En todas partes, en cualquier
rincón de nuestro país, hay zoquetes –por no emplear
palabras de mayor envergadura calificatoria- que cogen el
volante del coche como si fueran canicas de sus juegos
infantiles.
Mucho cabreo producen esos conductores que se pasan
limpiamente las más pequeñas normas de comportamiento en el
tráfico rodado, por no escribir de las normas de circulación
que se saltan cada dos por tres.
Todos los vehículos, de cualquier composición y tamaño, de
nuestra era disponen de unas lucecitas que se encienden
intermitentemente cuando el conductor pulsa determinada
barrita y que están situadas en los extremos de las
delanteras y traseras de los vehículos, en algunos la tiene
colocadas también en los lados, especialmente los de larga
longitud.
No están ahí para cuando al conductor se le ocurra poner
música y utilizarlas como las de la discoteca, ni para
embellecer la carrocería del vehículo.
Su simple función es la de advertir a los demás que va a
comenzar a efectuar una maniobra, la que sea, que rompe la
armonía del tráfico.
Pues, ni eso. Muchos conductores no utilizan la barrita de
los intermitentes ni para aparcar y creen que los que vienen
detrás adivinan su futura maniobra.
En las autopistas muchos de esos conductores zoquetes
cambian de carril para adelantar al que tiene delante sin
avisar con los intermitentes justamente cuando se le va
acercando peligrosamente el que corre más. Como resultado:
frenazos que dejan marcada la calzada como negros latigazos
de un castigo inmerecido; topetazos de mayor o menor
gravedad que producen heridos y hasta muertos, dejando el
coche dispuesto para el desguace…
Muchas veces, a lo largo de mis desplazamientos diarios al
lugar de trabajo, he sido testigo de accidentes por culpa de
esas maniobras sorpresivas. Personalmente nunca me ha pasado
nada hasta ahora y eso que muchas veces me he encontrado en
esa situación de ver que un vehículo que rodaba lentamente
por mi derecha cambia de carril y se pone delante de mi
coche con el consiguiente susto y pisada veloz al pedal de
freno.
Llevo de un tiempo a ésta parte, que no superan los tres
años, que muchos conductores tienen parálisis en las manos
cuando cambian de dirección o cuando van a apacar. No se
molestan para nada en advertir a los que viene detrás de sus
maniobras… ¿no enseñan ahora en las autoescuelas el manejo
de la barrita de intermitentes? ¿Será cosa de la Educación
para la ciudadanía?
Por cierto que el Supremo ha avalado la Educación para la
Ciudadanía, así que los protestotes… a callar.
Bueno, cambiemos de tema aunque el título del artículo sea
fijo.
¿No serán intermitentes los cabreos de los peperos? Con el
espectáculo montado ahora con esa puesta en escena de
espías, guerra fría interna, emboscadas, seguimientos… no sé
a dónde quieren ir a parar estos peperos.
Los que dicen que la dirección del PP va a por Esperanza
Aguirre… creo que son de esos que no usan la barra de los
intermitentes para nada. Sobre todo la propia Esperanza
Aguirre que con éste paso ve rotas sus esperanzas de poner
el intermitente de la izquierda y adelantar a todos para
auparse en la presidencia del partido, secreto a voces.
Lo dantesco del caso es que la propia presidenta de la
Comunidad de Madrid juró y perjuró que no existían tales
espionajes, en declaraciones de dias anteriores al de hoy,
precisamente hoy y ahora declara intempestivamente que esos
casos de espionajes y sus dossieres los conocían tanto ella
como el propio Mariano Rajoy desde hace tres años… mentiras
tras mentiras no para de soltar los peperos.
El papel de víctima no le va a la Aguirre, su trola es tan
patente como las estrellas de su Comunidad. Se ve que la
desinformación es una de las herramientas del anterior
régimen que sigue vigente con los peperos. Mal asunto.
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