Veraz aunque con matices de ficción fue el cuentacuentos
Buscando una familia que la presidenta de la asociación
Digmun, Maribel Lorente, narró ayer en los colegios Santa
Amelia y Severo Ochoa, para concienciar a los más pequeños
de cinco años sobre la suerte que corren teniendo una
familia y un hogar viviendo en un lugar tranquilo y, en
especial, contando la historia de los niños ucranianos que
han pasado las fiestas navideñas en la ciudad con sus
familias de acogida.
Ucrania es un país de Europa Oriental, el segundo más grande
del continente por extensión después de Rusia y por delante
de Francia y España, que limita: al sur, con el Mar Negro;
Rusia al este; Bielorrusia al norte; Polonia al oeste; y
Eslovaquia, Hungría, Rumanía y Moldavia al suroeste.
Con esta situación, sus costumbres, su idioma, su bandera,
sus transportes y las tristes historias que rodean a los
muchos niños huérfanos que viven en orfanatos sin familias,
la presidenta de la asociación Digmun, Maribel Lorente,
narró, durante la mañana de ayer, el cuentacuentos Buscando
una familia. Una obra real y veraz, aunque con matices de
ficción y entusiasmo, destinada a los pequeños de cinco años
de los centros Santa Amelia y Severo Ochoa de la ciudad, ya
que en ellos se encuentran estudiando dos pequeños de
Ucrania.
Los niños, atentos y participando muy activamente,
escucharon embelesados el cuento de Lorente que, además,
llevaba aparejado una moraleja. “La intención es que los
niños se den cuenta desde pequeños de la suerte que tienen
al vivir en un hogar, rodeados por su familia, con cariño y
amor, mientras que otros no tan afortunados se tienen que
conformar con esas pequeñas cosas sólo durante meses, como
les ocurre a los niños ucranianos que visitan nuestra ciudad
y a sus familias de acogida, en verano o en Navidad”,
explicó la presidenta de Digmun.
Además, los alumnos del Severo Ochoa pudieron ver un DVD
realizado por la asociación que compara la vida de estos
pequeños visitantes en Ucrania y en Ceuta; sus experiencias
teniendo por hogar un orfanato en el que se encuentran casi
las 24 horas del día.
Y cómo resultan de gratificantes las excursiones,
actividades y celebraciones que les brindan sus familias de
acogida en la ciudad autónoma. Experiencias que para algunos
concluyen hoy y para otros la semana próxima, ya que los
niños ucranianos regresan a su tierra tras las vacaciones
que les han devuelto más vida y alegrías.
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