Hacía mucho tiempo que no sabía
nada sobre él y mi sorpresa hace un par de días fue, cuando
en el informativo del medio día, vi que acababa de morir.
Con Pablo Porta se ha ido el último de aquellos directivos
que tenían un sabor añejo del fútbol español. Con él se ha
ido una de las personas que más sabía de fútbol en este país
y que fue el que abrió las primeras puertas a directivos
españoles para entrar en las grandes instituciones del
fútbol europeo y mundial, UEFA y FIFA.
Bien es cierto que para ello tuvo que soportar las críticas
más agrias que jamás había soportado ningún dirigente del
fútbol en España y que una vez visto el éxito periodístico
cebándose en él, otros que vinieron más tarde encontraron,
también, el filón para atacar día y noche al actual
presidente de la Federación Española.
Llegó a la presidencia de la RFEF en 1975, precisamente
cuando se abría la veda de la critica en el mundo
periodístico, y como su llegada había estado envuelta en una
auténtica tempestad, al suceder a su predecesor Pérez Payá,
para unos era el verdadero hombre de fútbol, el genio que
necesitaba nuestro fútbol, en aquellos días, mientras que
para otros encarnaba el prototipo del dictador que quería
manejar a su capricho el deporte rey.
Yo estoy convencido de que no tenía el más mínimo sentido de
la humildad y cuando alguien trataba de minimizarlo o de
cerrarle los micrófonos de la radio difusión, él, sin hacer
aspavientos, afirmaba que teniendo abiertos los micrófonos
de la televisión, nada añoraba los demás medios.
Con él, según decían los más críticos suyos de aquella
época, la RFEF parecía estar siempre en entredicho, sin
embargo nadie encontró algo raro, fuera de su prepotencia,
que pudiera airear, y fuera de que constantemente, aunque él
no estuviera en Madrid, él tenía reservada una habitación en
el Hotel Palace de la Capital de España.
Hasta ahí podían llegar y llegaban las críticas, todo lo
demás entraba en el hacer diario de cualquier alto ejecutivo
de aquella época.
Porta tenía poder, todo el poder que había en su parcela y,
además, unas buenas relaciones y apoyos a nivel
internacional, por lo que directamente nadie hubiera sido
capaz de desplazarlo de la presidencia, en aquellos
instantes, mediante unas elecciones libres y democráticas.
Al final, un decreto anti Porta, en uno de los Gobiernos de
Felipe González, en el primero, en 1984 terminó con él en la
presidencia del fútbol español.
Con ese decreto se eliminaba a aquel que llevara dos o más
mandatos y Pablo Porta ya llevaba los 8 años bien cumplidos.
Esa fue la única forma de cargarse a un hombre del fútbol,
del que decían que se estaba sirviendo, pero ... .Fue un
decreto hecho únicamente ad hoc y que, curiosamente, no se
ha vuelto a utilizar, y ni siquiera el propio González se
agarró a eso para dejar de presentarse a unas elecciones.
La prueba más evidente de que aquel decreto lo único que
trataba era eliminar a Pablo Porta es que el actual
presidente del fútbol español, Ángel María Villar, lleva más
años que nadie y ahí ha vuelto a salir elegido y ahí sigue.
Hoy el fútbol español debería estar de luto, no sé si el
domingo en los campos de fútbol habrá alguien que se acuerde
de él.
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