LUNES. 12
El día está crudo. Ello se nota en que la gente transita con
rapidez. Junto a la iglesia de San Francisco me topo con
alguien a quien hacía ya su tiempo que no veía. Y me cuenta
su problema: se ha quedado parado. Y a mí se me encoge el
alma. No sé qué decirle ni cómo animarle. Porque quedarse
sin trabajo es algo muy serio. No es la primera vez que he
escrito del desasosiego psicólogico del parado. Por haberlo
vivido en mis propias carnes. Más allá de la inquietud
material, el hombre privado de trabajo experimenta angustia.
Y no sólo culpa a quienes le han arrebatado la posibilidad
de ganarse la vida, sino que también duda de sí mismo, de su
capacidad. Un hombre sin trabajo va de un lado a otro de la
casa como un perro abandonado. Un varón sin trabajo se
siente casi emasculado. En fin, que mientras pensaba en
ello, la persona que tenía enfrente me pidió que le avisara
si me enteraba de algún empleo que pudieran ofrecerle. Y,
claro, tengo la petición metida entre ceja y ceja. Pero mi
forma de ser me impide recurrir a quienes, incluso estando
tan mal la situación laboral, podrían echarle un cable a mi
conocido.
MARTES. 13
Hallo a María Elena Torregrosa y nos paramos a
charlar. Y lo primero que me dice es que no le riña por su
comportamiento en el hotel Tryp, cuando finalizó el Congreso
de los socialistas y salió elegido José Antonio Carracao,
secretario general. Debido a que no nos hemos visto hasta
ahora. Y, además, me cuenta que lo que escribí sobre ella,
en su momento, no le sentó mal. Que supo digerirlo
perfectamente. María Elena es la esposa de Basilio
Fernández, ex presidente de la Ciudad, y mujer a la que
siempre distinguí por su saber estar. Lo cual no fue óbice
para que no me gustara su forma de actuar, aquel día, y así
lo hiciera público con el respeto que ella merece. María
Elena aprovecha la ocasión, faltaría más, para enterarme de
las razones que tuvo para perder los nervios. Y a mí sólo me
cabe escuchar atentamente sus explicaciones y ponerme en su
lugar. Pero, dejando a un lado lo concerniente a una
situación que aún me resulta embarazosa, lo mejor es que hoy
puedo destacar la forma, no exenta de afecto, con que se ha
dirigido a mí María Elena. Pese a que la critiqué en su día.
Verdad es que con el debido respeto y educación; pero
criticada, a fin de cuentas. Menudo ejemplo...
MIÉRCOLES. 14
La última vez que coincidí con Fernando Tesón,
presidente de la Sala Sexta de la Audiencia Provincial en
Ceuta, fue durante el acto celebrado en la Delegación del
Gobierno, motivado por la entrega de la Medalla al Mérito en
el Trabajo, en su categoría de plata, a mi también estimado
Clemente Cerdeira de la Torre. Así que hace ya la tira
de tiempo que no he tenido la oportunidad de pegar la hebra
con él. Y hoy, cuando pasaba por delante del edificio donde
la Justicia tiene su sede, decidí hacerle una visita por si
acaso el magistrado podía recibirme. Pero mi gozo en un
pozo. Me dijeron que estaba disfrutando de su día libre.
Pero volveré a intentarlo, cualquier otro día. Y es que
Fernando Tesón, a quien conozco desde hace ya muchos años,
es persona con la que uno disfruta conversando. De hablar
pausado, amigo de sus amigos, lleva muchos años ejerciendo
un cargo complicado, en una ciudad compleja, y dando
muestras inequívocas de grandeza en muchos aspectos. Amable,
de trato sencillo y familiar con cuantas personas se acercan
a él, Fernando se ha ganado el afecto de mucha gente. Y qué
decir del mío...
JUEVES. 15
Con Manolo Gómez Hoyo, director gerente de Acemsa,
mantengo yo una relación cordial. De ahí que suela hablar
con él de manera amistosa y franca. Pasada la hora vaga de
mediodía nos encontramos y no tenemos el menor inconveniente
en ponernos a charlar. Y lo hacemos durante unos minutos.
Los suficientes para intercambiar impresiones y, de paso,
regalarnos el oído. En esta ocasión, le saco a relucir la
amabilidad que derrocha María, la esposa de
Francisco Paris, y madrina de la niña de Manolo. A María
la conocí un día, de no hace mucho, cuando su marido y yo
conversábamos en la sala de estar del hotel Tryp. Y, desde
entonces, allá donde me ve se muestra amable. Lo cual, como
tú bien sabes, Manolo, cuesta menos trabajo que ser
desagradable y, encima, tiene premio. Hay mujeres que con su
saber estar ayudan lo indecible a sus maridos. A Gómez Hoyo
le agrada sobremanera lo que le estoy diciendo. Pero no le
queda más remedio que apurar su bebida y salir pitando hacia
la Casa Grande. Y es así por ser un hombre atareado y
responsable...
VIERNES. 16
No hace mucho me percaté de que en ciertas reuniones
frecuentadas por mí había una persona que me trataba como si
me conociera de toda la vida. Me llamaba por mi nombre, me
daba mi sitio, y hasta rezumaba amabilidad por todos los
poros de su cuerpo. Y, sin embargo, no sé por qué razón,
dado que nadie me lo presentaba, no hice lo que suelo hacer
en casos semejantes: presentarme yo y todo arreglado. Eso
sí, el no saber con quién hablaba no me supuso ningún freno
a la hora de expresarme. Un día salió a relucir el nombre de
Juan Vivas, cómo no, y opiné sobre él, mientras otro
contertulio trataba por todos los medios de llamar mi
atención para evitar que me pronunciara de manera inoportuna
delante de quien, inmediatamente, me fue presentado como
familiar del presidente de la Ciudad. Me estoy refiriendo a
Benjamín Álvarez. Que me dijo ser, además,
vicesecretario de Organización y Electoral del Partido
Popular. O sea, que forma parte del equipo directivo que
preside Pedro Gordillo. Pues bien, a partir de
entonces seguí hablando con Benjamín, como hoy, con la
tranquilidad suficiente como para decirle, sin tapujos, lo
que pienso acerca no sólo de su cuñado sino de cualquier
otra persona. A mi edad, tenerle miedo al miedo es mortal de
necesidad. Pero es que Benjamín Álvarez me cae más que bien.
¿Pasa algo?...
SÁBADO. 17
A José María Valero lo conocí yo por medio de
Guillermo Valero, paisano mío, cuando el primero
trabajaba en el recién inaugurado Hotel La Muralla. Dos años
más tarde me lo encontré en el Hostal La Murta, que estaba
situado junto al campo del Olímpico de Játiva. Era el
árbitro designado para dirigir el partido entre el equipo de
la tierra y el Ibiza, del cual era yo entrenador. Nuestras
buenas relaciones se vieron aumentadas cuando en la
temporada 82-83 la Agrupación Deportiva Ceuta decidió
requerir mis servicios. Y nunca jamás volvieron a decaer.
Puesto que las seguimos alimentando, dado que éramos vecinos
desde hacía ya varios años. De modo que cada día amén de
saludarnos nos parábamos a intercambiar impresiones. Lo que
hemos venido haciendo hasta poco antes de que me dieran la
noticia de su fallecimiento. José María me distinguió
siempre con su amistad. Y me consta que mi nombre, cuando
salía a relucir en cualquier conversación, era tenido en
bastante consideración por él. He sentido mucho lo suyo. Y
también el no haber podido darle el último adiós.
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