Los trabajadores forman sindicatos
para tener una voz y para mejorar sus salarios y condiciones
laborales, no para dar a los grupos minoritarios la
oportunidad de alcanzar sus fantasías políticas. Me topo con
la cita cuando estoy adecentando los cajones de un mueble
que tengo en la salita donde escribo. Y enseguida se me
viene a la memoria la de años que Comisiones Obreras lleva
manejada por un grupo que se aprovecha de la fuerza del
sindicato para tratar de abrirse camino en la política
activa de la ciudad. Un grupo a cuyo frente está el
secretario general
Comisiones obreras, según sus estatutos, se define como un
sindicato de clase, democrático, independiente,
participativo, de masas, etcétera. Pero nada dicen tales
estatutos acerca de que un individuo pueda permitirse el
lujo de presionar sin descanso al Gobierno de la Ciudad para
la obtención de logros políticos y beneficios que sólo
redunden en su haber.
Comisiones Obreras en Ceuta es, desde hace ya la tira de
tiempo, un sindicato secuestrado por su secretario general.
El cual lleva muchísimos años aprovechándose de ese
organismo como medio para imponer su voluntad en todos los
aspectos. Es un tipo que, amparándose en tan destacadas
siglas y rodeado de una minoría de aduladores que ha
conseguido trastornarle la cabeza, ha dado en la manía de
creerse que con solo mencionar su nombre el canguelo se
adueña de la ciudad y todo el mundo termina yéndose de
varilla.
El secretario general de CCOO, de esta ciudad, es un iluso
por estar convencido de que a él le tienen incluso más miedo
que en su día le tuvieron a don Pedro I. Un Rey, que,
al sonarle las choquezuelas al andar y lo hacía
habitualmente durante las noches sevillanas, conseguía que
las calles se quedaran desiertas. Aquel personaje no dejaba
de ser un matón, pero con corona. El caso del hombre que nos
ocupa es bien distinto: alardea de matonismo por el simple
hecho de estar coronado por una obcecación que le está
causando deterioro en todos los aspectos.
Al matonismo del secretario general de CCOO le llaman
influencia. Y todos los años el hombre renueva el título de
influyente. Y sale revitalizado a la palestra: saca pecho,
acordándose de sus orígenes vascos –tiene cabeza de liebre
con las sienes salientes-; se siente más poderoso que la
temporada anterior; más inteligente, y sobre todo con ánimos
más que suficientes para decirle a los suyos, a los
componentes de esa ejecutiva sindicalista que lo considera
un pensador de altos vuelos, que está en el buen camino para
acabar, de una vez por todas, con Juan Vivas.
Y expone las razones: Porque lo tiene cogido por los
cojones. Debido a que el presidente de la Ciudad tiene
comprados a los medios de comunicación y porque despilfarra
millones y más millones en la Asociación Deportiva Ceuta por
pagarse el capricho de ser su entrenador en la sombra. Y
cosas así...
El presidente de la Ciudad, dando la callada por respuesta a
tantas difamaciones escritas por el secretario general de
CCOO en uno de los medios comprados, ha logrado envalentonar
al matón. Así, éste, amén de la subida de tono que le ha
proporcionado el haber conseguido engañar a Mohamed Alí, se
ha visto más poderoso que nunca y ha escupido contra los
trabajadores de Punta Blanca. Es decir, contra Ceuta. Y
podría ser tachado de inmundo.
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