valor que tienen al exponerse a toda clase de peligros, desde el preciso momento en que aceptan prestar servicios a clientes de todo tipo. Y con los que han de hacer un recorrido incierto y con gran peligro para su integridad física. No hace falta recurrir a ningún tipo de ejemplo. Ya que son harto conocido los casos en los que muchos han perdido la vida o han quedado diezmado físicamente, para el resto de sus vidas. Lo que nos indica que es una profesión que entraña gran riesgo.

En Ceuta, en vista de lo antedicho, es decir, por ser un cliente habitual del taxi, mantengo unas estupendas relaciones con casi todos los taxistas. Y raro es el día en el cual no trabe conversación con el que me haya tocado en suerte, en ese momento. Disfruto, además, de la manera que tienen de atenderme. Y a medida que voy conociendo a más profesionales, más posibilidades tengo de apreciarles en lo que valen.

En estos momentos, un taxista está pasando por un mal trance. Lo han detenido en Marruecos. Y, según leo, todo se debe a un error de los muchos que se producen cuando se vende un coche y el papeleo administrativo o no se lleva bien por una de las partes o se produce el despiste de cualquier funcionario. Es algo que a mí me tocó vivir y que me dio muchos quebraderos de cabeza. Máxime si el comprador del vehículo lo usa para cometer delitos.

Pero es que Abdeselam Hamed, el taxista que está ingresado en una cárcel de Marruecos, es alguien a quien yo conozco desde hace 28 años. Así como suena. Vamos, desde el primer día en que yo arribé a esta ciudad. Y he compartido con él muchas horas de ocio. Horas en las que nos dio tiempo a conversar de fútbol, porque Abdeselam es un gran aficionado al deporte rey; y que me permitieron conocer sus enormes deseos de situarse en la vida para formar una familia. Y asimismo me empapé, oyéndole una y otra vez, de que es un hombre de bien.

Hace nada me subí a su vehículo y hablamos de todo. Y hasta tuvimos tiempo de reírnos al recordar muestras noches de noctívagos. Por cierto, Abdeselam Hamed no paró de celebrarme lo que sentía por su hijo.

Los taxistas han hecho muy bien en solicitar a la Delegación del Gobierno permiso para manifestarse en la frontera a fin de pedir la liberación de su compañero. Encarcelado por un lamentable error. Y el delegado del Gobierno por acceder a la petición. Pero tampoco estaría de más que José Fernández Chacón hiciera todo lo que estuviera en sus manos para obtener la libertad de Abdeselam H.
 

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