Y además del problema de
conciencia, como en toda profesión, un juez sabe valorar
mejor que nadie, aquello que va acorde con la ley y aquello
que contraviene las leyes.
A mí, particularmente, me da confianza que un colectivo como
el de los jueces tome una postura, por muy impopular que
sea, ante una situación como esta.
Aquí más que en ningún otro colectivo, si han dado un paso,
o si lo dan es seguros de que no están en terreno
resbaladizo, por mucha propaganda que se quiera hacer, desde
otras órbitas, en contra de la posibilidad de que los jueces
vayan a la huelga.
Y es más, no estamos ante una huelga de simples algaradas,
ni mucho menos, estamos ante uno de los poderes
democráticos, como es el Judicial, que para nada tiene que
estar sometido al Ejecutivo, por ejemplo.
El problema puede estar en que desde otros poderes se
intente minimizar al poder Judicial o se crea que es un
poder que va a remolque del Ejecutivo o del Legislativo.
Y hay más, no estamos ante una simple protesta de los jueces
de una ciudad y de cuatro pueblos más, estamos ante unas
serias reivindicaciones por parte de “los” jueces, no de
unos pocos.
Aquí en Ceuta, la Junta General de Jueces de la Ciudad
Autónoma acordó por unanimidad secundar la huelga convocada
en todo el territorio español para el próximo 18 de febrero.
Y que nadie venga ahora vendiendo otra mercancía, porque
aquí lo que quieren y tienen que solucionar los jueces es el
problema de la dignidad y el propio orgullo de ser juez, sin
entrar para nada en el politiqueo barato que se está
manejando estos días, desde otros círculos.
Además, y que nadie se rasgue las vestiduras, no se tratará
de una huelga salvaje con paros indefinidos. Será una huelga
de 24 horas y con ello, de momento, quedará muy claro,
especialmente a las esferas políticas, que hay una parte
importantísima de la sociedad española que no está conforme
con el trato que viene recibiendo, porque “los objetivos
logrados son insuficientes, no se concretan plazos y se les
deniegan parte de las reivindicaciones básicas de forma
expresa”.
Una democracia es algo más que palabras bonitas para
conseguir unos votos en épocas de elecciones, o para
distraer ciertas conciencias en momentos preocupantes, como
el actual, por ejemplo.
Una democracia, al menos así se ha entendido, desde hace
años, en occidente, conlleva la independencia de los poderes
Ejecutivo, Legislativo y Judicial, por lo que no es de
recibo que cualquier grupo político, de izquierdas o
derechas, progres o ultras, quieran politizar, precisamente,
la Justicia. Por eso los jueces dicen y saben bien lo que
dicen:”Queremos acabar con la politización de la Justicia,
que el poder judicial sea auténticamente independiente y
limpio, recuperar el orgullo y la dignidad de los jueces”.
Bastaría con saber leer directamente o, también, entre
líneas este párrafo para ver que la razón, sin más, está del
lado de unos jueces, cuya voz se ha de oír, desde ahora
mismo.
Una democracia sin que funcione bien la Justicia, es una
democracia a medias, y un país, por muy bien que funcionen
otras áreas, que no es este el caso, pero que no funcione la
Justicia no es un país serio.
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