Menudo día llevo. Si no es la
lluvia que inunda la galería de mi casa, es el viento que
mete mil hojas por las puertas y ventanas nada más abrirlas
para entrar o salir. Para colmo no encuentro sitio dónde
dejar el coche cuando regreso del trabajo.
Se nota que la crisis nos embarga a pasos agigantados y
muchos ciudadanos pptan por usar los zapatos como neumáticos
dejando el coche bien aparcado –algunos lo aparcan en doble
plaza lo que ya es de sinvergüenza de marca mayor- y lo malo
de todo es que ya son muchos los que dejan su coche.
Las calles de tres kilómetros a la redonda con mi casa como
epicentro están atestadas de vehículos aparcados. No puedo
meterlo en el garaje porque ya está ocupado por mi otro
coche y la moto, así que estoy pensando en hacer un juego de
magia y tratar de reducirlo hasta el tamaño de un juguete y
metérmelo en el bolsillo del gabán. Dejarlo en casa, no, que
mi hijo lo confundiría con uno de sus muchos juguetes. Como
menos, tratar de venderlo y así deshacerme de él.
No era de esto de lo que quería escribir, pero sí era dentro
del contexto de la circulación.
Veamos, las nuevas medidas de circulación implantadas por la
Generalitat de Catalunya en el área metropolitana de
Barcelona significa el incremento de los obstáculos
peligrosos para circular por las autovías y autopistas de la
mencionada área.
¿Por qué?, porque desde que han implantado las señales con
cambios de velocidad máxima en tramos demasiado cortos hacen
que nosotros, los conductores, estemos más pendientes de los
cambios de velocidad que de los coches que nos rodean. No
tenemos el poder de los camaleones para dirigir la vista en
diferentes direcciones.
Vas tranquilamente a 100 km/h, entras en la autovía C-32
dirección Barcelona, de pronto el primer panel que
encuentras y que indicaba 80 km/h como velocidad límite,
cambia en un parpadeo y señala 60 km/h. El siguiente panel
indica 40 km/h y el otro siguiente 80 km/h… aceleraciones,
desaceleraciones, aceleraciones, frenazos, todo sea para que
pensemos en la madre que parió al de este invento.
El pretexto que sueltan los de Tráfico de la Generalitat no
deja de ser un chiste malísimo, encima cobran por decirlo,
por cuanto lo de evitar la contaminación por exceso de
gases… mientras menos corra un coche más gases se estancan
en el sitio. ¿Para evitar accidentes?, dejen que me ría a
mandíbula batiente, cometen accidentes los burros y los que
aspiran a ser iguales que Alonso con un simple turismo de
1250 cc. y con la autovía como pista de pruebas.
Durante más de cuarenta años hemos estado, los ceutíes que
residimos en Catalunya –y por supuesto los catalanes y otros
miembros de otras comunidades que también residen aquí-
conduciendo nuestros coches y reduciendo la velocidad sin
que nadie nos lo indicara… simplemente utilizando la cabeza
y los recursos que la vía expedita u ocupada nos ofrece en
cada momento. Así y todo la velocidad suele ser inferior a
las que nos obligan los paneles actuales cuando circulamos
todos a la vez y cuando hay pocos coches no somos tan
imbéciles –aunque los hay- como para ir a 200 km/h en tramos
de quinientos metros, ni siquiera podemos sobrepasar los 120
sin encontrarnos enfrente el culo de otro coche, de una
furgoneta o de un camión.
A más de todo eso, ahora comienzan a mandar mensajes de que
debemos tener las luces encendida también de día y aunque el
sol ilumine fuertemente. ¿Para qué?, lo comprendería si
fuera en situaciones de escasa visibilidad (casos lluvia
intensa, niebla, nieve o al amanecer o atardecer) y eso no
hace falta comunciarlo,… pero ¿de día y en autopistas y
autovías? ¿acaso se habilitan los carriles de una dirección
en alternativas? Estamos en crisis, señores de Tráfico,
aparte de los muchos impuestos que os satisfacemos, las
baterías no son baratas. ¿O acaso alguno de esos dirigentes
de Tráfico tienen fábricas de baterías?
Bueno, lo dicho. Cojamos el coche, encojámoslo y metámoslo
en el bolsillo de cualquier prenda. Fundas y maletines ya
aparecerán para complementar el invento y comprémonos un
patinete que además de barato es higiénico y mi amigo el de
Septem Nostra sonreirá más abiertamente.
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