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OPINIÓN - JUEVES, 5 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Tras la frontera
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Si a cualquiera de las ciudades se le presentan problemas, que en un tanto por ciento considerable les vienen de fuera, a Ceuta la mayor parte de los conflictos que le salen al paso tienen que ver, de una forma o de otra, con la frontera y con el otro lado de esa frontera.

Debiera ser un lugar tranquilo ese, puesto que el paso normal no es tan voluminoso como para crear problemas, pero lo normal aquí es la excepción, mientras que lo “paranormal” o “extra normal” es la tónica diaria, para Ceuta y para quines tienen que estar junto a la frontera cubriendo su servicio.

Nunca me gustó una barrera que frene o que no permita la libre circulación de las personas, pero siempre fui partidario de que para esa libre circulación hay que ir con la documentación en regla, sabiendo a donde se va, a qué se va, con que intenciones se va y con todo lo que haga que uno marche libre pero responsabilizándose de esa libertad que tiene.

Digo que nunca me gustó una barrera que frenara a las personas, porque mis muchos años de estancia en Alemania, en la del oeste, me llevó a ver aquel muro nefasto de separación que, afortunadamente, ya desapareció.

Aquel muro, sin embargo, era la parte opuesta a las barreras que nos podemos encontrar aquí, un muro para no dejar salir de unos territorios, porque los dirigentes de aquel “¿país?” que se llamaba Alemania Democrática defendían cualquier cosa menos lo que en occidente entendemos por democracia.

Aquí en Ceuta, que es lo que nos interesa, la valla o la barrera que delimita el terreno español del marroquí es otra cosa. Es el cierre a una puerta que sería desorganizada, para que esto no se convierta en el “nido” y el paso de multitudes de personas, los unos, es cierto, huyendo del hambre y de la represión, los otros, muchísimos, buscando el camino libre hacia Europa en busca de comida, muchos de ellos, pero tratando otros de encuadrarse en mafias y actividades que sembrarían Europa, más de lo que está con la llegada masiva de muchas gentes desde la Europa del este, de gentes que intentan imponer, a su manera, unas “leyes” que no encajan en las sociedades de la Europa democrática de hoy.

España, que ha sido cruce de caminos, ha tenido que soportar, a lo largo de los siglos, cosas buenas venidas de fuera, pero también ha corrido el riesgo de soportar todo lo peor que nos podía caer encima.

Y aquí no se trata de razas o culturas, aquí se trata de personas, del color que sean y de las creencias que tengan, pero ya es lamentable que para frenar esas “invasiones”, “pacíficas” o no, nuestras fuerzas de seguridad se la estén jugando siempre, y si alguno de estos agentes tiene la mala suerte de que en un caso dado “se le ha ido la mano” en un alboroto de los que intentan montarles, ahí tendríamos a los “progres baratos”, a los del mundo abierto para todos, de cualquier forma, “berreando” y tildando a la Policía de cualquier cosa menos de ser los defensores del orden, que es lo que han hecho, hacen y van a seguir haciendo, y que nosotros debemos saber valorar.

Me duele que la Policía tenga que realizar en la frontera disparos al aire al haber sido apedreada, pero lo que más me duele es que todavía no hayamos logrado valorar el trabajo de nuestra Policía y haya quien ponga en tela de juicio su valía y su profesionalidad.
 

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