José Antonio López,
representante de la Policía Local en Comisiones Obreras,
debe estar desolado. Al menos, el jueves, según he podido
saber, andaba poseído por una gran tristeza. Vamos, que una
aflicción muy intensa se había apoderado de él; porque un
compañero sindicalista, nada más y nada menos que el
secretario de Organización sindical, Ramón Moreda, ‘Queco’,
se había enfrentado a unos policías locales, que estaban
actuando en defensa de las instalaciones del Centro de
Menores Punta Blanca.
López, al enterarse de que Moreda, martillo de todo cuanto
hace o dice el Gobierno de la Ciudad, había entorpecido la
labor policial en los alrededores del Centro de Menores,
tuvo que sentirse ridículo. Y, desde luego, no le faltaba
razón al pensar en que muy bien podría ser objeto de burla
cuando se supiera el bochornoso espectáculo que había dado
el Gran Queco.
En principio, López debió preguntarse lo siguiente: ¿Qué
estaría haciendo el secretario de organización sindical,
Moreda, rondando las instalaciones del Centro de Menores, a
las seis y media de la tarde del miércoles? Y a renglón
seguido, seguro que iría enrojeciendo de cólera a medida que
iba leyendo la denuncia presentada por sus compañeros en
Comisaría, contra el Gran Queco, por “interferir, increpar y
acusar de maltratadores” a los agentes que acudieron a la
llamada de socorro enviada desde Punta Blanca. Ya que unos
menores la habían emprendido a pedradas contra el edificio.
“Torturadores, que sois unos torturadores; que estáis aquí
para que no sepamos lo que pasa ahí dentro”. Leyendo tales
acusaciones de Moreda a varios policías locales, en relación
con el reformatorio, no me extraña que a López,
representante de la Policía Local en Comisiones Obreras, se
le subiera la tensión y hasta estuviera a punto de darle un
patatús.
¡Dios mío, cómo es posible que el secretario de Organización
de CCOO pueda ofender tan gravemente a compañeros del mismo
sindicato?, se preguntaba admirado JAL. Y su desolación era
cada vez más acentuada por saber que el Gran Queco le había
dejado con las posaderas al aire. En una situación
desairada. A él, a un representante de la Policía local en
CCOO, que hacía apenas unas horas había pedido, menos
garrote vil, todas las condenas posibles para Luis María
Fernández, subdirector del área de Menores; sobre todo
por ofender a varios policías locales. Y también para los
políticos que no habían accedido a poner de patitas en la
calle al tal Fernández.
López, el representante de la Policía Local en CCOO, además
de estar en una situación ridícula, incómoda, y careciendo
de argumentos con los que paliar en algo el haber quedado
peor que la Chata de Cái, lo primero que debería
hacer es salir a la palestra pidiendo la dimisión de Ramón
Moreda, ‘Queco’: Martillo de todo lo que hace y dice el
Gobierno de la Ciudad. Sería, sin duda, un gesto que, si
bien no le eximiría de sus muchos errores cometidos
anteriormente, le valdría como penitencia leve
Y para que se le viera un enorme deseo de entrar ya por la
senda del arrepentimiento total, no estaría mal que, como
representante de gran número de policías locales, les
propusiera, tras abandonar él su cargo sindical, que se
dieran de baja en CCOO. Eso sí: antes deberían todos hacer
una higa al secretario general.
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