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OPINIÓN - MARTES, 27 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Luis María Fernández
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Le conozco de cuando estaba entregado a su mayor pasión: el fútbol. Deporte al cual le dedicó los mejores años de su mocedad. Ejercía como dirigente del fútbol base y daba siempre muestras amplias de sus enormes deseos de ayudar a los niños. En realidad, por aquel entonces del que hablo, él no dejaba de ser también un niño grande.

Con el paso de los años, y dado su espíritu emprendedor como comerciante, Luis María Fernández se fue retirando de las obligaciones directivas futbolísticas, que le costaban tiempo y algo más; pero jamás perdió un ápice de su afición por el deporte rey. Si bien conviene resaltar que en su versión más extraordinaria: la de contribuir a la formación de los chavales por medio del juego.

Luis María es persona educada, amable, y de quien tengo pruebas evidentes de que no es un exaltado que guste de ir provocando situaciones que puedan terminar en gresca. Ciertamente es un hombre corpulento, pero su carácter no es violento. No lo ha sido nunca. De ahí que me haya causado sorpresa la actuación que se le viene achacando cuando se encontraba en un pub.

Pero he de confesar que a esa sorpresa se le ha unido la de saber, precisamente por esa tángana ocurrida el sábado durante la noche, que LMF es subdirector del área de Menores. Ya que nunca me he interesado por conocer las interioridades de ese centro ni él, cuando hemos hablado de higos a brevas, me dijo nada al respecto.

Ahora bien no me extraña que Fernández haya sido víctima de las maniobras de quienes son unos consumados maestros en sacar de quicio a quienes se les oponen. Y en los sindicatos, como en muchos otros sitios, tales provocadores están a la orden del día. Por lo tanto, si el subdirector del área de Menores ha caído en la trampa que pudieran haberle tendido, le ha hecho un flaco favor al Gobierno de la Ciudad, a sus compañeros de Punta Blanca y, desde luego, ha propiciado que lo dañen a él en todos los aspectos.

De momento, y según todo lo que he venido leyendo al respecto, policías y sindicalistas van cogidos de la mano a la hora de decirnos que Luis María Fernández es un energúmeno; un bravucón; un matón de taberna que armó un escándalo público y que pegó a señoras y caballeros porque sí. Por el mero hecho de que las señoras y caballeros agredidos pertenezcan a un sindicato cuyo secretario general, en vista de su acendrado amor por los menores, se ha visto obligado a decirnos que en Punta Blanca se aplican las mismas medidas coercitivas que en las cárceles de Guantánamo.

Una denuncia basada en lo que alguien le ha contado al secretario general. Si bien éste es incapaz de llevar ante el fiscal de Menores a la persona que le haya soplado semejante injusticia. Caso de ser cierta. Y que no ha hecho sino poner, una vez más, el nombre de la ciudad en boca de quienes están deseando destilar hiel contra ella, que no son pocos.

LMF se está viendo sólo también ante quienes estaban deseando escupirle a la cara que es un don nadie, por carecer de formación académica para desempeñar el cargo. De modo que se le ha juntado todo lo peor que se le podía juntar para que salga mal librado de una situación generada por un sindicalista que sigue sin cortarse lo más mínimo a la hora de dañar a Ceuta. Lo único que le queda, que no es moco de pavo, es que Gordillo no ceda. Y a mí me da en las pituitarias que el vicepresidente no cederá.
 

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