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OPINIÓN - JUEVES, 29 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La España del estrés
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Por un casual, alguno de ustedes o la mayoría, se encuentran preocupados y en situación de alerta ante la amenaza global de una situación de riesgo como es la crisis económica y moral que padecemos? Pues si es así pongan mucha atención a su salud, porque, ese estado de alerta desbarata los neurotransmisores, el cerebro produce adrenalina a mansalva y destila el temible cortisol, la hormona del miedo y del estrés. Adrenalina y cortisol muy necesarias ante un peligro inminente, a ver, algo habitual que nos pueda pasar, eso es, el peligro de que, en plena noche, entre en nuestras casas una banda de albanokosovares para robarnos o matarnos, entonces se activa un mecanismo mental de huida, muy neuronal, con el agravante de que, si tenemos a mano una escopeta de caza, en modo alguno podemos utilizarla para repeler la agresión, so pena de acabar en la cárcel por homicidio. A no ser, claro está, que los criminales entren directamente disparando con subfusiles, entonces aparece como algo proporcional el tratar de que no maten a tus niños disparando con la escopeta, a bulto y con todo y con eso te empapelan y te imputan. Para que exista legítima defensa en este brutal sistema que padecemos, tienen que concurrir tantos requisitos que, mejor dejarse matar, torturar y robar y demostrar resignación y corrección política, pacifismo y servidumbre ante el despiadado pensamiento único.

¿Qué gruñen? ¿Qué ya están produciendo cortisol con tan solo ser conscientes de lo indefensos y de lo solos que estamos los españoles ante el despiadado sistema que nos esclaviza? Bueno, es lo que hay y, desde la perspectiva de la nueva espiritualidad, resulta menos lesivo y peligroso el transformar nuestra actitud ante las injusticias que sufrir atrozmente por ellas. A ver, ¿Quién ha dirigido con certero y malévolo instinto un escupitajo sobre mis ajadas zapatillas de running? ¿Qué regurgitan con miradas aviesas? ¿Qué yo “precisamente” soy la menos indicada para proponer soluciones y consejos anti estrés, cuando mis neurólogos dicen que la producción de sustancias químicas nocivas en mi cerebro es directamente proporcional a la producción de ciudadanos desesperados por parte de los tiburones de la banca? Vale. Tienen razón, estoy abonada al departamento de salud mental de la Seguridad Social y sospecho que, mis psiquiatras me cambian de antidepresivos y ansiolíticos en plan “a ver que pasa ahora”, pero acepto, asumo e identifico mis problemas, estudio la sintomatología, pido bibliografía, odio consultar internet porque, para estudiar, me es indispensable el contexto papel, negro sobre blanco y letra redondilla, en plan abuela Cebolleta y busco salidas y soluciones. Y no me desprecien porque me cueste trabajillo encontrarlas, la generación de sustancias químicas jodidas en el cerebro ralentiza la capacidad de reacción, engulle las defensas del organismo, genera resfriados crónicos-neumonías-brotes virulentos de herpes zoster y la imposibilidad de generar endorfinas con buen entrenamiento físico. Con las narices tapadas por los mocos no se pueden hacer respiraciones abdominales, ni tampoco torácicas, no se puede hacer yoga, ni chi kung, ni dar correndijas para sudar los malos humores y te pones peor. Como no se neutralizan los venenos de la sesera con buen rollo jadeante y sudoroso tras un entrenamiento bestia, todo lo asumes con peores instintos. ¿Qué les ponga un supuesto práctico? Bueno, en la primera sesión del esperpéntico juicio por el llamado “Caso saqueo de Marbella” cuando el jovencísimo abogado de oficio que tuvo que asumir la defensa del “diabólico” Juan Antonio Roca tras la renuncia de su primer abogado por la imposibilidad de cobrar sus honorarios, cuando el chico pidió angustiado que le concedieran veinte días más para tratar de preparar un procedimiento que presentaba todas las dilaciones indebidas del Universo, porque no lo tenía preparado y existía indefensión, ante el gesto entre despectivo e indiferente de los tres jueces al negarle al abogadito su legítimo derecho y constatar en vivo y en directo, como española, como abogada de barrio que no de ringorrango, como ciudadana de un supuesto estado democrático con muchas minúsculas, lo absolutamente indefensos que estamos todos, lo inmediato es sentir miedo. Generar la hormona del estrés y del miedo: el cortisol. Porque aquello daba canguele, esa falta de garantías constitucionales, plenamente institucionalizada, te ponía los pelos como escarpias ¡Líbranos Señor de despertar la hostilidad de los Poderosos, porque si es así, estamos muertos!. Tíos ¡Que susto!.

Y ¿Quién nos protege a los menganillos en la España del miedo y del estrés? ¿A quien podemos recurrir al menos pidiendo justicia con una carta certificada? ¿Al Rey? No hace caso. ¿A Zetapé? Está muy lejos. ¿A los mindundis que obtuvieron sillón y jornal para cuatro años con nuestros votos? No tienen oficina abierta en provincias ni sabemos sus teléfonos y encima pontifican con “las injerencias”. Aquí nadie injiere en nada, hoy por ti, mañana por mí, que todos, a sus niveles, tienen mucho poder y muchas influencias. Entre los Grandes Clanes de los Privilegiados se guardan el agua. Mientras los españoles nos ahogamos de angustia y nos falla la respiración. Es la España del estrés. ¡Y sin levantar la voz ni abrir la mui! ¿No recetan trankimazin en la Seguridad Social? Pues sobrados vamos y si exudamos cortisol lo liamos en la sartén con dos huevos, apañamos una tortilla de miedo y ya tenemos la cena resuelta. Y que nos jodan. ¡Faltaría más!.
 

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