LUNES. 9
Ayer nos fue comunicado el fallecimiento de Manolo
Jiménez. Y en mi casa lloramos todos. Derramamos
lágrimas por un hombre a quienes los míos le deben
muchísimo. Y, dado que yo sé lo que hizo por ellos, cuando
ni siquiera yo pensaba residir aquí, sentí el dolor por la
muerte del amigo. Del amigo que un día, saltándose a la
torera los prejuicios de la época, dio muestras de tener más
valor que el Guerra (me refiero al torero). Un día
antes de lo suyo, estuvimos hablando por teléfono con él. Ya
que sabíamos que había estado cierto tiempo bajo observación
médica. El tiempo que yo no he podido verle por la calle y
disfrutar de su conversación. Algo que hacíamos casi a
diario. Siento la enorme tristeza que embarga a Paz,
su extraordinaria esposa. Pero siempre le queda la
satisfacción de contar con el amor que le profesan sus
hijos: Bárbara, Enrique, Manolo y Jorge. A
todos ellos, me permito recordarles que su padre fue un
hombre bueno; bueno, de verdad. Porque así lo avalan sus
hechos en esta vida.
MARTES. 10
La mañana es espléndida y doy mi acostumbrado paseo por el
centro de una ciudad que está más bonita cada día. Lo digo,
una vez más, porque sé que referirlo le fastidia a los
clásicos y conocidos reventadores profesionales. Y al pasar
por delante de una perfumería, me da por mirar hacia dentro
y descubro que ella está allí. Ella es África Ávalos.
Una mujer que no sé cómo se las apaña para mantener ese
aspecto juvenil tan destacado y natural que luce. África ha
sido compañera de trabajo hasta hace nada. Y, aunque la
conocía desde que era una niña, el tiempo que la he tratado
en la sede de ‘El Pueblo de Ceuta’, me ha servido para
apreciarla aún más. Así se lo he dicho en cuanto la he
abordado para saludarla. Y ella, tan afectuosa como siempre,
no ha dejado de sonreír y de contarme cosas de su nuevo
empleo. Porque a mi amiga lo que de verdad le gusta es
organizar fiestas: celebraciones de bodas, bautizos,
aniversarios... Y, según me dice, está trabajando en sitio
que le permite desarrollar actividades que le agradan
sobremanera. Y le deseo lo mejor. Faltaría más.
MIÉRCOLES. 11
Llevo varios días tratando de hablar con Diego Sastre.
Pero la suerte me es esquiva. Cuando llego al sitio donde
debo encontrarle resulta que él no está allí. Es decir, que
nunca acierto yo. El motivo de querer verle es para que me
explique, aunque sea por encima, cómo está viviendo el éxito
conseguido como hacedor, junto a dos compañeros más, del
Stand de Ceuta en FITUR. Éxito que me ha sido corroborado
por varias personas que estuvieron en la Feria. Hoy tampoco
he podido preguntarle a Diego, pero he tenido la fortuna de
hallarme con Hamadi Ananou. Un artista del daguerrotipo. Y
éste, siempre tan dispuesto a pegar la hebra conmigo, me
explica minuciosamente todo lo concerniente al Stand por
medio de imágenes espléndidas. Cierto es que el éxito estaba
asegurado desde el preciso momento en que Diego Sastre,
Antonio San Martín y Hamadi Ananou ganaron el
concurso. Pues bien, a pesar de eso, me consta que han sido
capaces de superar lo que se preveía. Así se lo hago saber
al hombre que me atiende, ante la ausencia de Diego. Hamadi,
además de ponerme al tanto de lo ocurrido en FITUR, me
regala dos calendarios con vistas de Ceuta. Joyas
auténticas.
JUEVES. 12
Cada vez que puedo, y puedo dos o tres días a la semana,
visito el restaurante La Pérgola. Porque suelen atenderme
muy bien y porque me agrada el ambiente que reina en el
local. En esta ocasión, cuando estaba a punto de irme, llegó
Pedro Orozco. Saludando con esa alegría desbordante
que tiene y que transmite dondequiera que esté. Y, claro, me
detengo a charlar con él unos minutos. Charla en la cual
participa también Miguel Ángel Vallejo. Pedro, como
ustedes saben, y si acaso no es así, yo no tengo el menor
inconveniente en decirlo, es además de arquitecto técnico un
artista consagrado en el mundo de la pintura. Por más que
él, cuando se le toca el asunto, trate por todos los medios
de no darse por enterado o bien termina respondiendo poco
más o menos que no deja de ser un diletante de los pinceles.
En estos momentos, Pedro está exponiendo sus acuarelas en la
Galería Fundación Ginés Pagán en el Muralla. Exposición que
se puede visitar hasta el día 16. Pero al margen de que sea
un extraordinario dibujante y un artista en todo el sentido
de la palabra, a mí me parece que Pedro es, por encima de
todo, un gran tipo. Una persona encantadora con la que da
gusto conversar.
VIERNES. 13
Me preguntan por cómo me lo pasé en la tradicional Laconada
de carnaval, celebrada por el Centro Gallego en la sala
quinta del Hotel Tryp, el sábado pasado. Y respondo que muy
bien. Mejor dicho: requetebién. Y quienes gustan de saber de
qué manera transcurrió la comida, me recuerdan que, según la
foto publicada en el periódico, los organizadores se
preocuparon de sentarme a una mesa donde debí sentirme muy a
gusto. La verdad es que sí. Por cierto, agradezco nuevamente
el detalle que tuvieron los gallegos al ponerme junto a
personas con las que siempre es una delicia conversar. Eso
sí, lo que no me fue posible es compartir la cuchipanda con
Francisco Márquez, a quien habían colocado a mi vera.
Y todo porque el consejero de Hacienda estaba de viaje. Y os
digo, señores, que me hubiera gustado haber podido conversar
con él. Ya que me han celebrado, más de una vez, el saber
estar de Márquez. Y nada más terminar mi parrafada, quienes
me oían, me confirmaron que con FM da gusto hablar. Que
suele dar pruebas suficientes de tener una educación
exquisita. Y que no se anda por las ramas cuando se trata de
responder a cualquier problema que se le plantee. En fin,
que los contertulios empezaron con la guasa a tirarme de la
lengua acerca de la Laconada y acabaron haciéndole el
artículo al consejero de Hacienda.
SÁBADO. 14
Me topo con Pepe Sillero en la calle Jáudenes. Y,
como siempre que ello ocurre, nos ponemos a charlar. Pepe es
buen lector de periódicos. Y me consta que se pirra por
éste. Y hasta se entretiene en recortar lo que cree más
interesante de ‘El Pueblo’ para enviárselo a quienes, según
él, le solicitan esos recortes para coleccionarlos. No es la
primera vez que nos vemos y me los enseña, como hoy. Hoy,
además, tras intercambiar las primeras palabras, he visto a
Pepe algo preocupado. Por culpa de esos alifafes que a veces
se empeñan en cambiarnos el ritmo de vida que solemos
llevar. A partir de ahí ya hablamos lo justo y sólo me
dediqué a darle ánimos para que no decaiga lo más mínimo y
siga barzoneando como acostumbra. He estado a punto de
llamarlo para que me contara si la prueba de esfuerzo que le
han hecho ha respondido a esa vitalidad suya y a esa mala
salud de hierro que él tiene y que todos deseamos tener.
Pero no me ha sido posible encontrar su teléfono.
|