El director del Centro Penitenciario de Los Rosales, Juan
Hernández, se muestra ciertamente sorprendido sobre el
debate que se está generando en los medios de comunicacion y
en la calle sobre la construcción de la nueva prisión, que
albergará a alrededor de mil internos en casi 650 celdas.
Para Hernández, “son cuatro opiniones que considero no muy
significativas” y afirma que la construcción del centro
supondrá “todo beneficios”: para los internos y los
funcionarios por razones obvias y para la ciudad, calculando
que a la semana el millar de presos podrá dejar 65.000 euros
tan sólo en compras básicas de economato. Asimismo, niega la
posibilidad de que la delincuencia crezca en las calles,
porque, destaca, en Los Rosales el año pasado sólo hubo dos
regresiones y ninguna por delinquir.
Pregunta.- El tamaño de la nueva cárcel está dando mucho de
qué hablar, llegándose a decir que Ceuta se puede convertir
en una especie de ciudad presidio.
Respuesta.- Vamos a aclarar todo lo que se está diciendo. En
lo que se refiere a los internos de tercer grado, el centro
penitenciario nuevo va a albergar presos que tienen arraigo
en Ceuta, es decir, que tienen familia y son de Ceuta.
Aquellos que clasifiquemos de tercer grado por su buena
conducta o su buen pronóstico y no sean de Ceuta, nosotros
propondremos el traslado al centro que corresponda, es
decir, donde estén sus familiares y puedan tener arraigo
familiar. Por tanto, en principio todos aquellos internos
que tengan el tercer grado y no sean de Ceuta no van a
permanecer nunca en esta ciudad.
P.- ¿Se puede cuantificar el número de internos de tercer
grado que tendría la nueva prisión?
R.- No se puede cuantificar, estamos hablando de personas.
El tratamiento que conlleva que un interno obtenga el tercer
grado es un tratamiento individualizado. Habrá personas que
dependiendo de su conducta tendrán acceso a un grado
determinado. De aquí a 2 ó 3 años, cuando se abra la
prisión, no podemos saber qué número de personas van a
reunir los requisitos. No podemos decir que va a haber 300,
porque no es cierto. Puede que sean 400 ó 150 ó 70. Eso de
cuantificar las personas que van a estar en tercer grado es
una falacia, porque no lo sabemos.
P.- Teniendo en cuenta la población de Los Rosales, ¿no
se podría hacer una regla de tres y obtener un número
aproximado?
R.- Con una regla de tres simple se podría decir que si de
300 internos tenemos ahora 75 de tercer grado, con mil
serían x; pero es que la cifra podría ser muy diferente.
P.- Con los datos de que disponen de los internos de
tercer grado, ¿qué riesgo hay de que delincan?
R.- Como cualquier otra persona. Los 80.000 habitantes de
Ceuta somos susceptibles de delinquir. Estas son personas
que cuando salgan en libertad van a vivir igual que
cualquiera. Nosotros entendemos que tras el tratamiento
individualizado los internos que salen a la calle son
mejores personas que antes. Eso no quita que alguien caiga
en el delito, pero como cualquier otra persona. No hay una
incidencia mayor en la comisión de delitos. De hecho, en Los
Rosales no tenemos fracasos. El año pasado, por ejemplo, de
75 presos que hubo en tercer grado, sólo hubo dos
regresiones, lo que significa un éxito muy notable; más aún
cuando ninguna de esas dos regresiones fue por la comisión
de un nuevo delito, sino por factores de confianza.
Entendimos que habían perdido la confianza que les habíamos
depositado y que debíamos devolverles al segundo grado.
Entiendo que este dato es relevante. El tercer grado sirvió
a estas personas para afianzarse en el trabajo, en el
estudio, en la familia y ser hoy unas personas honradas que
viven en libertad.
P.- Se está hablando también mucho de los plazos para la
construcción del nuevo centro. ¿Cómo van los trámites?
