Hoy la Universidad española sigue
festejando a su santo patrono, el italiano Tomás de Aquino
(1222-1274), insigne pensador y destacado miembro de la
Orden de “Los Perros del Señor” (sic), más conocida por
ustedes como los Dominicos, que en su trayectoria ha dejado
todo un reguero de fanatismo e intolerancia al ponerse al
frente, por encargo del Jefe de Estado del Vaticano (al que
los católicos conocen como “Papa”), de la tenebrosa
Inquisición cuyo espíritu aun colea a través del Santo
Oficio. Perdonen el introito pero es un tema que me apasiona
y, de hecho, ya escribí sobre Tomás de Aquino el 28 de enero
del pasado 2008 (les invito a retomar lo expuesto)
destacando que, en los tiempos que corremos y con un Estado
oficialmente aconfesional… no parece ni justo ni oportuno
que una de sus instituciones, la Universidad ni más ni
menos, siga teniendo por patrono al católico monje italiano:
¿y por qué no pensadores españoles, como Averroes o
Maimónides?. ¡Ah!: ¿será porque son musulmán y judío,
respectivamente…?.
No pretendo en estas líneas discutir la sesuda obra del
homenajeado dominico, su meritorio intento para alcanzar a
Dios por la razón (sus famosas “Cinco Vías como prueba de la
existencia de Dios”) ni, tampoco, su interesante
conceptualización de la “Guerra Justa” siguiendo a un
clásico, Agustín de Hipona, mentor también de otra famosa
Orden de la Iglesia Católica, los Agustinos. No quería
mentar la bicha, pero Roma (el Estado Vaticano, quiero
decir) acepta y reconoce en su doctrina (algo lo que
deberían tomar nota los católicos y sus representantes,
vicarios y obispos) el discutido principio de la “Guerra
Justa”. No escribo, naturalmente, al albur, es un inciso,
seguro que algunos lectores me siguen.
Recientemente la sugerente y respetuosa campaña publicitaria
sobre la existencia (o no) de Dios en autobuses, primero en
el Reino Unido y después en Barcelona y Madrid, levantaba la
ira de la presuntamente tolerante Iglesia Católica,
Apostólica y Romana con su representante de Dios en la
Tierra al frente (¿es fuerte, no?), Su Santidad el Papa.
Intentando ridiculizar y banalizar la iniciativa (sobre cuya
oportunidad no me posiciono, solo defiendo como siempre la
libertad de expresión), el arzobispo al frente del Consejo
Pontificio de Cultura del Vaticano, monseñor Gianfranco
Ravasi, llegó a tildarla de “carnavalada”, mientras grupos
fundamentalistas cristianos de todo signo, desde católicos a
evangélicos con el irritante oscurantismo que les
caracteriza, exigían su retirada. Es curioso este Estado del
Vaticano: califican a la homosexualidad igual de peligrosa
que el Cambio Climático (pero… ¿cuál es el porcentaje de
homosexuales dentro de la Iglesia, Santidad?), bendicen
cruzadas antilaicas como la del fundamentalista “Camino
Neocatecumenal”, impugnan el pasado 31 de diciembre las
leyes italianas alterando el Tratado de Letrán (1929) y
siguen, con toda caradura, jugando oportunamente a las
bandas que haga falta poniendo, ora una vela a Dios, ora
otra vela al Diablo. Lo que sea con tal de seguir en el
machito. ¡Pobre España!. Mientras aun tenemos que
defendernos de la injerencia y manipulación del Catolicismo,
se nos está abriendo otro frente con la manipulación e
injerencia del Islam. Tomás de Aquino, ¿patrón
universitario…?. No, gracias. El “Tomismo”, además, no es
representativo.
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