Una vez muerto Mahoma y al no
dejar sucesión fue elegido Abú Bakr (padre de Aisha, la
preferida del Profeta), quien junto a los tres siguientes
califas inauguró el periodo de los “Rachidún” o Bien Guiados
(632 a 661 de la Era Común): Abú Bakr muere combatiendo
mientras que Omar Ibn Yatab, Otmán Ibn Affan (ambos yernos
de Mahoma) y Alí son asesinados. Tras la muerte del último
el naciente árbol del Islam se desgaja en tres grandes
ramas: el Sunnismo, el Shiísmo y otra escisión radical de
éste, el Khariyismo (del que ha sobrevivido la corriente del
Ibadismo). Tras la derrota de Alí (no aceptada por los
suyos), Mouaiyaj Ibn Abu-Sufian, wali de Damasco, proclama
el Califato Omeya (661-750), que es sustituído por el
Califato Abasí (750-1258) tras el alevoso asesinato de 80
príncipes omeyas a excepción del joven Abderrahmán, quien
logra huir hasta Al-Andalus (la España musulmana) donde
fundaría el Emirato Omeya de Córdoba (756).
Después de una gran revuelta el nuevo Califato abasí fue
entronizado (749) en la mezquita-aljama de Kufah (Irak),
donde se traslada el nuevo centro de gravedad del Islam
sunní hasta que en el 762 se funda Bagdad (“Madinat al Salam”,
Ciudad de la Paz). Tras tres siglos de esplendor comienza la
decadencia, cuya agonía se prolonga durante algo más de
doscientos años. Pese a todo el poderío abasí el proceso de
desmembración y “fitna” (división) fue constante: en Al-Andalus,
el Emirato primero (756) y el Califato de Córdoba después
(929) fundado por Abderrahmán III entroncando con la
legitimidad omeya, se hacen independientes política y
espiritualmente de Bagdad; en el Maghren nacen las dinastías
Idrisí (de ascendencia shií, Marruecos 788-974) y Aglabí
(Túnez, 800-909); Egipto-Siria caen bajo los Tuluníes
(868-905) y, tras un breve interregno abasí de treinta años,
se abre paso la dinastía de origen turco de los Ijshid
(935-1171) que originan el Califato Fatimí (de ideología
shií), al que substituye el Sultanato Ayubí fundado por el
kurdo Saladino (1171-1252), el gran vencedor de los Cruzados
en los Cuernos de Hittín (Galilea) que es barrido, a su vez,
por el Sultanato-Califato Mameluco de El Cairo (1260-1520).
Finalmente la gran invasión mongola de Hulagú, nieto de
Gengis Khan, debeló a sangre y fuego Bagdad (1258) arrasando
el Califato Abasí, fundando los mongoles en Persia tras
convertirse al Islam la dinastía de los Ikanes (1256-1353).
En el Mediterráneo Occidental y tras la desaparición en Al-Andalus
del Califato Omeya (1031), toman el relevo los Reinos de
Taifas que son absorbidos primero por los Almorávides
(1125-1269), dinastía bereber procedente del Sahel y Senegal
que no obstante reconoce la autoridad espiritual del Califa
Abasí y más tarde por los Almohades (1130-1269), “Los
Unitarios”, surgidos de las tribus bereberes Masmudas del
Atlas marroquí; su fundador, Ibn Tumart, se proclama “Mahdi”
y reclama el Califato.
Finalmente en 1290 (y hasta ser abolido por Mustafá Kemal em
1924) se desarrolla el Califato Otomano basando su
expansión, como en los primeros tiempos de los Califas
“Rachidún, mediante la expansión militar y el botín de
guerra. En 1453 Mehmet II debela la Constantinopla
bizantina, desde entonces Estambul, islamizando por la
fuerza buena parte de Europa (Grecia y los Balcanes) y
sometiendo el Maghreb, a excepción de Marruecos.
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