El PSOE quiso aprovechar los polideportivos descubiertos de
Ceuta como terreno de juego para desgastar a un gobierno de
la Ciudad que juega con más futbolistas que su oponente y
sin tarjetas amarillas. Es cierto que el estado de algunas
pistas de barriadas presenta un estado pírrico, pero dudar
de que la Federación de Vecinos sea un intermediario
eficiente entre la Administración y las instalaciones para
su cuidado fue un error; no sólo por su evidencia, sino
porque suponía echarse encima a una alta proporción de
militantes populares. Los socialistas enfocaron sus
acusaciones sobre O´Donnell, a sabiendas de que allí
contaban con un bastión socialista, el presidente de la
Asociación de Vecinos, Francisco Valero. Le pusieron entre
la espada y la pared. Dijeron los socialistas que la
colocación de la malla supletoria en este polideportivo se
había conseguido gracias a la insistencia que habían
mostrado. Valero, lejos de respaldar esta cínica acusación,
optó por el camino de la justicia y la sinceridad y dijo que
esa deficiencia estaba prevista ser reparada hacía siete
meses. “Al César lo que es del César”, valoró para este
medio. Ahora alguna socialista descontenta acusa de traición
a Valero desde un foro, más allá de felicitarlo por defender
la verdad con independencia de las siglas. Los socialistas
siguen manifestando con estas actitudes las dos vertientes
que le rigen actualmente: una que ha cogido más fuerza que
otra, y que tira hacia el camino del ‘progre’ que viste
Versace; otra, la tradicional socialista, esa a la que todos
nos adscribimos y que pasa por la solidaridad. No conozco a
Valero en profundidad, pero los que sí han tratado con él lo
refieren como un socialista comprometido con su barrio y
reivindicativo con las administraciones. Quizá a Valero ya
no le siente bien el puño cicatero y prefiera rosas con
espinas menos venenosas.
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