No es nada nuevo que la situación del tráfico rodado en
Ceuta esté llegando a unos límites cada vez menos
tolerables. El aumento del número de vehículos en
circulación, que se ha multiplicado de una forma increíble
en las últimas décadas, podría explicar que muchas calles,
céntricas y no tan céntricas, se hayan transformado en
espacios impracticables, sinónimos de saturación.
Pero es verdad que circular implica también la opción más
que probable de querer aparcar en un momento dado, y esto
último es precisamente lo que va camino de convertirse en
una utopía. A la densidad del tráfico hay que sumar las
obras llevadas a cabo por el ejecutivo local que en algunos
casos se han traducido en la desaparición de zonas donde
antes se podía aparcar, sin que se hayan previsto espacios
alternativos donde dejar el coche.
Y todo esto por no hablar de los improvisados
“concesionarios” en los que se han convertido algunas
calles, como es el caso de la parte baja de Enrique el
Navegante (por encima del Chorrillo), donde se acapara
constantemente un espacio público cuya finalidad no es la de
exposición y venta de vehículos. La situación es del todo
indignante cuando se comenta que un mismo particular llega a
tener varios vehículos a la venta, y que sólo retira uno
para meter otro en lugar del anterior, como si de una plaza
de aparcamiento en propiedad se tratara.
Desde hace meses, muchos ciudadanos se han puesto en
contacto con UPyD para denunciar la peligrosidad que suponen
para la circulación, los socavones que se encuentran
presentes en muchas de las calles de nuestra ciudad. Llama
especialmente la atención que pasen los días sin que los
responsables, de subsanar esta situación, pongan solución al
problema con el grave riesgo que supone para los conductores
de toda clase de vehículos de nuestra ciudad. Las calles,
Galea, García, la barriada Miramar, la subida al Serrallo,
son solo algunos ejemplos de una política que prefiere el
curar antes que prevenir.
Sin embargo, no solo se da la circunstancia de que la
peligrosidad se encuentre presente en el asfaltado de
nuestra ciudad, sino que el acerado en numerosas calles no
se queda atrás, algunos vecinos han denunciado el estado en
el que se encuentra el acerado, no solo por lo que resbala
cuando esta mojado, sino por los boquetes que se encuentran
en el mismo. Especial importancia cobra la calle Simoa donde
la pérdida de agua de un viejo edificio, la falta de acerado
de una gran parte de la calle, sumado a los boquetes dejados
por los bolardos en el acerado hacen de esta calle es un
claro ejemplo de dejadez, debido a la presencia de un centro
de educación infantil, que conlleva un gran volumen de uso
de la misma.
Sin embargo, la política de abandono es claramente visible
en los bajos de la marina, en la Avenida Compañía del Mar,
el morro, calle Fernández, donde los boquetes se combinan
con señalización mal cortada y que supone un grave riesgo de
caídas para la población en general.
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