Es la puesta de largo del trabajo
de muchos meses, por parte de las distintas agrupaciones
carnavalescas.
Y en Ceuta, como en todo el rincón sur en la parte
occidental de la península, los carnavales son algo más que
una fiesta, en los que hay una auténtica entrega, de muchas
horas, mucho trabajo y especialmente mucha ilusión en
mostrar su arte, trabajado a lo largo de muchos días, con
ganas o sin ellas, dejando otras ocupaciones, e incluso
dejando un poco de lado a la familia, en más de una ocasión.
Naturalmente que ello tiene su recompensa, como se demuestra
el hecho de que en muy poco rato se terminaran las entradas
que se habían puesto a la venta, para este concurso de
agrupaciones.
De momento, y antes de ver a quienes corresponden los
premios, todas las agrupaciones se han ganado ya el respeto
y la ilusión de aquellos que quieren verlas actuar.
Y que una quincena de aficionados, o más, se tuvieran que
volver a casa, sin lograr una localidad para el certamen del
próximo día 21, tras haber pasado toda la noche en las
inmediaciones del auditorio de la Marina, nos está diciendo
que hay necesidad imperiosa de contar, cuanto antes, con
unas instalaciones en las que poder representar actuaciones
de este tipo.
El concurso oficial de agrupaciones carnavalescas en el
salón del “Siete Colinas” no puede lucir todo lo que estas
actuaciones merecen, por varias razones:
En primer lugar por la capacidad del local, que nunca se
pensó que iba a ser utilizado para estos fines, cuando se
reestructuró.
Y además, porque todo lo necesario para una actuación, tan
numerosa como es esta, no puede lucir, ni de lejos, incluso
tratando de acondicionarlo lo más posible.
Nada más terminar la venta de localidades, comenzaba el
“murmullo” y la crítica, en otros casos fundada, de por qué
había tantas localidades de protocolo, mientras que los
verdaderos aficionados se quedaban sin poder presenciarlo.
En esas estamos, y la consejera de Educación, Cultura y
Mujer ha asegurado que en esta edición se ha reducido el
número ese de entradas de protocolo. Es lo mejor que se
puede hacer.
La venta de entradas fue de menos de 200, exactamente 184,
entre las del patio de butacas y las del anfiteatro, además,
teniendo en cuenta que hay entradas reservadas para los
componentes de las agrupaciones, dos por persona y que el
aforo del “Siete Colinas” es de poco más de 500 localidades,
queda claro que, aunque se haya reducido el número de
protocolo, todavía en este apartado hay demasiadas.
Este carnaval, pues, en su acto más esperado, aún volverá a
ser en un lugar, el “Siete Colinas”, que no nació para eso,
ni mucho menos, y que sólo el interés desde la Ciudad
Autónoma, por tener un lugar medianamente adecuado, ha hecho
que, desde hace años, actos de este tipo se den aquí.
Para la próxima edición, aunque yo lo veo más que
complicado, hay quienes piensan que podrá ser ya en el
Revellín. Bueno, de ilusión también se vive, y por mi parte
hubiera deseado que ya este año hubiera sido ahí, porque, y
a años pasados me remito, tras esas fiestas no suele quedar
el salón de actos del “Siete Colinas” en las mejores
condiciones. Sobre este asunto ya nos entendemos, ojalá que
este año sea diferente.
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