Con la sombra proyectada sobre el 2009, donde la economía
mundial y el capitalismo global se ven sumergidos en una
creciente crisis que sacude a todas las esferas, la búsqueda
de empleo parece un callejón sin salida, una cuesta arriba
que no tiene final, donde los requisitos son cada vez más
exigentes e incluso inaccesibles para muchos ciudadanos de a
pie, sobre todo, para los jóvenes que en algún momento de su
historia dejaron a un lado un aspecto fundamental como puede
ser la formación.
Esa capacidad de adquirir conocimientos, de ascender en las
escalas profesionales, de nutrición personal y social, que
tan anegada parece en el colectivo joven por las últimas
críticas ante fracaso escolar o el abandono temprano, se ha
unido a la palabras crisis, futuro y empleo, haciendo que la
población más inexperta se replantee la necesidad de
formarse.
Algunos se inician desde cero y otros continuan su carrera
hacia un curriculum vitae brillante y agradable ante la
vista de los empresarios. Pero todos coinciden en un nexo
común: la educación no tiene fronteras, ni edad, sexo,
religión o condición social. Requisito sine qua non en
tiempos de lucha cuando la demanda es superior a la oferta.
Muchos han sido los ceutíes que han solicitado información,
asesoramiento o recursos para combatir esta necesidad y, en
su mayoría, han encontrado excelentes resultados en diversos
organismos de la ciudad. Concretamente, y a modo de ejemplo,
la Oficina de Emancipación Juvenil ha supuesto el enclave
específico para jóvenes como Marien y Elena. Dos vidas y dos
historias diferentes en todos sus aspectos pero que
comparten una misma condición: la formación.
Elena Chamón nació en Ciudad Real, donde estudió y se
licenció en Derecho. Un tiempo después alzó sus alas y se
trasladó a Palma de Mallorca para realizar sus prácticas de
abogada en ejercicio. En junio de 2008, por motivos
personales, llegó a la ciudad autónoma, donde inició la
aventura de la búsqueda de empleo. A veces gris, a veces
blanco, pero vio la luz al callejón sin salida.
“Dejé mi familia, lo dejé todo porque a mi pareja le
trasladaron a Ceuta y llegué sin trabajo. Anduve por las
calles, conocí la ciudad, acudía a la biblioteca y entonces
conocí la Oficina de Emancipación Juvenil. Estuve haciendo
preguntas, expliqué mi situación, y en muy poco tiempo, tuve
fuerza porque lo cierto es que la desesperación hizo que
decayera. Me ofrecieron un trato personalizado, muy dedicado
y exclusivo, y poco a poco me fueron informando de lo que
tenía que hacer, dónde podía ir y lo más importante fue el
apoyo personal que me brindaron cuando no sabes qué hacer
con tu vida, con tu situación”, narraba la joven.
Y aunque es difícil en una sociedad globalizada,
individualista, en la que la pérdida de valores cada vez se
hace más patente, tal y como expresan educadores y
sociólogos del siglo XXI, la empatía se presenta como un
valor añadido que no tiene precio. “Es un trato familiar,
como si los profesionales que trabajan en las oficinas
juveniles se pusieran en tu posición. Les explicas lo que te
pasa y saben cómo ayudarte”, añadía.
Másters, posgrados, doctorados, cursos, talleres, jornadas y
muchas otras propuestas componen la oferta formativa actual
donde el ampliar conocimientos es fácil, en muchos casos
gratis, y al alcance de todos. Sólo hay que ponerse en manos
de los expertos para iniciarse y continuar la carrera.
“Yo tenía currículum pero me comentaron que había que darle
otra forma y eso fue lo que hizo que consiguiera un trabajo,
es decir, el asesoramiento inicial. Además se van quedando
anticuadas algunas acciones formativas y lo cierto es que
ahora se necesitan otras cualidades que son necesarias”,
agregaba la joven.
Sus palabras ahora manifestan entusiasmo, riqueza vital,
ilusión por continuar y especializarse en otras áreas pero
lo cierto es que Elena Chamón experimentó situaciones
lúgubres que actualmente la hacen sonreir. “Lo que más me
preocupaba era no encontrar trabajo y no acomodarme a vivir
en Ceuta porque entiendo que si una persona tiene trabajo en
una ciudad, sea la que sea, va conociendo gente, se va
integrando y se hace con la vida del lugar. El trabajo es
una forma de integración. Al tener empleo sentí una
sensación de alivio inmensa, de agradecimiento hacia la
oficina en este caso porque lo que tengo, se lo debo a
ellos”.
