LUNES. 26
Las miradas estaban centradas en dos cosas: primero en el
juicio que se iba a celebrar por la supuesta agresión de
Luis María Fernández, subdirector del área de Menores, a
Juan Antonio Alonso, responsable de Comercio de
Comisiones Obreras. Y en la posibilidad de que se anunciara
por parte del Gobierno de la Ciudad la destitución del ya
reseñado subdirector. El juicio ha sido aplazado hasta
marzo. Pero una vez más me ha permitido comprobar cómo los
de Comisiones Obreras acuden al juzgado en tropel. Con el
fin de imponer respeto en la sala. Por no decir algo más
grave. Es una situación que a mí me toco vivir un día y de
la que cada vez que me acuerdo me produce náuseas. Y, desde
luego, aún no he olvidado la cara de algunos individuos a
cuyo frente iba José Antonio Alarcón, más conocido
por El Cristiano. Un destacado seguidor de Aróstegui
y cuya labor ha consistido hasta hace nada en lamerle el
orto al presidente de la Ciudad y en hacer de correveidile
entre éste y el secretario general de CCOO. Y en lo tocante
a la destitución del subdirector del área de Menores,
Pedro Gordillo ha dicho que nones. Y además, como debe
ser, denunciará a CCOO.
MARTES. 27
Paso por el Centro Gallego para ver a Antonio Barceló.
Y lo primero que hace es salir a mi encuentro y darme un
abrazo. Es, según he podido apreciar, un hombre nuevo.
Alguien dispuesto a gastar todas sus energías al frente de
su restaurante. Le brillan los ojos por la alegría que le ha
producido la decisión tomada por la consejera de Medio
Ambiente, Yolanda Bel, en relación con el cierre del
aparcamiento. En principio, le había sido comunicado a
Antonio que debería acostumbrarse a prescindir de él. Lo
cual le causó un descenso en las ventas que le puso al borde
de una crisis angustiosa. De modo que cuando yo lo hallé un
día por la calle era ya un hombre sumido en un profundo
bache. Lógico: pues estaba en juego el pan de los suyos y el
de cuatro familias más. Por ello, cuando la consejera ha
rectificado su primera decisión, al comprender que había
maneras de entenderse, todos hemos podido respirar
tranquilos. Pero más que nadie, sin duda, Antonio y los
trabajadores del restaurante del Centro Gallego. Por lo
tanto, de justicia es destacar la rapidez con que Yolanda
Bel ha actuado en un asunto que exigía una resolución sin la
menor demora.
MIÉRCOLES. 28
A Mohamed Haddu, ‘Musa’, me lo encuentro muchas veces
por los alrededores de mi barrio. Y, en vista de que es
persona muy agradable y con la que da gusto charlar, no
tengo el menor inconveniente en conversar con él cada vez
que se encarta. Hoy, a esa hora vaga de mediodía, hemos
participado los dos en una improvisada tertulia en una
cafetería céntrica, compuesta por dos políticos del Partido
Popular y a fe que nos hemos reído de lo lindo. Y todo
porque han surgido las anécdotas y ellas han propiciado
intervenciones estupendas a cargo de Ángel Díez Nieto,
viceconsejero de Recursos Humanos, mientras a la consejera
de Sanidad, Adela Nieto, se le reían las muelas. Y qué decir
de Musa y de mí. Aun así, al coordinador general de IU-Ceuta
se le nota a la legua que ha perdido la fe en Mohamed
Alí. Y, sobre todo, no ha digerido todavía cómo es
posible que éste haya entablado relaciones con el PSPC. Y,
mucho menos, que el líder de este partido se haya atrevido a
insultarle, porque sí. En fin, que Musa rumia la decisión
que habrá de tomar cuanto antes.
JUEVES. 29
Llevaba ya bastantes días sin cruzar una palabra con Javier
Arnáiz. Y ayer se acercó a una mesa en la cual estaba yo
charlando con un periodista que tiene muchas horas de vuelo.
Y, como siempre, fue muy bien acogido el arquitecto
municipal. Pronto me di cuenta de que Javier tenía ganas de
hablar, de contar ciertas cosas, en suma: quería
desahogarse. Algo que a todos nos suele ocurrir a cada paso.
Y mucho más en una ciudad donde se hace de la calle ágora.
Javier, lo he dicho repetidas veces, es un magnífico
contertulio y grande es su capacidad para amenizar cualquier
reunión con su cultura y sus conocimientos de la profesión
que ejerce. Aun así, pude darme cuenta de que no está
atravesando su mejor momento. Que su manía, virtud para mí,
de adelantarse a los acontecimientos le causan más problemas
que satisfacciones. Lo cual hace que se gane, además, la
inquina de quienes sólo ven lo que tienen delante. Y a veces
ni eso. Con Javier he discutido más de una vez porque estaba
en desacuerdo con su manera de ver ciertas cosas, pero jamás
ningún contratiempo momentáneo, ha sido capaz de privarme de
frecuentarle para disfrutar de su conversación. Quede claro.
VIERNES. 30
Me topo con Ángel Gómez y Mohamed Chaib en la
Avenida de Sánchez-Prados. Y no tenemos el menor
inconveniente en ponernos a charlar durante buen rato.
Tiempo suficiente para que salgan a relucir situaciones que
nos causan risas. Lo cual no deja de ser una terapia
beneficiosa. No puedo negar que me llevo la mar de bien con
el poderoso superintendente de la Policía Local. Y es que
con el paso de los años hemos ido forjando unas relaciones
donde la amabilidad prevalece por encima de cualesquiera
otras cosas. Aunque sería injusto no destacar que con AG se
puede dialogar y obtener de él respuestas que a veces
permiten, al menos en mi caso, saber con quién se juega uno
los cuartos. Y eso es siempre motivo de agradecimiento. Hoy
nos ha tocado conducir la conversación por los recovecos de
las trifulcas ocurridas recientemente. Y ha habido motivos
suficientes para analizarlas con cierto sentido del humor.
Luego, como ya es costumbre en mí, le he pedido a don Ángel
que no me olvide cuando reciba vino del Duero Y nos hemos
despedido, ante la mirada atenta de Chaib, que me ha
acompañado hasta mi siguiente destino.
SÁBADO. 31
Leo las declaraciones de Pedro Gordillo en relación
con el bochornoso espectáculo dado por Ramón María del
Valle-Inclán, ‘el Gran Queco’, en los alrededores del
Centro de Menores, y me parecen correctas. También leo las
hechas por CCOO en la Policía Local. Y lo primero que
descubro es que el representante de la policía se oculta
tras las siglas. Ya no se atreve a dar la cara para decirle
al secretario de Acción Sindical que dimita por insultar
gravemente a unos policías locales cuando estaban
desempeñando la misión de proteger el edificio de Punta
Blanca. Y, preguntado acerca de la actitud de Moreda, se
atreve a decir que no se puede mezclar a la central sindical
con la reacción de éste. Porque, desde el punto de vista de
quienes han hecho la nota, es una actuación absolutamente
personal. Y, por si fuera poca metedura de pata, alegan
también que desconocen las razones que tuvo el Gran Queco
para identificarse como militante del sindicato, por ser una
equivocación. La nota no tiene desperdicio. Es, como hubiera
dicho don Ramón del Valle-Inclán, pariente de Moreda,
esperpéntica. Toda una explicación caracterizada por la
deformación de la realidad.
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