Es licenciado en Derecho y en
Filosofía por la Universidad de Sevilla. Es profesor del
Instituto de Educación Secundaria, Luis de Camoens, en
Ceuta. Y en su historial sigue rezando como miembro del
Consejo Sindical de Comisiones Obreras, consejero del
Consejo Económico y Social, y militante socialista.
Con tales reseñas, Manuel Calleja no deja de ser un
hombre destacado en esta ciudad. Todo un personaje. Y si no
lo califico de influyente, créanme, es porque creo que
semejante adjetivo está muy devaluado. O sea, que cotiza a
la baja de tanto usarlo a favor de personas con poco peso
específico para lucirlo.
La primera y única vez que he hablado yo con MC fue cuando
Manolo Chaves vino a Ceuta para apoyar la campaña
electoral de Antonia María Palomo. Coincidimos en “El
Varadero”, durante la cuchipanda con que fuimos obsequiados
los invitados. Y debo decir que, a primera vista, me cayó la
mar de bien.
Pero, además de causarme una magnífica impresión aquel día,
también consiguió Calleja convertirme en asiduo lector de
los artículos que suele publicar. En los que muestra su
total disconformidad con el hacer del gobierno local. Se le
nota a la legua que no deja de repatearle todas y cada una
de las decisiones que toma el equipo presidido por Juan
Vivas.
Me parece estupendo que Calleja se haya convertido en un
furibundo opositor de los gobernantes locales. Puesto que
estamos necesitados de personas como él, independientes a
troche y moche, y capaces de enfrentarse al poder
establecido y cantarle las cuarenta a cada paso. Porque sin
su valor, tan demostrado en sus escritos semanales, los
demás nos veríamos sometidos a la dictadura de Gordillo y
Vivas. Y algo así es muy apreciable. Dado que nos queda el
consuelo de saber que hay un hombre bueno, cuyos escritos
están encaminados a liberarnos de la opresión agobiante,
ejercida por los gobernantes ya reseñados.
El artículo de esta semana, escrito por Manuel Calleja, y
titulado “Presidente Pedro Gordillo”, así de corrido, sin
hacer la parada de rigor, me ha defraudado muchísimo. Y no
por el contenido de su denuncia, no; sino porque ha cometido
un error gramatical que no está en consonancia con su
historial. No olvidemos que Calleja es licenciado en Derecho
y en Filosofía por la Universidad de Sevilla. Casi nada. Ojú...
Vayamos con el motivo que, según mi modesto entender, ha
dejado a Calleja con el trasero al aire. Dice así en su
artículo del miércoles pasado: “Juan Vivas hizo el ademán de
cesar inmediatamente al militante popular” (el militante
popular, lo digo yo, es Luis María Fernández). “Ese
ademán duró algo así como un día. Hasta que Pedro
Gordillo le dijo que eso no se iba a hacer”.
Estimado Manolo, cómo tú, tan académico, te has permitido el
lujo de usar el verbo cesar cuando tocaba el verbo
destituir. Me explico: no se puede cesar a nadie, sino que
es una persona la que cesa. Ni tampoco pedir su cese, porque
el verbo cesar es intransitivo. Lo que quiere decir que no
admite complemento directo.
Manolo, ante situaciones así, te recomiendo que, antes de
meter la pata, recurras a “El dardo en la palabra” de mi
admirado Lázaro Carreter. De lo contrario, te puede
ocurrir lo que ahora te está ocurriendo, que te veas
obligado a soportar mi intento de ironía.
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