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sociedad - DOMINGO, 25 DE ENERO DE 2009


el cristo de la buena muerte. archivo.

religión
 

A las puertas de la Cuaresma el sufrimiento comienza a tener sentido

“Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra
sí mismo, para que vuestro ánimo
no se canse hasta desmayar”

CEUTA
José Manuel Rincón

ceuta
@elpueblodeceuta.com

«Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; (...) ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? (...) Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. (...)»

En el pasaje leído vemos a Jesús enfrentado a una situación extrema. Él sabía que esto significaba el comienzo del fin.

Había que debía morir para que el plan de salvación para la humanidad se concretara. Hermanos, tengan la certeza de que nuestro Señor vivió momentos en que deseó no enfrentarse a la prueba más dura: la separación espiritual con su Padre Celestial a causa del pecado. Pero se sometió al Espíritu Santo a tal grado que entendía y obedecía la voluntad del Padre.

Nuestro Señor tenía la seguridad de que si en algún momento quería renunciar a todo Su Padre inmediatamente lo liberaría de todo, pues el sacrificio de Cristo fue, en todo tiempo, un acto voluntario. Pero también sabía que el pedir al Padre que lo salvara sólo hubiera frustrado el programa divino. Las Escrituras que predecían la entrega de Jesús, sus padecimientos, su crucifixión y resurrección, habían de cumplirse. Y Jesús lo entendía aun en su humanidad, y además lo procuraba, pues el Nombre del Padre estaba involucrado.

El Señor fue dañado injustamente, pero siempre supo que esa maldad humana estaba sólo logrando cumplir el plan designado por Dios. El Señor sabía que sus padecimientos eran por la maldad humana. También sabía que el demonio estaba haciendo todo para destruirlo. Finalmente, entendía que sus sufrimientos eran porque era la única vía de reconciliar al mundo con el Padre. Jesús se ofreció voluntariamente a darlo todo para que fuésemos salvos. Las Tres Personas de la Divinidad, unánimes como siempre, decidieron rebajarse por amor a esta humanidad descarriada.

Cuando decidimos aceptar a Jesús como Señor y Salvador, hicimos un acuerdo con Él: seguir sus pasos. Y tal como a Él le sucedió, nosotros sus fieles muchas veces padeceremos por causa de los demás, o porque Satanás se haya levantado en nuestra contra o porque claramente Dios lo considere como único medio para desarrollarnos en un área.

El peor problema en las tribulaciones es que el que las vive cae en angustia, se desespera y eso nubla su razón y sus decisiones. Como cristianos, debemos recordar siempre que somos barro en manos del Alfarero, y Él tiene el soberano derecho de hacer con nosotros lo que le parezca; y mientras nuestros sufrimientos no sean provocados por asuntos ajenos a Su Voluntad, entonces está bien.

Yo no sé qué gran dolor está tocando su vida, sólo sé que como Jesús, debe tener la certeza de que Dios puede enviarle legiones de ángeles para sacarla inmediatamente del hoyo en el que se encuentra, pero antes deben cumplirse las Escrituras en ti.

“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.”

Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.

He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.

Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; “


Pedro Mariscal Rojas

Hermano Mayor

Cofradía del Stmo. Cristo de la Encrucijada y

María Satma. De las Lágrimas

Ceuta 23 de Enero de 2009

CEUTA
 

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