Como aquí en este hermoso país, no
salimos de una fiesta cuando entramos en otra, les hemos
dicho adiós a los Reyes Magos de Oriente y nos disponemos a
recibir los carnavales. ¡Vengan fiestas, vengan fiestas,
vengan fiestas y alegría que con la llegada de los
carnavales, nos olvidamos de la crisis por unos días!.
Y es cierto, durante los días de carnaval, que duda cabe,
nos vamos a olvidar de lo seco que nos han dejado los magos
de Oriente y nos vamos a divertir olvidando la penas y lo
que tenemos que pagar. Todo un detalle.
La festividad del dios Momo, fiesta pagana donde las haya,
nos va a llevar durante unos días a escuchar a las
comparsas, chirigotas y cuartetos, que con sus magnificas
letrillas nos harán olvidar, todo lo que haya que olvidar,
para estar sólo pendiente de lo que dicen esas letras y a
quién o quiénes les ha tocado la china de recibir las
criticas.
Unas criticas que deberán tomarse con toda la tranquilidad
del mundo, sin enfadarse por cuanto digan, por la sencilla
razón de que eso es el carnaval. Sin esas letrillas irónicas
sobre determinados personajes o actuaciones llevadas a cabo,
por las comparsas, chirigotas y cuartetos, el carnaval no
tendría razón de ser,
Cuando el carnaval se politiza y las letrillas llenas de
ironía se dejan sólo para defender a determinados partidos,
sea cuales sean esos partidos, que me da lo mismo, el
carnaval deja de interesas al público y empieza la
decadencia del el mismo, por mucho que los autores se dejen
el coco para conseguir el impacto que desean, camuflando con
risas esas criticas realizadas a determinados personajes del
partido contrario. Y eso, para desgracia de los carnavales,
está ocurriendo en el pueblo de España donde más arraigo
tiene los carnavales. De pena.
Cada vez que los carnavales llegan, a nuestra tierra, me
traen a la memoria recuerdos imborrables, de noches
inolvidables vividas en esos carnavales, a los que tuve la
suerte y el honor de estar al frente de los mismos, como
presentador, durante sus primeros nueve años.
Eran noches de trabajo de nueve o diez horas tratando de
que, en ningún momento le público, se viniese abajo
manteniéndole metido dentro del espectáculo hasta que
dábamos a conocer los nombres de los que pasaban a la final.
Por eso digo que me traen recuerdos imborrables, lo mismo
que en mi memoria no se olvidan los nombres, de ningunos de
los compañeros / as que estuvieron acompañándome en el
escenario. Pero en esta vida todo tiene un principio y un
fin, y mi final llegó de la mano del concejal de festejos
que quería saber más que nadie y que llevó a los carnavales
casi a su desaparición.
Hoy, con el paso del tiempo, recordando todas las vivencias
de esas fiestas del dios Momo, me quedo a solas con mis
recuerdos y las grandes satisfacciones que recibí. Me
acomodo en el sofá que es el lugar más tranquilo que tengo y
me dedico a ver los carnavales por la tele, con la esperanza
de que se me haga disfrutar de una noche de alegría y de
buen rollo, donde nadie se debe enfadar. Feliz carnaval.
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