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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 4 DE FEBRERO DE 2009

 
OPINIÓN / COLABORACION

Formas de hacer política o todo para mi menda

Por Sertorio Somniator


Nunca he creído que nadie tuviese la autoridad suficiente para otorgar títulos de “demócratas”, pero siempre he sabido que la democracia es una casa grande que construimos entre todos y en la que caben muchas formas de hacer política. Unas más acertadas que otras, unas que miran al pasado y otras que miran al futuro, unas que niegan la evidencia mientras la realidad destroza a los ciudadanos y otras que aportan día a día soluciones, unas que protegen a los bancos y grandes inmobiliarias y otras que defienden a las familias y empleados.

De todas las formas posibles de hacer política que la democracia soporta, existe una muy parecida a la dictadura, que se encuentra en los límites porque utiliza a los ciudadanos intentando sembrar desesperanza y miedo, y erosiona al propio sistema democrático, con el objetivo de conseguir cotas de poder con la más descarada y desmedida ambición personal.

Esta forma de hacer política la podemos ver en el nuevo populismo floreciente y a su vez marchito en Hispanoamérica, y mucho más cerca de nuestras calles, en aquellos que se encuentran instaurados permanentemente en un discurso gris, falaz, mediocre e insultante, capaz de criminalizar a los ceutíes y sus instituciones, con oscuras, pero no por ello ocultas intenciones.

Esta forma de hacer política también es reconocible por la radicalidad de sus ideas, por decir defender a quienes precisamente machacan, por la intolerancia frente a otros pensamientos, por intentar ir siempre de víctimas de un inexistente sistema opresor, por sus quiméricos programas políticos al más puro estilo Hollywood, por montar espectáculos circenses basados en la ucronía, por estar siempre representados por un líder que se eterniza en el poder, de tal forma que cuando este desaparece, se evapora todo el entramado, demostrando que todo era un montaje personalista.

A esta forma de hacer política no le importa, con sus mentiras, infligir sufrimiento a los ciudadanos, a sus familias, a su dignidad, a su futuro. Tampoco les carga la conciencia utilizar para intereses espurios el sistema democrático que nos regalamos día a día todos los españoles, ni mucho menos les quita el sueño insultar hasta denigrar a las instituciones públicas, a sus trabajadores y a sus dirigentes.

Son precisamente estos radicales los que cada día me hacen creer más en un sistema democrático sólido, fuerte, no excluyente. Son estos aspirantes a dictador los que me hacen defender más a aquellas políticas que, lejos de personalismos, preservan una base ideológica perfectamente integrada en todos los ámbitos de la Ciudad, a políticas que entienden de vecinos y de servicios, a políticas que se examinan cada cuatro años ante todos y cada menos tiempo ante los suyos.

Son estos iniciados en el absolutismo, quienes patrocinan el “todo para mi menda”, los que me hacen ver con más claridad quién es un verdadero político en mi Ciudad, es decir, quién es el que verdaderamente se preocupa por llevar la Ciudad a buen puerto. ¿A qué también lo tienen claro?
 

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