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OPINIÓN - JUEVES, 29 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Pablo Porta
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Hacía mucho tiempo que no sabía nada sobre él y mi sorpresa hace un par de días fue, cuando en el informativo del medio día, vi que acababa de morir.

Con Pablo Porta se ha ido el último de aquellos directivos que tenían un sabor añejo del fútbol español. Con él se ha ido una de las personas que más sabía de fútbol en este país y que fue el que abrió las primeras puertas a directivos españoles para entrar en las grandes instituciones del fútbol europeo y mundial, UEFA y FIFA.

Bien es cierto que para ello tuvo que soportar las críticas más agrias que jamás había soportado ningún dirigente del fútbol en España y que una vez visto el éxito periodístico cebándose en él, otros que vinieron más tarde encontraron, también, el filón para atacar día y noche al actual presidente de la Federación Española.

Llegó a la presidencia de la RFEF en 1975, precisamente cuando se abría la veda de la critica en el mundo periodístico, y como su llegada había estado envuelta en una auténtica tempestad, al suceder a su predecesor Pérez Payá, para unos era el verdadero hombre de fútbol, el genio que necesitaba nuestro fútbol, en aquellos días, mientras que para otros encarnaba el prototipo del dictador que quería manejar a su capricho el deporte rey.

Yo estoy convencido de que no tenía el más mínimo sentido de la humildad y cuando alguien trataba de minimizarlo o de cerrarle los micrófonos de la radio difusión, él, sin hacer aspavientos, afirmaba que teniendo abiertos los micrófonos de la televisión, nada añoraba los demás medios.

Con él, según decían los más críticos suyos de aquella época, la RFEF parecía estar siempre en entredicho, sin embargo nadie encontró algo raro, fuera de su prepotencia, que pudiera airear, y fuera de que constantemente, aunque él no estuviera en Madrid, él tenía reservada una habitación en el Hotel Palace de la Capital de España.

Hasta ahí podían llegar y llegaban las críticas, todo lo demás entraba en el hacer diario de cualquier alto ejecutivo de aquella época.

Porta tenía poder, todo el poder que había en su parcela y, además, unas buenas relaciones y apoyos a nivel internacional, por lo que directamente nadie hubiera sido capaz de desplazarlo de la presidencia, en aquellos instantes, mediante unas elecciones libres y democráticas.

Al final, un decreto anti Porta, en uno de los Gobiernos de Felipe González, en el primero, en 1984 terminó con él en la presidencia del fútbol español.

Con ese decreto se eliminaba a aquel que llevara dos o más mandatos y Pablo Porta ya llevaba los 8 años bien cumplidos. Esa fue la única forma de cargarse a un hombre del fútbol, del que decían que se estaba sirviendo, pero ... .Fue un decreto hecho únicamente ad hoc y que, curiosamente, no se ha vuelto a utilizar, y ni siquiera el propio González se agarró a eso para dejar de presentarse a unas elecciones.

La prueba más evidente de que aquel decreto lo único que trataba era eliminar a Pablo Porta es que el actual presidente del fútbol español, Ángel María Villar, lleva más años que nadie y ahí ha vuelto a salir elegido y ahí sigue.

Hoy el fútbol español debería estar de luto, no sé si el domingo en los campos de fútbol habrá alguien que se acuerde de él.
 

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