Hay que comenzar de nuevo a
reescribir los modos de vivir y desterrar del abecedario de
la vida el creerse más que nadie, más de lo que se es, y
estimar lo que uno vale si gobernase la cultura de la
solidaridad. La cuestión de la inmigración ilegal trasciende
las fronteras y los gobiernos apenas hacen nada. Son
personas que buscan desesperadamente un trabajo para
subsistir. Es una decisión obligada por la necesidad de
supervivencia en muchos casos. La mercadería de seres
humanos, en particular de mujeres menores de edad, niños y
niñas, se ha convertido en un activo negocio de lucro
global. Se dice que es uno de los más rentables comercios a
nivel planetario. Una depredación inconcebible entre
humanos, por parte de esta sociedad de consumo, que se
aprovecha de la miseria y de la debilidad, sometiendo a
estos migrantes a un régimen de terror.
También de nuevo hay que comenzar a reinventar el arraigo a
la vida y a vestir las ideas con el lenguaje del universo,
donde todo es lo que es, por su conjunto. Corremos el riesgo
de ser una sociedad de individuos que no atienden a sus
semejantes, a su misma familia humana. Para empezar, todas
las guerras son evitables. Quizás sea preciso que se
arraigue la tolerancia como virtud y que los derechos
fundamentales tomen razón de Estado en todos los estados de
la existencia humana. Al fin y al cabo, somos aquello que
cultivamos. Por ello, hay que cultivar la vida humana como
humana vida. Se ha rebajado esta vida tanto que, el propio
ser humano, también es calderilla para algunos. De usar y
dejar en la cuneta. Que se lo digan a la legión de excluidos
del sistema.
Comenzar de nuevo lo que ya es viejo, los tres tiempos en
que se fragmenta la existencia, tiene su miga de esperanza:
un presente como acogida, un pasado como lección y un futuro
como deseo. Vale la pena esta apuesta. El valor no se
sostiene en las palabras, sino en un modo de ser persona, de
ser ciudadano del mundo, de todo el mundo. Espigue, luego,
esa cultura de donación, de familia humana. El ejemplo
español de donación y trasplante de órganos que, en 2008, ha
vuelto a confirmar, una vez más, su liderazgo mundial en
este campo, tal y cómo viene haciendo de forma
ininterrumpida desde hace diecisiete años, es una buena
manera de recomenzar haciendo familia. Un camino se emprende
con el primer paso y comenzar de nuevo es comenzar a
entender. Vale la pena, pues, echar a andar con innovados
modos y renovados modales.
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