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OPINIÓN - LUNES, 9 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / DICCIONARIO IDEOLOGICO DEL ISLAM

Califato (I): referencias religiosas (24)
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Término de indudable resonancia histórico-religiosa y paradigma de la ideología islámica, describiremos conjuntamente: su indefinida referencia religiosa, su compleja evolución histórica y su proyección reivindicativa actual. Partiendo del título de Califa/Khalifa o Jalifa, advirtamos que el título completo, Jalifat Rasul Alláh, equivale a “Sucesor del Enviado/Mensajero de Dios”, Alláh y en ningún modo representante de Alláh/Dios en la Tierra, tal como ya advertimos en el término Califa (13) descrito anteriormente y al que nos remitimos.

El Califato pues (dentro del sunnismo) es una institución temporal, llevando pareja de forma honoraria los títulos de Imám supremo y Amir-Al-Moumenín, Príncipe o Emir de los Creyentes (adoptado poe el segundo Califa Rachidún, Omar), título éste que en el Maghreb ostenta actualmente la dinastía Alauí en Marruecos. El Califa conservaría el poder político y religioso como representante del Mensajero de Dios, excepto su capacidad profética dado que Mahoma, debe insistirse en este matiz, fue el último Profeta, el “Sello de la Profecía”. De capital importancia reviste el acceso al título de Califa: ¿es un cargo hereditario?; ¿cualquier musulmán puede ostentarlo?; ¿y puede ser depuesto?. En la corriente mayoritaria del Islam, el Sunnismo (90% de la comunidad de fieles), el califa debe de ser de ascendencia árabe, preferiblemente de la tribu del Profeta, los quraysíes; para el Shiísmo (9% de la Umma, actualmente agrupada en Irán) es fundamental que el Califa, ostentando el Imamato supremo, sea descendiente de la familia del Profeta a través de Alí (tal fue el caso en Marruecos de la dinastía Idrisí, fundadora de Fez); finalmente para la minoría Khariyí (Jariyí), históricamente importante pero hoy día residual y superviviente en Argelia, incluso un esclavo negro (musulmán) podría ser elegido califa, con tal de tener una gran ascendencia ético-moral. De hecho, los primeros califas “Rachidún” (Bien Guiados) fueron elegidos de forma asamblearia salvo el segundo, Omar, nombrado por Abu Bakr, prestando los presentes el juramento de la Bei´a o Bay´a, siendo introducida la herencia o sucesión consanguínea primero por los Omeyas en Damasco (la iniciativa fue del califa Abdelmalik, 86-705 de la EC, 40-660 de la Hégira) pero, sobre todo, por los Abasidas en Bagdad. Por lo demás, la idea shií del Califato/Imamato aporta un matiz fundamental: al contrario que el califa sunní, el shií tiene capacidad para introducir modificaciones dogmáticas.

Es interesante señalar que en el largo periodo de decadencia del Califato Abasí, el poder religioso y temporal se fue separando progresivamente, oficializándose de hecho al otorgarse desde Bagdad en el 1055 de la E.C. el título de Sultán a los emires selyúcidas. El último califa, otomano, fue depuesto oficialmente y con él la institución en febrero de 1924 por Mustafá Kemal (fundador de la moderna Turquía), quien a principios de año declaraba: “La idea de un único Califa, ejerciendo la suprema autoridad religiosa sobre toda la comunidad islámica es una idea salida de los libros, pero no de la realidad del Islam”. En la práctica los sultanes otomanos jamás reivindicaron oficialmente el título de califas, aunque de hecho la institución califal en sí fue trasladada a Estambul tras la conquista turca de Egipto en 1517 de la E.C. Señalemos no obstante que para el sunnismo más ortodoxo, la institución pereclitó con la cruenta conquista de Bagdad por los mongoles, en 1258 de la Era Común (656 de la Hégira).
 

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