La tensión dentro del transporte público en el Príncipe en
horario de 14.30 a 15.30 los días laborables empieza a ser
más frecuente de lo habitual y ya huele a podrido. Esta
semana, la empresa Hadu Almadraba denunciaba que uno de sus
conductores había recibido una agresión mientras realizaba
su trabajo ordinario.
Desde que empezó el colegio han sido varias las denuncias
realizadas por el colectivo y esto ha obligado que la
Policía se haya visto obligada, a petición del sector y de
la propia Consejería de Gobernación, a colocar una pareja de
agentes detrás del autobús para controlar el servicio. En
ocasiones ha bastado con un coche custodiando al autobús;
otras semanas se han visto obligados a incluir a uno de los
policías dentro para evitar los altercados. Las molestias a
los conductores y la rotura del mobiliario del vehículo han
sido las denuncias principales, pero en esta ocasión, el
asunto ha llegado a más.
Hace unos meses se publicó que la Policía volvería a
intensificar la vigilancia para bien de estos trabajadores y
que también desplazaría a agentes durante toda la jornada de
mañana en el Príncipe para regular el tráfico, ante un
conato de huelga del sector, que aseguró que dejaría de
completar el servicio si no se ponían medidas reguladoras
del tráfico y se cambiaba el itinerario con el fin de que no
coincidieran nunca más dos autobuses en la calle San Daniel,
algo que se ha conseguido al menos en las horas puntas. Hace
tres meses que la Policía Local ha cubierto esta vigilancia,
según manifestó el superintendente de la Local, Ángel Gómez,
que reveló que a partir de ahora será la Brigada Cívica
quien controle nuevamente la situación. Se trata de nueve
personas que no son agentes de la autoridad, pero que sí
tienen potestad para actuar como ‘primeros auxilios’ dentro
del barrio y que han venido haciéndolo en los últimos dos
años. Gómez declaró que no tiene que haber problemas y que
para cualquier eventualidad tendrán a la policía enseguida.
Montes, el conductor agredido, destacó que durante el
servicio no había ningún agente dentro del autobús y, como
es de entender, tampoco ninguno de las Brigadas Cívicas. “En
el Polígono entraron varios adolescentes en el autobús con
unas varillas en la mano, tendrían entre 16 y 17 años.
Luego, llegando al Príncipe, pillé a uno metiendo la mano en
el dinero. Le di un manotazo para que la quitara, empezaron
a discutir entre ellos y después me dieron tres golpes con
la varilla en la cabeza -después de haber superado la
farmacia-. Me levanté, me enfrenté a ellos, se abrieron las
puertas y salieron corriendo. Algunos intentaron
perseguirles, pero no pudieron cogerlos y se llevaron más de
10 euros de la caja”, explicó. Además, asegura que el propio
Ángel Gómez le dijo que había casi “media plantilla de baja,
con gripe, y que no había gente para atender al servicio
Príncipe”. Gómez desmintió estas palabras y aseguró que los
policías ausentes eran “los normales” y que había otros
servicios más importantes que atender en esos momentos, por
lo que fue imposible hacer ese día la labor de vigilancia.
Las Brigadas Cívicas, que llevan unos petos como uniformes,
regresan a una difícil tarea, de la que fueron relevados
cuando se incrementaron los incidentes en la línea.
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