Anda revuelta la tropa
internacional de presidentes y primeros ministros en las
reuniones que llevan a cabo como yo las llevo en el Casinet
o en la asociación. De hecho en la tertulia del Casinet
hemos sacado a colación las actitudes del presidente USA y
del primer ministro de Turquía como unas lógicas salidas a
las situaciones actuales de la economía mundial y de la
política.
En Davos (Suiza) ha saltado bastante cabreado el turco
Erdogan en su debate con el judío Simón Peres en un alarde
de ejecución sumaria de su cabreo.
No le conviene al presidente judío ganarse más enemigos de
los que tiene. Su postura y su exposición de puntos de vista
sobre Gaza, defensa exaltada de la invasión y consiguiente
ataque israelí a la franja, no fue en realidad el motivo del
encolerizado enfado de Erdogan sino el tiempo de
intervenciones que le dieron a cada uno. Si al judío le
conceden 23 minutos… ¿porqué al turco le conceden doce?
A más de que Simón Peres faltó totalmente a la etiqueta que
normalmente prima en las diplomacias cuando de reuniones
internacionales se trata, con su larga exposición de sus
puntos de vistas que no encajan en la manera que un
presidente tiene que hablar, exageró en su postura diciendo
cosas incorrectas.
Precisamente por esa incorreción de Simón Peres, Erdogán
tenía previsto soltarle un buen rapapolvo, pero el moderador
le cortó varias veces su intervención avisándole que se le
había acabado el tiempo cuando apenas llevaba diez minutos
hablando. De ahí su monumental cabreo y su decisión de no
volver nunca más a Davos.
Sin embargo, pese a lo cojonudo de su acción, quisiera
recordarle de manera retórica que él, al menos su Gobierno,
hace más o menos lo que hace Israel: destruir vidas humanas…
¿Qué no?, que se lo pregunten a los turcos y a los armenios,
sin olvidarnos de Chipre.
Otro jefe de Estado que se salta las normas más prudentes de
la forma de intervenir que han de tener es el nuevo
presidente del EE.UU, Barak Hussein Obama.
La salida del presidente estadounidense marcando territorio
a los sinvergüenzas de Wall Street es utópica y con ello da
salida a una vía para que personajes que viven por y para la
banca sienten sus blanquísimas posaderas donde corresponde.
La cojonuda salida de Obama tendrá consecuencias estilo
Kennedy, eso seguro, porque atacar a unos de los poderes
fácticos americanos de esa manera conlleva esas
consecuencias previsibles.
Que declare en su intervención que la crisis en el país vive
un desastre continúo para las familias, americanas por
supuesto, a causa de la recesión económica, que se contrajo
un 3,8 %, le ha dado la oportunidad de ser el presidente de
la peor caída en 26 años de la economía estadounidense.
Barak Hussein Obama no tiene la culpa, desde luego.
Ese es el problema de tener una clase media que se construyó
sobre la base de unos sindicatos fuertes que fueron
cercenándose durante el mandato de Bush. Ahora le toca a
Obama fortalecer los derechos sindicales de los trabajadores
para enfrentar a la crisis con ayudas a la clase media. Todo
lo contrario de su antecesor en el cargo, George Wallace
Bush, que sacó dinero del Tesoro estadounidense para
engrosar los bolsillos de los financieros. De ahí lo de
sinvergüenzas.
Entre tanto el chuiquito Castro se reúne con su homólogo
ruso en un intento de rememorar situaciones dadas en el
pasado soviético de ambos…
¿Aquí? ¿Aquí en España?, como no sea que sigamos el
espectáculo mediático de los supuestos espías peperos… no
veo dónde sacar gente cojonuda que salte a la palestra.
Protagonismos no, por favor. Mirar hacía arriba, a ver si
cae un meteorito, como aconseja el ínclito Rajoy a los suyos
para que todos miremos en esa dirección y les den tiempo a
esconder sus trapos sucios. Como cualquier mago de esos que
circulan por los escenarios españoles.
En fin, que la reunión del Casinet sigue más viva que nunca
pero yo me largo porque estoy muy, pero muy cansado.
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