Regresa uno satisfecho de pasar
unos momentos agradables con los amigos y amigas de la Casa
de Ceuta, incluyendo la comida compuesta por un potaje de
primera y unos pestiños que saben a gloria.
Cuando vuelve uno de comerse un potaje de esas
características –cocinado por mujeres ceutíes- y satisfecha
su gula con unos pestiños hechos por una granadina que tiene
más de Ceuta que de Granada, puede decirse que se encuentra
uno en la antesala del espacio aéreo reservado a la
felicidad.
Lo diría, que me encuentro feliz, pero por lo que se, ve esa
felicidad es relativa.
Bueno, entrendo de lleno en la política de la Escopeta
Nacional, tras un largo paréntesis en que no entro en ella,
vamos a ir por el abuelo.
Vaya con don Manuel Fraga Iribarne, desde lo de Palomares no
le ha salido otra cosa mejor que parir un comentario que no
tiene absolutamente nada que ver con lo que está ocurriendo
en su Partido Popular (antigua Alianza Popular).
A estas horas del siglo, las salidas de Mariano Rajoy y los
suyos con respuestas inapropiadas a las crisis que están
pasando por los malos rollos de sus correligionarios en la
Comunidad de Madrid y los chanchullos dinerarios en que se
meten (en realidad no nos sorprende esto porque resulta que
siempre han estado metido, los peperos, en chanchullo por el
estilo), están dejando la credibilidad del PP hecha unos
zorros.
Encima, la culpa de todo la tiene Rodríguez Zapatero por
meter caña con los fiscales, como si estos fueran manejables
al gusto del que mande en el momento.
Me parece que Rajoy no sale bien parado de ésta, aunque siga
contando con la confianza de los de siempre y con la
esperanza de auparse, algún día, en la poltrona de La
Moncloa. Su partido hace aguas… y seguirá haciéndolas.
Se nota, y desde lejos, que los peperos están desesperados
por quitarse toda esa mierda de encima. Mierda aderezada con
pintas de espionaje del agente 89, el del zapatófono, y
paletas metidos a concejales con ínfulas de hacerse
millonario en el menor tiempo posible sin que juegue a los
sorteos de azar.
Por ahora estamos tranquilos porque ya nos conocemos el
juego de atacar y esconder la mano, nos enseñó el abuelo,
hasta que llegue un momento y se haga realidad lo que esta
noche visualizamos por TV: el golpe de Estado.
Vemos que falta poco para que entremos en la Guinnes de los
récords con el número de parados que sigue aumentando. No
se, no se si dentro de poco estaremos en la calle todos
excepto nuestro Rey.
En fin, que estos tiempos se parecen exactamente a otros
tiempos y dudo que se termine el suspense este año. Me
refiero a la crisis, tanto económica como laboral y con las
nuevas noticias de expulsiones de trabajadores de grandes
empresas no queda tranquilo el ambiente.
Ya tenemos que aguantar la mala situación laboral para que
los peperos vengan, como siempre, amargarnos los pestiños en
vez de mover cuerda para ayudar a los españoles con sus
problemas y no seguir poniendo obstáculos al Gobierno. Los
del PP, y el propio partido, deben estar en el banquillo de
los sospechosos como esos nuevos que intentan participar en
las elecciones vascas y como tales, quitarlos de las listas,
a los peperos, como ejemplo y escarmiento. No siempre los de
la izquierda son culpables.
En fin, acabaré ahora. Las insensateces no se escriben peor
mientras se hace una larga digestión.
Que lo pasen bien, que mañana veremos a España enfrentarse a
Inglaterra con el Peñón de Gibraltar al fondo.
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