Y en casos de cura, “hay que echar paciencia, muchísima,
poquito a poco. Hay que estudiar, hacer cursos, luchar por
mejorar y dejarse asesorar por los que saben. La orientación
es necesaria en todos los casos y en todas las edades cuando
no se sabe qué camino seguir”, concluía.
La desmotivación, las necesidades personales o familiares,
el desconocimiento, la inmadurez u otros aspectos hacen que
muchos jóvenes abandonen pronto los colegios y olviden su
proyección de futuro. O en otros casos, el fracaso escolar,
uno de los problemas más graves que sufren en la actualidad
los sistemas educativos. El hecho de que haya escolares con
dificultades para superar con éxito las exigencias del
sistema educativo implica no sólo factores individuales,
sino educativos, sociales y culturales.
Bajo estos parámetros y pretensiones se desarrolla la otra
cara de la moneda. Y la representa la historia de Marien
Mohamed, una ceutí de 18 años que abandonó los estudios a
los 15 años y que ha vuelto a recuperar un camino que le
transmite seguridad para un futuro muy cercano.
“Ni siquiera tenía la Educación Secundaria Obligatoria
porque dejé de estudiar. Al llegar al instituto, como le
pasa a mucha gente, me aburría. Empecé la garantía de
peluquería y por las tardes unos cursos de tres meses; y así
conocí la Casa de la Juventud. Al concluir las dos cosas, y
por casualidad, fui a sacarme el carnet joven y conocí a
Élida Barroso, la responsable de la Oficina de Emancipación
Juvenil. Ella me informó, de asesoró, me dio una charla-
entre risas- y me intentó ayudar porque yo no tenía nada”,
narraba la joven.
El acceso a la información, la ayuda humana y profesional, y
el interés llevaron a esta ceutí a continuar con una vida a
la que había dado la espalda. Incluso las propias
experiencias, en edades tempranas, fueron factores
suficientes para “darme cuenta de que si no tienes estudios,
no tienes nada. Y si encima no hay trabajo y no estás
formada, peor todavía, más complicado lo tienes”, explicaba
la ceutí.
Los comienzos siempre son difíciles, aterradores y duros,
pero una vez establecidas las bases, todo va por su propio
destino. “Ahora mismo voy a empezar nuevamente la ESO y lo
compaginaré con un curso de inmobiliarias porque siempre hay
que saber un poco de todo. Ya he realizado un curso de
contabilidad, de informática, de creación y gestión de
datos, de auxiliar de oficinas”, se sinceraba, entusiasmada.
Aprender, formarse o descubrir cosas nuevas, fueron las
primeras sensaciones que Marien Mohamed experimentó en su
reencuentro con la educación, que ella misma confesaba, no
haberse replanteado jamás. “Nunca me ha gustado mucho
estudiar pero ahora sí, y lo tengo muy claro. Tengo metas y
aspiraciones empezando por el graduado y el bachiller para
finalmente ser administrativa, unas oposiciones y trabajar
en alguna empresa”. Y a nivel emocional, la chispa de la
ilusión tambien fue recuperada: “Todo te lo planteas de
manera diferente. Se agradece muchísimo el trato y la ayuda
tanto personal como profesional que te dan en sitios como la
Casa de la Juventud o la Oficina de Emancipación Juvenil.
Antes sabía los mínimos conocimientos y en cuestión de un
año y medio he accedido a demasiadas cosas”, añadía Marien
Mohamed.
Estas dos jóvenes, sus historias, sus vivencias, sólo han
sido ejemplos concretos de lo que representa en la
actualidad la proyección de futuro del colectivo joven. Las
dos aseguran que ”depende de la persona, pero con el paso de
los años te vas dando cuenta de lo que esta sociedad exige
porque no se puede depender siempre de los padres y el
respaldo de la familia”.
Las oficinas de información juvenil, los corresponsales o la
Casa de la Juventud son lugares que representan promesas de
futuro y mejora para los jóvenes ceutíes. La propia Oficina
de Emancipación Juvenil es un servicio público y gratuito,
destinado a dar información y asesoramiento en cuestión de
empleo y vivienda joven. Entre sus funciones se establecen
el conocer las posibilidades formativas para el empleo de la
ciudad y otras Comunidades Autónomas. El orientar y asesorar
en la elaboración de currículos o proyectos. Informar sobre
bolsas de empleo u oposiciones, los lugares donde dirigirse
para buscar empleo.y fundamentalmente, informar sobre temas
relacionados con la vivienda: bolsas de viviendas para
jóvenes, hipotecas, ayudas y subvenciones, etc.
Todo ello fomenta el espíritu de lucha al que se añade un
tratamiento personal, de diálogo y sinceridad en el interés
de muchos jóvenes. Jóvenes que como Elena o Marien han dado
un nuevo sentido a sus vidas.
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