R.- Otra cosa en la que no quiero entrar: en la guerra de
fechas. Entiendo que eso no beneficia a nadie. Hay una cosa
clara y es que el centro penitenciario nuevo está en curso
en un plan: en el Plan de Amortización y Creación de Centros
Penitenciarios, que se revisó en el año 2005 y que tiene una
vigencia hasta 2012. En ese periodo estamos. Se entiende que
en el año 2012 se debería haber iniciado y estar bastante
avanzado, incluso. Hasta entonces, los técnicos son los que
decidirán los plazos. Quedan todavía tres años para 2012 y
esperemos que en esa fecha el centro esté, sino acabado, sí
muy avanzado. Una cosa es cierta. Se va a hacer y vamos a
ganar todos: los funcionarios porque van a tener más
dignidad en el trabajo y los internos porque van a tener
mejores celdas, instalaciones, escuelas, talleres... Vamos a
tener un centro moderno para que los presos cumplan sus
penas conforme a la jurisdicción.
P.- Además de los beneficios para los trabajadores y los
internos, ¿cómo afectará a la ciudadanía la existencia de un
centro penitenciario de unos mil presos?
R.- Yo creo que son todo beneficios. No me gusta hablar de
cuestiones económicas en estos casos, pero la verdad es que
hay que decirlo. Hay que pensar que mil personas estarán
comiendo, cenando, desayunando y gastando una media semanal
de 65 euros en café, tabaco y otras cuestiones menores de
economato. Multiplica 65 por 1.000 presos, aproximadamente,
y serán 65.000 euros que se gastarán a la semana. Si lo
multiplicamos por 4 y luego por 12, sale un numerito
considerable. Ese dinero se va a mover en Ceuta. Y sólo
estamos hablando de los gastos menores, pero los internos
tendrán también compras mayores, como ropa. Las familias,
además, vendrán a verles y gastando igualmente en la ciudad.
Yo entiendo que son todo ventajas. No sé por qué se ha
creado esta pequeña alarma. Son cuatro opiniones que yo
entiendo que no son significativas. Creo que la población de
Ceuta en general piensa que será beneficioso. Hasta ahora
las críticas no tienen base.
P.- Estamos hablando de una población reclusa de mil
presos. ¿Será esta la cifra?
R.- Es un número aproximado, pero lo único objetivo que
tenemos es que van a ser 648 celdas. Los centros tipo que se
están abriendo en la península, como Puerto o Morón, tienen
1.008 celdas. Igual que el de Huelva, también. Esas 1.008
celdas están albergando ahora mismo, que tenemos una
superpoblación de presos en España, entre 1.600 y 1.800
internos. Si hacemos una regla de tres, obtendríamos aquí
unos 1.000 internos, pero no tiene porqué ser necesariamente
así. El de Ceuta será un centro penitenciario mediano, como
el de Villena. Albergaremos a los presos de Ceuta y a
aquellos internos preventivos que caen en la frontera, la
cual nos da ahora mismo entre cinco y seis ingresos diarios.
Pasan su juicio e inmediatamente son trasladados a la
península. Igual pasaría cuando esté el centro penitenciario
nuevo; no tiene porqué venir nadie de fuera. Eso es otra de
las cosas que quiero rebatir: cuando se haga el centro nuevo
no habrá conducciones masivas de la península a aquí. Casi
siempre serían conducciones de Ceuta a la península. No hay
que olvidar además a los presos que son de Ceuta y están
separados de sus familias porque aquí no hay capacidad. Esos
tienen derecho a venir y vendrán de forma escalonada. ¡Cómo
va a venir alguien de Murcia o Salamanca! A esos se les
internará en el centro penitenciario más cercano a su
ciudad. En Ceuta tendríamos a los internos que son de aquí y
los detenidos por el tráfico de hachís entre Marruecos y
España.
P.- Lo que se desprende de todo esto es que hay un
problema de masificación en las cárceles de España, porque
se supone que cada celda debería albergar a un solo preso.
R.- Eso es un ideal. A mí no me gusta emplear el término
masificación, prefiero el de superpoblación. En cualquier
caso, es cierto que en España tenemos un número importante
de internos y que las prisiones que hay en el país son las
que hay. Tenemos dos soluciones: uno, no admitir a nadie, y
eso no es legal; o dos, paliarlo con nuevos centro
penitenciarios. Por un lado decimos que no caben los presos
en las prisiones y, por otro, ponemos problemas a la
construcción de nuevos centros. Las dos cosas no pueden ser.
