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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 28 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / SNIPER

Marruecos: Revolución del Rey y del Pueblo
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Reconozco la ambivalencia del titular, así como el carácter polisémico del término “revolución”. Con estas parrafadas quiero referirme a un cambio drástico aunque controlado desde el Poder, poniendo “Dar Marruecos” patas arriba buscando un sitio al sol para los desheredados de la fortuna. Una política clara desde el Makzhén “por y para el pueblo” e incluso, dadas las condiciones objetivas, bajo los principios del Despotismo Ilustrado: hasta “sin el pueblo”. Pero que el antiguo “fellah”, la base social del Trono emigrado en masa durante los últimos años a las grandes ciudades, sea el beneficiario. Esa es la única alternativa de Mohamed VI: un golpe de palacio, dado desde dentro y a repartir algo más que ilusiones a un pueblo ahíto de justicia social. Eso… o la revolución islamista, con carácter y consecuencias harto diferentes. Porque el islamismo, al amparo del conflicto de Gaza que ha tomado como bandera, no ya por el pueblo palestino en sí (Fatah también está integrada por palestinos, Cisjordania también es Palestina…) sino por el entusiasmo que despierta la implacable islamización de la Franja llevada a cabo por esa organización terrorista con síndrome de vampirismo, Hamás, ha remontado aun más el vuelo.

En mayo de 2005 el joven soberano lanzaba el gran proyecto del Reino: la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH) y, con ella, la lucha contra la pobreza y la exclusión social, luciendo en el mascaron de proa el acceso a una vivienda saludable para esos millones de marroquíes que sobreviven en los “bidonvilles”, las barriadas de chabolas hacinadas en el cinturón de las grandes ciudades. Si oficialmente se maquillan las cifras reconociendo que “casi 5 millones de marroquíes viven en viviendas insalubres”, la amarga realidad es que de la población urbana de unos 15 millones de personas (casi la mitad de la población total), 1/3 lleva su dura existencia en condiciones deplorables. Desde su acceso al Trono de los Alauís, Mohamed VI (un monarca abierto, progresista y con loables intenciones) hizo de la “revolución social” seña de identidad de su reinado: recordemos su discurso del 20 de agosto de 2001 advirtiendo contra los peligros que representaba la proliferación de la vivienda insalubre, sus palabras en el Parlamento ante la inauguración del curso político el 11 de octubre del mismo año (“No podemos preservar al ciudadano su dignidad sino garantizándole una vivienda decente”) o su discurso, francamente alarmista, con motivo de la Fiesta del Trono en 2003: “Después de dos años en vez de presenciar la erradicación progresiva de las chabolas hemos constatado, a través de las visitas que hemos efectuado a diferentes regiones del Reino, su proliferación en muchas ciudades”. Tomen nota de la frase: “a través de las visitas”.

Desde entonces este escribiente ha visto levantarse poco a poco urbanizaciones dignas aquí y allá, movilizando el Estado marroquí toda una panoplia de recursos: compra de terrenos, capitalización para constructoras, facilitación de microcréditos… ¡Pero hay mucho que arar en el campo!. Sin duda Mohamed VI sigue contando con un amplio respaldo ciudadano, aunque no ya con el entusiasmo de antes… En los últimos tiempos y pese a la machacona propaganda oficial, he intuido al Makzhén más solo… Y eso no es bueno para nadie, para nuestros vecinos marroquíes los primeros. La crisis económica va sin duda a complicar las cosas, porque lo que más falta le hace a Mohamed VI es tiempo… y éste no corre, vuela.
 

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