Los propios organizadores se sorprendieron del numeroso
público que se reunió en ambas jornadas en el salón de actos
del Centro Asociado de la UNED en Cetuta para asistir al
curso de introducción al trastorno de atención e
hiperactividad (TDAH). La primera jornada acogió dos
ponencias y la exposición de un caso práctico a cargo de la
Asociación Hidea. Este trastorno afecta a entre el 3 y el 7
por ciento de los menores, “con lo que en un colegio con
unos 500 alumnos puede llegar a afectar a unos 25 escolares.
Probablemente ningún otro problema alcance a un número
similar”, dijo el profesor del Colegio de San Antonio y uno
de los organizadores del curso, José Sillero.
La primera intervención corrió a cargo de Conrado
Montesinos, especialista en Psiquiatría de Cádiz. Montesinos
expuso el tratamiento global que se debe seguir en caso de
detección del síndrome: “Hay que abarcar el problema desde
un punto de vista global, con una atención farmacológica,
psicológica y educativa”. No todos lo casos requieren el
tratamiento farmacológico pero sí en aquellos de carácter
“moderado o grave”, en cualquier caso la medicación “no es
agresiva y son psicoestimulantes, agentes que ayudan a
reactivar el cerebro para paliar la falta de atención”. Lo
que hay que entender “es que no estamos hablando de un niño
travieso o que se comporte mal. Estamos hablando de
alteraciones en el cerebro y por lo tanto hay que actuar”.
Este tratamiento es efectivo en “el 80 por ciento de los
casos, hay un 20 por ciento en el que no sabemos porqué
fracasa”.
El tratamiento psicológico es de carácter “conductual, el
profesional lo que debe hacer es establecer unas pautas de
conducta a la familia a la par que enseña al niño”.
Fundamentalmente un menor con trastorno de atención e
hiperactividad es un niño básicamente “impulsivo”, sin
filtros mentales a la hora de actuar.
La línea entre un niño con un comportamiento revoltoso y uno
con déficit de atención se distingue “mediante una guía
internacional aprobada por las asociaciones de psiquiatría.
Hay dos puntos básicos: el primero es que se dé el mal
comportamiento antes de los siete años y el segundo es que
se produzcan problemas graves en dos de los tres ámbitos
fundamentales en la vida de un menor: el familiar, social o
el escolar”.
El TDAH es crónico en el 50 por ciento de los casos y en la
otra mitad comienza a remitir a partir de la adolescencia.
“Entre los casos crónicos se llega a la edad adulta con otra
serie de problemas. Surgen en la relación con la pareja o en
el ámbito del trabajo. Esa impulsividad de los niños puede
derivar hacia una agresividad cuando se es adulto, sobre
todo a partir de la adolescencia”.
La directora del centro de Investigación y Tratamiento de
los Trastornos de Déficit de Atención de Jérez de la
Frontera, Rocío Prieto, continuó con la serie de
conferencias sobre el trastorno de déficit de atención
aconsejando qué pautas de actuación debe haber en el entorno
familiar después de la detección del síndrome. “Desde el
centro, una vez que se ha evaluado el TDAH, el siguiente
paso es hacer de asesoramiento con los padres para que
conozcan cuáles van a ser los pasos a seguir”. Uno de los
aspectos básicos es “fortalecer la autoestima del niño” ,
los menores llegan a consulta “con un déficit de odio.
Cargados de medidas punitivas y mensajes negativos pero
asuntos como la autoestima, autoconcepto o de la valía como
persona no están potenciados”. También es fundamental
“estructurar los hábitos. El orden y unos horarios definidos
son muy importantes para la estabilidad de un niño con este
tipo de síndrome” y “trabajar en hábitos de conducta, como
manejar adecuadamente el régimen que se debe aplicar con los
premios y castigos”.
La jornada del día 14 comenzó con la intervención de la
psicóloga pedagoga y miembro del Equipo de Orientación
Educativa y Pedagógica, Maribel Lagares, que disertó sobre
las prácticas a seguir en el mundo educativo y las medidas
de solución posibles en el mundo escolar cuando se presentan
casos de este tipo. En la siguiente ponencia intervino la
especialista en Psiquiatría y coordinadora de la Unidad de
Salud Mental Infanto-Juvenil de Algeciras, Teresa Guerra,
que habló de las señales que se pueden reconocer en un niño
para diagnosticar el déficit de atención e hiperactividad,
como las dificultades de concentración en actividades como
la lectura, y el tratamiento posterior que se le debe
aplicar al niño. Por último la Asociación Hidea volvió a
exponer otra caso. Si el primer día de conferencias se
ejemplificaron las intervenciones de los ponentes con el
caso de niño, en la segunda jornada se continuó con la
evolución que puede desarrollar la enfermedad en un
adolescente.
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