Hemos optado por hacer centros nuevos y, lógicamente, esa
superpoblación que hay ahora se rebajará. Es cierto que el
ideal dice que debería haber un preso por celda si las
necesidades lo permiten. De acuerdo en que hacia eso tenemos
que tender en un país moderno como este... pero cuando
podamos. Ahora mismo, la mayoría de celdas tienen a dos
personas. Pero también te voy a decir una cosa: el día que
podamos albergar a un interno por celda, nos encontraremos
que la mayoría nos va a pedir compañía, que no quieren estar
solos, sino acompañados.
P.- Respecto a la prisión de Los Rosales, existen un buen
número de críticas, y fuertes, de Comisiones Obreras sobre
el estado de las instalaciones.
R.- Quiero ser cauto, pero entiendo que Comisiones Obreras
hasta ahora no tenía representación en este centro. En la
actualidad tiene a una persona que antes era del CSI-CSIF.
Yo no tengo nada que objetar, las personas son libres.
Entiendo que es el discurso de una persona que llega a un
nuevo cargo y quiere hacerse notar. Entiendo que es campaña.
P.- ¿Y la negativa a que entrase un técnico de prevención
de CCOO?
R.- Nosotros tenemos un Comité en el que están representados
todos los sindicatos, incluido Comisiones Obreras. En ese
ámbito se debaten todas las cuestiones que afectan a la
seguridad y a la salud de los funcionarios e intentamos
mejorar. Ese es el foro adecuado. De hecho, no tienen un
derecho formal a asistir, porque no son delegados de
Prevención y Riesgos Laborales, pero yo, como presidente de
ese Comité, les he invitado siempre para que también
participen. En breve vamos a tener otra reunión del Comité y
vamos a invitar a todos los sindicatos con representación.
P.- ¿Hay ratas y cucarachas en la prisión?
R.- Ratas hay en toda la barriada y el centro está en la
barriada. Hay una multitud de obras alrededor de la prisión,
lo que provoca corrimientos de tierra. La gente en sus
viviendas también han padecido este problema, pero eso fue
hace tiempo. En la actualidad ya no tenemos ese problema.
Tenemos contratada una empresa que viene como mínimo cada
dos meses a desratizar y desinsectar todo el centro. Lo
cierto es que últimamente está viniendo mensualmente e
incluso dos veces por mes. Ahora mismo, los servicios
médicos están atentos a que no haya ratas, y cuando ocurre
se avisa a la empresa. Ponemos los medios para que no haya
este problema. No es que la cárcel tenga ratas, sino la
barriada.
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La capacidad operativa de Los Rosales está cifrada
en 239 presos, habiendo en la actualidad 220
La capacidad operativa de la
prisión de Los Rosales está cifrada en 239 internos –según
la última valoración realizada por el Centro Directivo–,
habiendo en la actualidad unos 220, ya que de los 290
internos hay que descontar a los que están en la calle por
tercer grado o realizando trabajaos. Este índice de
sobreocupación se considera como muy tolerable y asumible en
comparación con las cifras que se manejan en las cárceles
del resto del Estado. Los internos sometidos al régimen
abierto –tercer grado y dependientes del programa de medios
telemáticos– suman 75, lo que supone cerca de un 30 por
ciento de la población reclusa, cifras que denotan una alta
normalización social e integración y que sitúan a Los
Rosales en el grupo de centros del Estado con mayor
porcentaje de internos en régimen abierto. En la actualidad
prestan sus servicios en Los Rosales 147 funcionarios –2 en
prácticas– y 12 de personal laboral. Así, con un índice de
ocupación del 115 por ciento resulta una ratio de un
funcionario por cada 1,88 internos, cuando la media nacional
oscila entre un trabajadores por cada 2,5 presos. En cambio,
Los Rosales no está tan bien dotada en cuanto al número de
servicios diarios a cubrir en el interior del
establecimiento o el número asignado por la Relación de
Puestos de Trabajo (RPT) en las oficinas. Así, son siete las
plazas de la RPT que están sin cubrir por causas diversas:
dos jefes de Servicio, dos plazas en la Oficina Genérica, un
jefe de Centro, un encargado de Departamento y un jurista.
Por otro lado, el absentismo laboral por causas médicas
padecido en Los Rosales es del 12 por ciento, cifra que se
considera alta.
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