Muchos no han tenido tiempo de recuperarse del duro golpe de
saber que no volverán a ver más al que fue su director, su
compañero, su amigo o su familiar. No obstante nadie faltó
al homenaje que el claustro de profesores del Instituto de
Enseñanza Secundaria Siete Colinas y la comunidad educativa
ceutí en general rindieron a la figura de Fernando Gómez
Romero. La misa oficiada por el vicario Francisco Correro
Tocón contó con la presencia de numeroso público, tanto que
asientos, pasillos e incluso la entrada del sagrado templo
estuvieron abarrotados.
Entre los allí congregados, el director provincial del
MEPSYD, Aquilino Melgar, la jefa de la Unidad de Programas y
ex directora del centro, Pilar Álvarez, los inspectores de
la Dirección Provincial Javier Martínez y Juan José León
Molina, pero también Rafael Leal. Además miembros del
sindicalismo educativo como Juan Luis Aróstegui, Antonio
Palomo o Francisco Lobato. Directores de instituto como León
Bendayán, Juan Fernández Maese o Cristóbal Guzmán. También
estuvieron presentes el director del centro asociado UNED,
Fernando Jover, o la asesora de la Consejería de Educación,
Susana Román.
Unos pocos fueron personajes públicos pero la mayoría de los
allí presentes fueron estudiantes y ex alumnos del Siete
Colinas que compartieron algún momento con el fallecido.
Muchos acudieron a la iglesia en compañía de sus padres. La
entrada de personas no paró incluso aun habiendo comenzado
la misa. La emoción estuvo a flor de piel, algo comprensible
tratándose de un acto de esta índole. Hubo quien logró
mantener la entereza y contener las lágrimas. Hubo quien no
pudo, que mejor homenaje que ese.
Una estudiante de tercero de ESO escribió un relato en clave
musical que fue leído por el párroco en los momentos
iniciales de la misa. Mientras, Correro Tocón recordó que
“la muerte nos llena a todos de dolor” y explicó: “Estamos
aquí para consolarnos mutuamente”.
No hace mucho que Fernando asumió el cargo de director del
instituto y pese a ello es grato el recuerdo que de él
tenían profesores y estudiantes. Uno de ellos confesó: “Ha
sido un golpe tremendamente duro. No me lo puedo creer aun.
Era un buen tío, no se metía con nadie. Era una persona
alegre, si algo le ocurría nunca se le notaba”.
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