Tetuán tiene sin duda mayor carga
emocional y otro sabor para los españoles, pero también es
cierto que la luminosa Tanger, dos veces milenaria y abierta
al mar, serena y anima el espiritu de otro modo porque, en
esencia, en la vieja Tángis se respira el bien más apreciado
del ser humano: su libertad. Salvando las distancias
ideológicas, más que las geográficas, no dejo nunca de
intuir cuando salvo el antiguo paso del Fondak los
paralelismos entre mi Gijón natal y el Oviedín del alma: la
capital asturiana, acostada también a la vera de un valle y
flanqueada por montañas, no deja de guardar cierta semejanza
con la blanca paloma de la Yebala mientras que en la
milenaria Gijon, fundada a paso romano por la IV Legion
Macedonia cara al Cantabrico, se ha respirado siempre -como
en Tánger- de una forma mas libre y menos conservadora. Será
acaso la fresca brisa marina, que despeja la cabeza y aventa
al Averno -¡eh Mefistófeles!- las miasmas.
Quien tuvo retuvo y en el rostro del moderno Tánger aun
asoman las glorias de antaño. Por no decir que la ciudad,
mimada por el actual soberano Mohamed VI, pugna por
erradicar barriadas insalubres, cerrar la brecha social y
alcanzar, otra vez, las cotas que la proyectaron
internacionalmente. De hecho, su dinamismo y rica vida
cultural no tienen nada que envidiar a la de una metrópoli
occidental: Tánger, esta ciudad africana que siempre ha
respirado aire europeo…
En Oriente Medio, la paz pugna por abrirse paso entre
fanatismos y odios ancestrales. Mijael Sofer se preguntaba
en un artículo el pasado sábado, publicado en EL PUEBLO,
“por qué el Muftí de Jerusalén, el clérigo islámico (sic)
con más influencia nombrado por la Autoridad Palestina,
proclama: “Cuanto más joven es el mártir, más respeto siento
por él”. Así las cosas, continua mi amigo Mijail, no es de
extrañar que un niño palestino de 12 años declarara al
“London Times” lo siguiente: “Quiero morir como un mártir,
iré directamente al Paraíso si lo hago”. Porque… “hay
mujeres palestinas que proclaman que desean tener más hijos
para sustituir a aquellos que se convierten en mártires”.
“Sacrificad, sacrificad a vuestros hijos voluntariamente en
el nombre de la libertad”, predica el Muftí de Jerusalén:
“La madre es partícipe de la gran recompensa de la Yihad”.
¡Pobres niños, pobre infancia lanzada por los suyos al
martirio! ¿Es ese el camino de la paz…? El jueves por la
noche en Washington, flanqueado por su secretaria de Estado,
Hillary Clinton, el nuevo mandatario de los Estados Unidos,
Barack Hussein Obama, era taxativo: “Dejadme ser claro:
América está comprometida con la seguridad de Israel y
siempre apoyara el derecho de Israel a defenderse contra las
amenazas. Durante muchos años Hamás ha lanzado cientos de
misiles contra ciudadanos israelíes inocentes. Ninguna
democracia puede tolerar este peligro para su gente. No debe
hacerlo la comunidad internacional y tampoco deberían
hacerlo los propios palestinos, cuyos intereses solo son
defendidos mediante actos terroristas”. No sé que pensará de
estas palabras su gran admirador español, el Presidente
Rodríguez Zapatero. Sí tengo muy claro lo que opinan al
respecto los “Jarropos” de turno… y lo que harían si
pudieran.
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