¿Por un casual, alguno de ustedes
o la mayoría, se encuentran preocupados y en situación de
alerta ante la amenaza global de una situación de riesgo
como es la crisis económica y moral que padecemos? Pues si
es así pongan mucha atención a su salud, porque, ese estado
de alerta desbarata los neurotransmisores, el cerebro
produce adrenalina a mansalva y destila el temible cortisol,
la hormona del miedo y del estrés. Adrenalina y cortisol muy
necesarias ante un peligro inminente, a ver, algo habitual
que nos pueda pasar, eso es, el peligro de que, en plena
noche, entre en nuestras casas una banda de albanokosovares
para robarnos o matarnos, entonces se activa un mecanismo
mental de huida, muy neuronal, con el agravante de que, si
tenemos a mano una escopeta de caza, en modo alguno podemos
utilizarla para repeler la agresión, so pena de acabar en la
cárcel por homicidio. A no ser, claro está, que los
criminales entren directamente disparando con subfusiles,
entonces aparece como algo proporcional el tratar de que no
maten a tus niños disparando con la escopeta, a bulto y con
todo y con eso te empapelan y te imputan. Para que exista
legítima defensa en este brutal sistema que padecemos,
tienen que concurrir tantos requisitos que, mejor dejarse
matar, torturar y robar y demostrar resignación y corrección
política, pacifismo y servidumbre ante el despiadado
pensamiento único.
¿Qué gruñen? ¿Qué ya están produciendo cortisol con tan solo
ser conscientes de lo indefensos y de lo solos que estamos
los españoles ante el despiadado sistema que nos esclaviza?
Bueno, es lo que hay y, desde la perspectiva de la nueva
espiritualidad, resulta menos lesivo y peligroso el
transformar nuestra actitud ante las injusticias que sufrir
atrozmente por ellas. A ver, ¿Quién ha dirigido con certero
y malévolo instinto un escupitajo sobre mis ajadas
zapatillas de running? ¿Qué regurgitan con miradas aviesas?
¿Qué yo “precisamente” soy la menos indicada para proponer
soluciones y consejos anti estrés, cuando mis neurólogos
dicen que la producción de sustancias químicas nocivas en mi
cerebro es directamente proporcional a la producción de
ciudadanos desesperados por parte de los tiburones de la
banca? Vale. Tienen razón, estoy abonada al departamento de
salud mental de la Seguridad Social y sospecho que, mis
psiquiatras me cambian de antidepresivos y ansiolíticos en
plan “a ver que pasa ahora”, pero acepto, asumo e identifico
mis problemas, estudio la sintomatología, pido bibliografía,
odio consultar internet porque, para estudiar, me es
indispensable el contexto papel, negro sobre blanco y letra
redondilla, en plan abuela Cebolleta y busco salidas y
soluciones. Y no me desprecien porque me cueste trabajillo
encontrarlas, la generación de sustancias químicas jodidas
en el cerebro ralentiza la capacidad de reacción, engulle
las defensas del organismo, genera resfriados
crónicos-neumonías-brotes virulentos de herpes zoster y la
imposibilidad de generar endorfinas con buen entrenamiento
físico. Con las narices tapadas por los mocos no se pueden
hacer respiraciones abdominales, ni tampoco torácicas, no se
puede hacer yoga, ni chi kung, ni dar correndijas para sudar
los malos humores y te pones peor. Como no se neutralizan
los venenos de la sesera con buen rollo jadeante y sudoroso
tras un entrenamiento bestia, todo lo asumes con peores
instintos. ¿Qué les ponga un supuesto práctico? Bueno, en la
primera sesión del esperpéntico juicio por el llamado “Caso
saqueo de Marbella” cuando el jovencísimo abogado de oficio
que tuvo que asumir la defensa del “diabólico” Juan Antonio
Roca tras la renuncia de su primer abogado por la
imposibilidad de cobrar sus honorarios, cuando el chico
pidió angustiado que le concedieran veinte días más para
tratar de preparar un procedimiento que presentaba todas las
dilaciones indebidas del Universo, porque no lo tenía
preparado y existía indefensión, ante el gesto entre
despectivo e indiferente de los tres jueces al negarle al
abogadito su legítimo derecho y constatar en vivo y en
directo, como española, como abogada de barrio que no de
ringorrango, como ciudadana de un supuesto estado
democrático con muchas minúsculas, lo absolutamente
indefensos que estamos todos, lo inmediato es sentir miedo.
Generar la hormona del estrés y del miedo: el cortisol.
Porque aquello daba canguele, esa falta de garantías
constitucionales, plenamente institucionalizada, te ponía
los pelos como escarpias ¡Líbranos Señor de despertar la
hostilidad de los Poderosos, porque si es así, estamos
muertos!. Tíos ¡Que susto!.
Y ¿Quién nos protege a los menganillos en la España del
miedo y del estrés? ¿A quien podemos recurrir al menos
pidiendo justicia con una carta certificada? ¿Al Rey? No
hace caso. ¿A Zetapé? Está muy lejos. ¿A los mindundis que
obtuvieron sillón y jornal para cuatro años con nuestros
votos? No tienen oficina abierta en provincias ni sabemos
sus teléfonos y encima pontifican con “las injerencias”.
Aquí nadie injiere en nada, hoy por ti, mañana por mí, que
todos, a sus niveles, tienen mucho poder y muchas
influencias. Entre los Grandes Clanes de los Privilegiados
se guardan el agua. Mientras los españoles nos ahogamos de
angustia y nos falla la respiración. Es la España del
estrés. ¡Y sin levantar la voz ni abrir la mui! ¿No recetan
trankimazin en la Seguridad Social? Pues sobrados vamos y si
exudamos cortisol lo liamos en la sartén con dos huevos,
apañamos una tortilla de miedo y ya tenemos la cena
resuelta. Y que nos jodan. ¡Faltaría más!.
|